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OBITUARIO

Irwin Rose, codescubridor del sistema de limpieza celular

El proceso se emplea ya para intentar detener el cáncer

Irwin Rose, premio Nobel de Química
Irwin Rose, premio Nobel de QuímicaReuters

El científico estadounidense Irwin Rose (Nueva York) falleció el pasado 2 de junio en Deerfield (Massachusetts) a los 88 años. Premio Nobel de Química en 2004, murió cuando la investigación que le mereció el galardón empezaba a dar resultados en campos tan dispares como los cánceres o la esclerosis lateral amiotrófica (ELA).

Esta versatilidad es muestra de que lo descrito por Rose (una americanización del apellido paterno, Royze, de origen ucranio) se refiere a un proceso básico: la limpieza intracelular y el reciclaje de proteínas. En concreto, la labor de unas pequeñas proteínas, las ubiquitinas, que se encargan de reutilizar o eliminar los restos de las proteínas que ya no se usan.

Es fácil entender la importancia de este mecanismo. Una célula es como una microfábrica en la que con un número relativamente corto de componentes (los 23 aminoácidos, las cuatro bases del ADN) se fabrican multitud de herramientas. Estas, además, no se usan siempre. Así que, por una cuestión de economía, lo que hay que hacer si no se quiere que el interior de la célula se llene de moléculas innecesarias o de basura es desmontar las proteínas cuando ya no se necesitan para aprovechar sus piezas y construir otras. Y ese es el proceso que regulan las ubiquitinas.

En la práctica, el descubrimiento empieza a dar sus frutos. Por ejemplo, uno de los tratamientos actualmente estándar para el mieloma múltiple —una enfermedad sin cura conocida— es un inhibidor del proteosoma. Esto quiere decir que detiene el proceso de reciclado de las proteínas. El resultado es que la célula cancerígena, que trabaja a toda velocidad sacando copias de sí misma, se colapsa con proteínas que no se degradan. También se ha descrito su impacto en el cáncer de mama. Y, fuera de la oncología, en la ELA, una enfermedad degenerativa.

Tesis doctoral errada

Un investigador nacido en 1926 tuvo que adaptarse múltiples veces a los avances de un siglo que ha revolucionado la biología. El propio Rose contaba en la biografía que envió a la Academia sueca cuando le concedieron el Nobel (premio que compartió con los israelíes Aaron Ciechanover y Avram Hershko, que colaboraron con él en los setenta) cómo tuvo que cambiar su primera tesis doctoral desbancado por el descubrimiento de la estructura y papel del ADN. En un trabajo que hoy resulta casi hilarante, Rose quería comprobar si una rata alimentada con gran cantidad de vitamina B12 tenía más ADN en sus células. “Este proyecto fue descartado cuando se reveló la estructura genética del ADN, y porque encontré que la proporción de ADN en las células del hígado era independiente de la dieta”, escribió en 2004.

Aunque aún no hay resultados, las ubiquitinas —tan importantes que están en todas partes, por eso su nombre— pueden desempeñar un papel también en enfermedades neurológicas como el alzhéimer. Justo el campo al que Rose quería dedicarse cuando estudiaba.

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