Rescatado un inmigrante que llevaba cuatro días atrapado en un contenedor
Se quedó encerrado en el recipiente al paralizarse el reparto por el Primero de Mayo
Los gritos de socorro resuenan en uno de los muelles del puerto de Melilla. En mitad de la noche, un marroquí de 23 años golpea las paredes del contenedor donde permanece atrapado. Lleva cuatro días a oscuras. Sin comida. Ni agua. Y el cansancio y el nerviosismo, según informan fuentes de la Guardia Civil, empiezan a hacer mella en este joven que se había escondido allí dentro para lograr embarcar como polizón en uno de los buques que van a la Península. Pero no lo lograba. El puente del 1 de mayo había frustrado sus intenciones, ya que el servicio de transporte de mercancías había quedado suspendido. Así que cuando encontraron al inmigrante, el contenedor acumulaba ya varios días parado en la ciudad autónoma. Y eso no entraba en los planes del sin papeles, rescatado a la diez de la noche del sábado por un agente del instituto armado que escuchó sus gritos de auxilio.
El guardia civil oyó “fuertes golpes” mientras patrullaba un área del puerto de acceso restringido. En un primer momento, no sabía de donde procedía el ruido. Entonces, se aproximó a la plataforma de un camión localizado en la zona de carga y escuchó a una persona “pedir socorro”. Rápidamente, abrió la puerta trasera del contenedor y encontró dentro a un marroquí al que la desesperación había empujado, incluso, a hacer un agujero en una de las paredes. Todo para poder salir de allí. Pero sus esfuerzos habían fracasado. Porque el contenedor estaba pegado a otro y el joven no podía escapar por la abertura que había hecho, según explica un portavoz de la Comandancia de Melilla.
Los investigadores sospechan que el joven —que necesitó asistencia médica en el lugar, pero que no requirió traslado a un centro hospitalario— entró en el contenedor “con la connivencia de otra u otras personas”, que pusieron en riesgo su vida. Sin la ayuda de terceros no podría haber cerrado la puerta de la plataforma desde el exterior, resalta la Guardia Civil, acostumbrada en Melilla a interceptar inmigrantes ocultos en lugares peligrosos para “su integridad física”. Como en dobles fondos, en los bajos de los vehículos, en los “ejes de las transmisiones” y “camuflados entre chatarra”.
Las cifras del instituto armado, además, demuestran la dimensión de este problema. En lo que va de año, los agentes han atendido en la zona restringida del puerto a 339 personas que requerían auxilio. Y, según añade la Guardia Civil, han interceptado a 1.326 inmigrantes —643 menores y 683 adultos— que pretendían viajar como polizones a la Península.
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