Los ministros y el efecto Pisonero
Lo que dijo Rajoy en el Congreso, si se simplifica un poco, se queda así: Madrid está gobernada por Caracas gracias a que el PSOE tumbó la democracia.
Antes de su encuentro con el Rey, Rajoy pasó por el Congreso a enfadarse un poco, o al menos aparentarlo con mucha intensidad. Son momentos de grandes dramatizaciones: ha dejado de importar el qué para dejar paso al cómo. Por ejemplo, lo que dijo ayer Rajoy en el Congreso, si se simplifica un poco, se queda así: Madrid está gobernada por Caracas gracias a que el PSOE tumbó la democracia. En lenguaje parlamentario: “El único cambio es el que puede provocar una persona que después de decir que jamás pactaría con partidos extremistas a las órdenes de Venezuela se salta la voluntad democrática de los españoles para dar el poder a grupos extremistas”.
Daba la sensación de que si en ese momento se pusiese a llover Rajoy levantaría un dedo acusatorio al cielo y luego lo posaría en Sánchez
Esa frase, más larga pero con dos “extremistas” muy seguidos, le permite al presidente bajar y subir el tono, suspenderse en el silencio, atronar y después irse desvaneciendo con la mano en la frente, palma hacia fuera. Daba la sensación de que si en ese momento se pusiese a llover Rajoy levantaría un dedo acusatorio al cielo y luego lo posaría en Sánchez. En la teatralización hay algo del mejor Brando de El Padrino: el que avisa a las cinco familias de que si un trueno acaba con Michael no lo atribuirá a la casualidad. Así pues vienen tiempos divertidos, y con lo que está apareciendo en la lista de Carmena no digamos: Twitter está desenterrando la ruta del bakalao 30 años después.
El Congreso, de todos modos, estaba ayer preso del efecto Pisonero, aquella secretaria de Estado que fue ministra durante un día porque se lo susurraban los ministros y los periodistas. Tuvo en su despacho flores, telegramas y Jesús Posada, muy a gusto, dijo que, en efecto, el nombramiento era “casi oficial”. En los micrófonos Isabel Tocino la llenó de halagos. Se desconoce si Pisonero actuó como esos ganadores de la lotería que empiezan a saldar cuentas muy locas, pero lo cierto es que en un giro brutal de los acontecimientos Aznar nombró a Posada. Del palo no se pudo recuperar nunca Pisonero, que dejó la política.
Una carrera tiene que asentarse sobre la falta de ambición. Si uno quiere ascender al puesto de presidente de Gobierno ha de demostrar ser el que menos quiere ocuparlo. A Pisonero, que se esforzó por mantener el tipo, le hicieron una emboscada. Así que los diputados y ministros del PP, con ella en la cabeza, no esperaban ayer nada de la vida. Se peleaban, eso sí, por los mejores lugares con cobertura, y saltaban de sus escaños a las palmas con las palabras de Rajoy, porque tampoco hay que suicidarse. Pero si se les preguntaba por sus ambiciones decían que salud y un poco de tierra en el pueblo.
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