Muy noble, leal y podemista ciudad de Cádiz
Después de 35 años de mayorías absolutas de PSOE y PP una candidatura ligada a Podemos está en condiciones de gobernar
Cádiz pasó sin transición de 15 años de mayoría absoluta del PSOE a una mayoría absoluta del PP. Y tras 20 años de PP acaba de concederle el pregobierno de la ciudad a un trasunto de Podemos. Por Cádiz Sí se Puede gobernaría con el apoyo del PSOE. Vivían en la inopia quienes pensaban que algún día no ocurriría algo así en una ciudad que ha perdido 40.000 habitantes en los últimos 30 años y que presenta un 65% de desempleo juvenil.
Entre el espanto de muchos y la satisfacción de otros, Cádiz ensaya el posible tránsito del populismo transversal y propagandístico de Teófila Martínez, al populismo arrabalero y coplero de una nueva formación política, que sitúa al frente a José María González, Kichi, de Izquierda Anticapitalista, un profesor de Geografía que lleva ocho años liberado por el sindicato Ustea. Hasta ahora al PP le había rentado su estrategia de amplio espectro: una actitud reverencial y utilitaria del mundo del Carnaval y el pastoreo subvencionado de los colectivos colaboracionistas. Deja como legado dos grandes obras públicas impulsadas por Teófila Martínez y los problemas de futuro intactos.
En cualquier caso, necesitamos de la arqueología para entender lo sucedido el 24-M. Hay que excavar en los años noventa, cuando se acelera la fuga de las clases medias. Expulsadas por el elevado precio del suelo en una ciudad finita, las rentas más altas se instalaron en El Puerto de Santa María y en Chiclana; y las rentas medias-bajas en Puerto Real y San Fernando. En Cádiz se quedó una parte de las clases medias, una capa de funcionarios y las clases pasivas. Hoy han emergido como votantes los jóvenes aún por emancipar en una ciudad abandonada por la refinada, cosmopolita y extinta burguesía mercantil. En cambio, los resultados en la comarca de la Bahía de Cádiz, territorio de acogida de los ciudadanos a la fuga, se confunden con el paisaje de la “vieja política”: mandan el PSOE o el PP.
El mitificado Salvoechea, presidente anarquista del Cantón de Cádiz en 1873, se ha convertido en referente posmoderno del podemismo, como paradigma de la honradez, la austeridad y el idealismo. Pero lo cierto es que en esta ciudad han arraigado comportamientos radicales que podrían entroncar con la retórica anarquista y que hoy han encontrado un enganche electoral.
Las crisis permanentes del sector naval con el recurrente y aplaudido corte del Puente Carranza pese a dejar prácticamente incomunicada la ciudad es buen ejemplo de ello. Cádiz alumbró a la USO; con el obispo Añoveros se alentó el nacimiento de la JOC; y fue la ciudad que engendró a los GRAPO. Aunque sería una temeridad conectar estas referencias con el resultado del nuevo partido, sí evidencian la existencia de un poso libertario.
Durante estos años, el PSOE ha sido incapaz de presentar opciones potentes, exceptuando a Rafael Román, quien no pudo con Teófila Martínez. Y el PP no se ha atrevido a sustituir a la desgastada alcaldesa, quien ha provocado el hartazgo propagandístico, regado con decenas de millones de euros.
La ciudad vive en una situación crítica endémica. Sería letal que se convirtiera en un laboratorio para probaturas de pancarta. Culpar a quienes se presentan con otras ideas y a quienes lo han votado es estéril e injusto: todo el mundo tiene derecho a sus utopías, aunque la nueva ciudad experimental se la juega al hilo del precipicio. Pero Gades locuta, causa finita.
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