Pontevedra recuerda a Sonia Iglesias cinco años después de su desaparición
La falta de pruebas contra su pareja, principal sospechoso, supuso el archivo de la causa
Pontevedra no olvida a Sonia Iglesias. Cinco años después de su desaparición y cuatro meses después de que el Juzgado de Instrucción número 3 de la ciudad, especializado en Violencia contra la Mujer, haya decretado el archivo de la causa por falta de pruebas, su imagen sonriente sigue cubriendo las calles de la ciudad. Esta noche, como cada 18 de agosto, sus vecinos marcharán en manifestación para reclamar justicia. Ni siquiera ha aparecido su cuerpo.
El rastro de Sonia Iglesias se esfumó el 18 de agosto de 2010. A plena luz del día. La mujer, de 38 años, madre de un niño que entonces tenía 9, y en trámites de separación, salió de su casa pasadas las diez de la mañana. Hizo algunos recados en su barrio acompañada de su pareja, Julio Araújo, y su rastro se perdió para siempre: no se presentó a la cita que tenía con su hermana, a la que ni siquiera avisó y no acudió a su puesto de trabajo como encargada de la tienda de Massimo Duti en donde entrar a trabajar a las 13.30 horas.
Su compañero sentimental y padre de su hijo sostuvo siempre que tras hacer los recados con él, ella se bajó del coche porque había atasco y se fue andando al trabajo. Los investigadores no pudieron confirmar si hubo atasco aquel día, pero sí que esa misma semana Sonia —que había enviado al hijo de ambos a pasar unos días con su hermana— había emplazado a su compañero a que abandonara la vivienda, propiedad de la mujer.
Este hecho y las declaraciones de la familia de Sonia apuntando las diferencias existentes entre la pareja —pese a que él insistió siempre en que la relación entre ambos era normal— convirtió a Araújo en sospechoso. La reconstrucción de la vida de la mujer realizada en su momento por la Brigada Central de Delitos contra las Personas puso de manifiesto que Sonia no tenía deudas, ni enemigos, ni relaciones extrañas. Meses después de que se perdiera su pista, su monedero apareció en un poblado chabolista y más tarde apareció su DNI, intacto, junto a un coche en una zona próxima a su domicilio. El último registro de su móvil es del día de su desaparición. No entraron ni salieron llamadas ni mensajes. Y se apagó.
La investigación reveló que Sonia no tenía deudas, ni enemigos, ni relaciones extrañas
Cinco años después se han apagado también todas las pistas y la falta de indicios sólidos han supuesto la desimputación de su pareja —que mantiene la custodia del hijo por la que desde hace un lustro pleitea la familia de Sonia— y el sobreseimiento de la causa. El juzgado de instrucción, y también la Audiencia de Pontevedra a la que recurrieron los familiares de la desaparecida, determinó que las pruebas contra Araújo eran "débiles y contradictorias": No hay "un indicio racional que demuestre que participó en su desaparición". Salvo que aparezca ahora alguna prueba, el carpetazo es definitivo, aunque el clamor ciudadano no cese.
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