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LA AMENAZA YIHADISTA

Catorce familias residentes en España se unen al Estado Islámico en Siria

Reciben primas de hasta 20.000 euros, casa gratis y un sueldo mensual. EL PAÍS publica por primera vez la identidad de los 29 suicidas y combatientes fallecidos

José María Irujo
Arriba, a la derecha, el ceutí Nordin Abderrayat, en la Katiba (brigada) siria.
Arriba, a la derecha, el ceutí Nordin Abderrayat, en la Katiba (brigada) siria.

La yihad en Siria e Irak no solo atrae a jóvenes solteros o a casados que abandonan a sus mujeres e hijos. Catorce familias españolas o residentes en España se han unido a las huestes del Estado Islámico (EI) donde son recompensadas con primas de hasta 20.000 euros. El flujo hacia el horror no cesa. Durante los últimos días otros cuatro jóvenes han perdido la vida y la cifra de fallecidos se eleva a 29. EL PAÍS publica por primera vez sus identidades y nacionalidad.

El soñado califato del Estado Islámico se nutre de miles de combatientes extranjeros— más de 30.000— que pretenden derribar a los gobiernos de Siria e Irak, pero además de suicidas y soldados necesita de mujeres y niños que vertebren los pilares de una nueva sociedad. Entre los 115 yihadistas que procedentes de España se han unido a sus filas hay catorce familias y 20 menores de edad, según han confirmado los investigadores de los Cuerpos y Fuerzas de la Seguridad. “El cómputo total es mayor porque no hemos contabilizado ni a los bebés ni a los niños”, asegura una fuente autorizada de la lucha antiterrorista.

Los dirigentes del EI buscan familias fieles, familias incondicionales y serviles a los objetivos y férreos modos de vida del nuevo califato que den estabilidad y orden a los territorios conquistados. “Están subiendo los impuestos, están asesinando a los lìderes religiosos en los pueblos conquistados. El pueblo les teme y a veces les odia. Estas familias que vienen de fuera dependen de ellos y sirven de contrapeso a ese rechazo”, describe un alto responsable de las Fuerzas de Seguridad.

Son los más fieles y su misión es asentarse en las poblaciones ocupadas por el EI

Las catorce familias que se han desplazado desde España a Siria e Iral van atraídas por el sueño yihadista, pero también por el dinero. Dolores Delgado, la fiscal de la Audiencia Nacional encargada del terrorismo internacional, lo explica así: “Hay un premio a quienes se trasladan con mujer e hijos. Les pagan hasta 20.000 euros si la familia tiene cuatro miembros. Proporcionalmente es mucho más que lo que dan como dote a las mujeres que viajan para casarse allí, de 1200 a 1400 euros.

La fidelidad es lo más valorado en el nuevo califato. “ Uno de los objetivos del EI es asentar y consolidar a la población. No son combatientes directos y sin embargo cumplen un papel fundamental. Los que llegan de fuera son los más fieles y valiosos, mucho más que los locales. Les dan un estatus de poder y seguridad”, explica la fiscal Delgado.

Desde que Osama Bin Laden se estableció en los años noventa en Afganistán y creó los primeros campamentos de Al Qaeda no se había vuelto a reproducir el fenómeno de la marcha de familias enteras a un terreno conquistado. La aparición del Estado Islámico y su extraordinario poder de atracción lo ha cambiado todo. “Es un hecho sin parangón. La idea de vivir en un Estado islámico, la umma [comunidad] . Se están yendo familias enteras”, describe un mando policial.

Su compensación económica es mayor que la de los combatientes

Los 26 yihadistas retornados a España—15 de ellos en prisión — y los confidentes e infiltrados de las Fuerzas de Seguridad del Estado coinciden en la descripción de lo que se ofrece a las familias que deciden dejarlo todo para viajar a Siria e Irak. “Les dan las casas que ocupan, les pagan un salario mensual. En algunos casos les dan más estabilidad que la que podrían tener en los países donde vivían. Es un gancho que funciona”, afirma un experto en seguridad.

Algunas familias de españoles se han creado en los campamentos del EI en el norte de Siria. La ceutí Asia Ahmed Mohamed, hermana de Yunes, uno de los primeros suicidas españoles en Bagdag, abandonó a sus padres para unirse en matrimonio a Mohamed Hamduch, Kokito, de 28 años, un matarife marroquí que se exhibe en su cuenta de Facebook arrodillado junto a las cabezas degolladas de sus víctimas en Alepo. Durante la ceremonia él le regaló un cinturón de explosivos, según aseguran fuentes policiales. “Sus padres hablan con ella por Skype. Les dice que está bien y que no se preocupen”, relata una persona próxima a la familia.

Nordin Abderrayat, el primer menor ceutí en unirse a la yihad en Siria, ha creado también su propia familia. Se casó con una de las jóvenes que recluta el EI y es uno de los pocos que continua vivo de aquella primera remesa que se unió a la katiba (falange) Tarik Ibn Ziad. Esta brigada estaba formada por marroquíes y dirigida por Abdelaziz el Mahdali, Abu Osama al Magrabi, muerto en una emboscada de Jabhat al Nusra (JaN), en marzo de 2014, por haber dejado el grupo y haberse pasado a las filas del EI. La llegada de los primeros yihadistas españoles coincidió con el enfrentamiento entre Ayman al Zawahiri, sucesor de Bin Laden, y Abubaker al Baghdadi, el jefe del Estado Islámico.

Laarbi Mateeis, de 52 años, dirigente del movimiento Jammaat Tabligt en Ceuta, asegura que no le consta que desde Ceuta haya viajado ninguna familia entera. “Sí, familias marroquíes o ceutíes que se han casado allí. Les engañan. Les dicen que serán recompensados por Alá si entran en la batalla. No es una causa para meter a toda una familia en ese fregado”, critica.

 investigacion@elpais.es

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Sobre la firma

José María Irujo
Es jefe de Investigación. Especialista en terrorismo de ETA y yihadista, trabajó en El Globo, Cambio 16 y Diario 16. Por sus investigaciones, especialmente el caso Roldán, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset y el Premio Internacional Rey de España. Ha publicado cinco libros, el último "El Agujero", sobre el 11-M.

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