“Si no llega el agua del Tajo, nos tenemos que ir todos a Alemania”
Unas 132.000 hectáreas de cultivos y más de 80.000 regantes dependen del trasvase del Tajo-Segura en Alicante, Murcia y Almería
El presidente de Castilla-La Mancha amenazó a principios de agosto con recurrir el trasvase del Tajo-Segura por la escasez de agua en la cabecera del río y sembró la inquietud en los más de 80.000 usuarios que riegan con las aguas del Tajo unas 132.000 hectáreas de cultivos en Alicante, Murcia y Almería. “Si no llega el agua del trasvase, nos tenemos que ir todos a Alemania”, espeta sin rodeos José Manuel Rocamora, empresario agrícola y regante en La Murada, una pedanía del municipio de Orihuela (Alicante) cuya agricultura se riega con el trasvase.
“El agua desalada es muy cara para el agricultor y no es viable para estos cultivos”, asegura el regante alicantino, que paga 10 céntimos de euros por metro cúbico de agua del trasvase frente a los 50 céntimos que cuesta el metro cúbico desalado. José Manuel hace un cálculo rápido y se carga de razón: “Gastaremos unos 5.000 metros cúbicos de agua por hectárea y año. Imagina lo que valdría eso con los precios del agua desalada, ¡una fortuna!”.
El regante admite que la sequía es atroz y afecta a media España por eso insta al Gobierno a invertir en nuevas infraestructuras hídricas para llevar el agua de donde sobra a donde falta. “No sé ahora el estado del embalse de Entrepeñas y Buendía, creo que ha recogido poca agua este año, pero el otro día las noticias decían que se estaba tirando agua (desembalsando) de un pantano. Y, digo yo, ya podían echar esa agua al Vinalopó y regar para esta zona. Hacen AVE y otras obras faraónicas y traer agua de donde sobra no lo hacen”, se queja hastiado de que el sureste de España esté siempre “viviendo de limosnas” en abastecimiento de agua.
Con el agua del Tajo se riegan solo en la provincia de Alicante unas 60.000 hectáreas de cultivos -cítricos y hortalizas, en su mayoría-. El resto hasta las 132.000 que estima el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura, se reparten entre Murcia y el este de Andalucía.
Agricultura intensiva
La visión que Javier Gómez, otro empresario agrícola de La Murada, socio de la organización Asaja de Alicante, tiene de esta nueva guerra por el agua es pesimista. “Nosotros no tenemos agua. Esta agricultura es intensiva, de alto rendimiento y da empleo; así que si nos quitan el trasvase, todo se vería afectado. No se debería jugar con el agua”, asegura. Ambos agricultores hacen hincapié en los esfuerzos de esta zona por modernizar las infraestructuras de riego, con el riego a presión o la reducción de pérdidas de agua.
Los agricultores a pie de campo coinciden en que está siendo un año duro. También José Poveda, otro pequeño productor alicantino. “Hemos necesitado un 15% más de agua para regar con estos calores. Y la estamos pagando bien pagada, no nos la regalan. Igual en Castilla-La Mancha piensan que regamos los cultivos gratis cuando aquí el riego nos cuesta un dineral”, dice a la defensiva. “No sé cómo estarán aquellas zonas pero aquí el agua se paga bien pagada”, apostilla. Dentro de lo que cabe intenta ser cauto en sus declaraciones, no quiere caldear más el conflicto hídrico.
Nuevo año hidrológico
Ninguno de los agricultores esconde su preocupación por lo incierto del futuro. “A partir de octubre es cuando habrá que apretarse el cinturón [se inicia un nuevo año hidrológico] y tendremos problemas de suministro. Si Entrepeñas y Buendía están por debajo de los umbrales del memorando [documento consensuado donde se estableció la reserva mínima de caudal en la cabecera del Tajo para permitir el trasvase al Segura], no nos darán ni una gota de agua”, intuyen.
El último trasvase del Tajo al Segura, aprobado a finales de julio, prevé el envío de 20 hectómetros cúbicos de agua del Tajo al Segura. Al campo solo llegarán 11 hectómetros cúbicos tras descontar el consumo urbano. “Si dividimos entre más de 100.000 hectáreas que hay, no tocamos a nada”, opina Rocamora. La zona rasca aportes de agua de aquí y de allá pero son remiendos. Los pozos de agua subterránea son malos, “cuando das con agua a más de 200 metros de profundidad la sacas y tiene tanta conductividad como la sal. Si riegas con esa agua secas el árbol. O nos mandan agua o cerramos”, sentencia el regante.
Pedro Valero cultiva granadas en la comarca del Bajo Vinalopó, a caballo entre los municipios alicantinos de Elche, Santa Pola y Crevillent. Valero echa en falta en este debate que ve “baldío” los criterios técnicos que se negociaron durante el trasvase en 2013, donde se establecieron unas normas sobre cómo transferir agua, respetando las necesidades de la cuenca del Tajo. “Cuando una industria necesita electricidad, no sabemos si ha sido producida en los Pirineos o en otro lado; pues con el agua debería hacerse lo mismo”, sugiere.
Eladio Aniorte, presidente de Jóvenes Agricultores de Alicante (Asaja), mayoritaria en la provincia, recuerda a Emiliano García-Page que no tiene competencias sobre el agua. “Quiero ser optimista y no dramatizar. Esperemos que a lo sumo en mes y medio llueva lo suficiente para que la cabecera del Tajo se recupere. Alguien debería estudiar además posibles trasvases de agua del Duero al Tajo o del Ebro al Duero, pero en las cabeceras de los ríos, no en la cola”. Como el resto, Aniorte apuesta por que los argumentos que se pongan sobre la mesa sean objetivos y no demagógicos cuando se hable de los trasvases.
Una política de Estado
En Cartagena (Murcia), el presidente del Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura, José Manuel Claver, tilda de “irresponsables” las declaraciones del nuevo Gobierno de Castilla-La Mancha, que pide la inmediata paralización del trasvase. “No queremos guerras del agua porque es un recurso de todos los españoles, no solo del lugar por donde pasa. Queremos una política de Estado y que el agua no se utilice con fines electorales”.
El portavoz de los regantes del trasvase recuerda que el pacto, que suscribieron las cinco comunidades autónomas afectadas, prevé que en cinco años, es decir, para 2018, no se pueda trasvasar agua al Segura si la cabecera no cuenta con una reserva de al menos 400 hectómetros cúbicos. Pero hay cinco años de transición y para 2015 la reserva estipulada en el memorando del trasvase son 304 hectómetros cúbicos, por lo que la transferencia hídrica de julio entra dentro de los parámetros acordados. “Dicen que eso es la letra pequeña del acuerdo pero les recuerdo que fue muy debatido por todas las partes”, subraya Claver.
El dirigente murciano habla sin tapujos de la población cercana al embalse de Entrepeñas –Chillarón del Rey- que se tiene que abastecerse de agua con cisternas. “Lo que no tienen es la infraestructura adecuada pero eso no es problema del trasvase”, reitera algo contrariado. Según Claver, los usuarios del trasvase Tajo-Segura han abonado (a través de los 10 céntimos que pagan por metro cúbico de agua) más de 412 millones de euros para modernizar las infraestructuras hídricas de la cuenca cedente. “Si es preciso, nosotros le ponemos la infraestructuras a ese pueblo porque es injusta la presión a la que se nos está sometiendo”, prosigue.
La agricultura del sureste español es rentable, remacha Claver. “No tenemos subvenciones europeas, competimos en mercados abiertos y nuestra producción se exporta a todo el mundo. Eliminar el trasvase sería como matar a la gallina de los huevos de oro. No lo entiendo”, concluye.
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