Víctor cumple 100 años
Existe algo tan inevitablemente poderoso como la muerte. ¡Es la vida! Ch. Chaplin, Candilejas, 1952
En diciembre de 2013, el periodista de CNN Chile Tomás Mosciatti, al terminar su entrevista de una hora con Víctor Pey Casado, pregunta:
—Usted ha vivido mucho. ¿Es agnóstico, ateo, cree en algo?
—Claro, naturalmente, usted me está diciendo que me queda poco…, ja, ja, ja. Asumo que queda poco. Soy agnóstico, libre pensador diría…
Hoy, año y medio más tarde, Víctor Pey cumple 100 años. Nacía el 31 de agosto de 1915 en Madrid de padre catalán, ampurdanés para más señas, y madre vallisoletana; y tras cumplir los dos años vivió en Barcelona. Recuerda que su último domicilio estuvo en la Esquerra de l’Eixample, en la calle de Comte d’Urgell, 153, sexta planta, número 2, esquina con Provença.
El Rectorado de la Universidad de Chile, mira por dónde, se apresta a rendir el martes 1 de septiembre un homenaje a Víctor Pey en el centenario de su nacimiento en el que le ofrendará con la medalla de los Derechos Humanos. Su rector pronunciará ¿Quién es este personaje de novela que huyó de Barcelona un 25 de enero de 1939, pasó por el campo de concentración de Perpiñán y se embarcó con su familia en el vapor Winnipeg en Marsella rumbo a Valparaíso, tras ser puesto en la lista discrecional del cónsul chileno en París el poeta Pablo Neruda?
Ingeniero industrial como su hermano, Pey trabajó para la Generalitat de Cataluña durante la guerra civil española. Marcha con la columna del anarquista Buenaventura Durruti al frente de Huesca, pero a los pocos días es convocado a Barcelona.
“Josep Tarradellas, consejero de Hacienda nombrado por el president Lluis Companys, sabe que en la fábrica La Hispano Suiza se blindan camiones con planchas de acero. Tarradellas confía en el líder de los trabajadores del metal Eugenio Vallejo Isla. A mí me nombran asesor técnico de la Comisión de Industrias de Guerra de Cataluña”, recuerda Pey.
Se dedica, sobre todo, a reorientar la utilización de los tornos mecánicos, las fresadoras, prensas de embutir y rectificadoras de las fábricas metalúrgicas para fabricar armas ligeras y municiones. “No solo para el frente catalán. Para toda España”.
El 25 de enero de 1939, ante la proximidad de la caída de Barcelona, ya no regresan él y su hermano de una gira por la provincia. Cruzan los Pirineos y caen prisioneros. Los trasladan a un campo de prisioneros en Perpiñán. “Allí nos reunimos con mi madre y mi hermana. Ambas pertenecen a la masonería. Y la masonería francesa nos ayuda a escapar. Me marcho a París sin papeles y consigo un trabajo nocturno en la oficina del Gobierno Republicano en el exilio. Leo que Neruda ha sido nombrado cónsul especial para la inmigración española por el gobierno de Pedro Aguirre Cerda. Viene a Francia con la misión de fletar un vapor para trasladar a más de 2.000 refugiados españoles. Pido una entrevista. Me recibe. Se muestra frío, distante. Pero en su libreta subraya una cosa: dos ingenieros españoles”, evoca Pey.
Y el poeta decide incluirlos en su "cupo" personal, aparte de las cuotas de los partidos políticos.
Pey crea con su hermano una empresa de ingeniería y tiene éxito en la construcción de edificios y puertos. Conoce a Salvador Allende, líder del partido socialista. Y pronto tendrá ocasión de devolver a Neruda el gesto de incluirle en el Winnipeg. Cobijar al poeta perseguido en su tierra y a su hormiguita —su esposa la grabadora argentina Delia del Carril— en el apartamento que posee en Santiago. Y organiza, tras unos dos meses, su salida de Chile.
Compra el diario de mayor tirada de Chile, Clarín, respalda el proyecto de Allende, nuevo presidente de Chile, y le acompaña hasta las últimas horas en el palacio de la Moneda. El 11 de septiembre de 1973 Pey revive el 18 de julio de 1936 en España. Vuelve a salvarse, esta vez gracias a los embajadores de España, Enrique Pérez-Hernández, y Orlando Tovar, de Venezuela, en Santiago.
Un día de octubre de 1998, Pey vuelve a leer una noticia que atrapa su atención, esta vez en el periódico El Mercurio. El general Pinochet ha cogido un vuelo de LAN Chile a Londres vía Francfort. Envía un correo al abogado Joan Garcés en Madrid, que dirige la acusación popular en la investigación de los desaparecidos bajo la operación Cóndor. El abogado, que había sido asesor de Allende en el palacio de la Moneda hasta la última hora, lo pone en conocimiento del juez Baltasar Garzón; el juez solicita su arresto para extradición el 16 de octubre de 1998. Lo que parece un sueño se convierte en realidad.
El último combate de Pey está aún en curso. Ha logrado que el Banco Mundial le reconozca como propietario del diario Clarín confiscado por Pinochet. Pero los Gobiernos de la Concertación no han querido acatar el laudo. Desde 2013, un tribunal estudia el monto de la indemnización, estimado en 100 millones de dólares. Ha legado el 90% del patrimonio de Clarín a la Fundación Salvador Allende, registrada en España.
Pey habla catalán y recuerda la Cataluña de los años treinta, a la que volvió a ver en 1975. No es nacionalista. Y piensa en voz alta: “La gente está irritada por la crisis y la política de un Gobierno de derecha que mira hacia otro lado. Y muchos ven en la independencia el atajo para terminar con ese Gobierno. Es una ilusión. No creo yo que esa ilusión pueda resolver los problemas reales que aquejan a los ciudadanos”
Pey sueña
"Sí, sueño con frecuencia. Si estoy dormido sobre el lado izquierdo, sueño pesadillas. Frecuentemente ocurre que estoy lejos de mi casa, intentando ir a mi cochecito pero no sé dónde lo he dejado; o no puedo encontrar un teléfono para llamar a mi hija Coral. En casi en todos mis sueños aparecen mis hermanos, mis hijas.
La idea de volver a publicar Clarín la veo como algo a alcanzar, temiendo siempre no llegar a ello. Veo como lo más probable, casi seguro, que Clarín digital, www.elclarin.cl, lo continúe Coral, apoyada por el periodista que me secunda, Paul Walder. Fue ella, Coral, quien lo conocía y me lo recomendó.
En esta época desaparecen periódicos de papel pero no creo que esta tendencia general lleve a la extinción de la prensa escrita. Me parece que durante muchos años, todavía, habrá gente que lea su diario de papel preferido y lea libros impresos de actualidad, históricos y novelas. Es cierto que los jóvenes prefieren lo digital. Los jóvenes y los que no lo son tanto. Pero no veo a hombres y mujeres adultos, sobre 30 o 40 años, con un tablet o celular, permanentemente pulsando teclas.
Día a día hay una novedad, un adelanto en lo digital. Ahora, se “digitalizan” letras para formar palabras que integren una idea. En los próximos avances, acaso sea el pensamiento, el que conduzca la acción.
No, no me manejo bien con lo digital. Llegué tarde. Hago lo elemental. Lo hago fácilmente, pero me cuesta aprender. Es cierto que no me empeño mucho en lograrlo. Como con lo que sé me arreglo bastante bien, no siento la necesidad de aprender más. Veo a Coral y a mi nieta Lara que se manejan mucho mejor que yo. Ellas siguen cursos y – lo fundamental – tienen y tenían menos años que yo.
Es posible que tanto Catalunya como España me susciten añoranzas, alguna forma de las tantas que con que se presenta la añoranza. En todo caso, ahí, sobre todo en Barcelona, viví la adolescencia, las primeras angustias, los primeros amores.
No me gustó nada Chile cuando llegué. Pero Chile significaba quizás algo más que la vida: la libertad, la posibilidad de un mañana. Poco a poco, me fui adaptando a Chile y a los chilenos. Sobre todo a las chilenas, por las que desde el principio sentí mucha atracción. Atracción física y atracción sentimental, atracción intelectual.
América Latina es un conjunto muy variado de naciones, sin denominador común. Buenos Aires, para mí, se lleva las palmas.
Ya no volvería a vivir en España. Tengo, es claro, los síntomas de desarraigo. El aroma español en el que viví, que ya no existe, me alienta, alimenta mis añoranzas, pero no mis realidades.
El golpe de Estado de Pinochet, cómo no, me hizo rememorar el horror de la Guerra Civil española. Muchas veces Allende me preguntó si veía en Chile síntomas similares a los españoles en los días previos al estallido. Alguien le había dicho que él era el Indalecio Prieto de España y Carlos Altamirano el Largo Caballero. Pero esos símiles no reflejan las realidades española y chilena".
Pey tiene dos hijas, Coral y Natalie, tres nietas, un biznieto y una biznieta.
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