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Maíllo: “Nosotros no somos neutrales ni ambiguos”

El candidato de IU reivindica su proyecto como el único de izquierdas sin rodeos

Reyes Rincón

Las encuestas vaticinan que Izquierda Unida pierde fuelle en Andalucía, pero Antonio Maíllo (Lucena, Córdoba, 1966) está convencido de que no aciertan. El coordinador andaluz de IU reivindica su proyecto como el único de izquierdas sin rodeos.

Pregunta. Las encuestas le sitúan como quinta fuerza política. ¿Se las cree?

Respuesta. No acertaron hace tres años ni lo harán ahora. Hay una gran bolsa de indecisos y para nosotros es un reto de persuasión, de hacer pedagogía para explicar por qué IU es la mejor opción para cambiar el modelo económico y transformar Andalucía.

P. ¿Admite que ser la quinta fuerza sería un mal resultado?

R. Sí. Aspiramos, como mínimo, a mantener la posición que tenemos. Y, si puede ser, ganar fuerza para nuestro proyecto. Hay que abordar líneas estratégicas, definir qué sectores económicos tenemos que desarrollar y establecer una coherencia en las prioridades públicas con esos sectores.

P. ¿Algo de eso se ha hecho en los tres años que han estado ustedes en el Gobierno?

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R. Hemos dado un giro, pero evidentemente con el 12% no se puede hacer lo mismo que si tenemos el 25% o el 35%. Y ya no hay que hacer resistencia. Resistencia hubo que hacer hace tres años para que el PP no entrara. Aquí lo que toca es política audaz y sin miedo.

P. ¿El PP ya no es rival?

R. El PP ya no es alternativa gracias a que nosotros impedimos en 2012 que metiera sus garras en Andalucía. Si no, ahora estaríamos hablando de rescatar los hospitales que habrían privatizado, de reabrir colegios rurales que habrían cerrado, de reabrir casas de acogida de mujeres. El PP no es alternativa gracias a IU. Ahora es el momento de hacer política de transformación, ya no es tiempo de resistir sino de transformar.

P. ¿A qué atribuye el ascenso de Podemos, que, en gran parte, lo ha hecho a costa de IU?

R. Vamos a ver qué pasa. Estamos exponiendo un modelo de transformación de izquierdas, de profunda radicalidad democrática en cuanto a participación activa de la ciudadanía. Y la gente progresista de Andalucía necesita un proyecto sólido. Nosotros no somos neutrales ni ambiguos. Sabemos lo que queremos y hacemos lo que decimos.

“Tenemos voluntad de unir fuerzas, pero sin dejar de ser lo que somos”

P. ¿La irrupción de Podemos es mérito de ellos o demérito de IU?

R. Es un síntoma. Pero fuimos los primeros en dar el salto generacional. Mi equipo de dirección andaluza tiene 34 o 35 años de media. La elección de Alberto Garzón como candidato a la presidencia del Gobierno expone a una IU nueva de transformación y desde una visión claramente de izquierdas. Nosotros tenemos valores y principios muy claros que no vamos a cambiar.

P. Usted no se ha mostrado partidario de una convergencia con Podemos. ¿Por qué?

R. La convergencia forma parte de nuestra identidad y nosotros nos ofrecemos a unir fuerzas. Llevamos haciéndolo décadas. Son otros los que se creen en una ola en la que creo que les está faltando humildad.

El profesor que saltó a la primera línea

R. R.

Antonio Maíllo (Lucena, Córdoba, 1966) lleva media vida metido en política, pero se enorgullece de no haber vivido de ella. Hasta 2009, cuando el Gobierno socialista le nombró jefe de servicio del programa andaluz de bilingüismo, un cargo técnico, Maíllo trabajaba como profesor de Latín en un instituto. Primero en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) y después en Aracena (Huelva), donde sigue refugiándose cuando le saturan el ajetreo de la capital y el foco de la primera línea política.

Licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Sevilla, no oculta que es gay y se declara feminista. Fue concejal de IU en los dos pueblos en los que trabajó como profesor, pero no ha sido un hombre de aparato. Sin embargo, o quizá por eso, llegó en 2013 a la dirección de IU con el 83% de votos a favor y ninguno en contra.

Para los debates electorales en los que ha participado estos días su gran activo tendría que haber sido lo leído y aprendido de los oradores griegos y romanos, pero el escenario político andaluz del siglo XXI, de tono respondón y dialéctica abrupta, le hace tirar más de su oficio como profesor de adolescentes que de sus conocimientos de oratoria. Ante las cámaras, Maíllo ha asistido con paciencia de buen docente al intercambio de acusaciones y alguna que otra salida de tono de Susana Díaz y Juan Manuel Moreno, candidatos de PSOE y PP, pero no se ha resistido a reprender a sus adversarios y afearles su conducta. Les ha reprochado su “mala educación”, les ha recordado que los dos han aportado barro al fango de la corrupción y les ha pedido que den ejemplo: “Dejaos de pimpampum”, les dijo.

Aspira a ser presidente de la Junta de Andalucía, pero su ambición a largo plazo es jubilarse en el instituto.

P. Pero ¿están dispuestos a una convergencia real, fuera de sus siglas?

R. En Andalucía, IU es un proyecto muy arraigado. Se está abriendo un espacio de diálogo, tenemos voluntad de unir fuerzas, pero nunca vamos a dejar de ser lo que somos. Andalucía no necesita un “ya veremos lo que pasa”, sino un proyecto claro de izquierdas para salir de la crisis desde la justicia social.

P. Tras las elecciones, ¿sería partidario de pactar con Podemos?

R. Solo sobre propuestas programáticas. Tenemos claras las cinco medidas para el primer mes de Gobierno: mínimos de luz y agua para las familias sin recursos; un decreto ley para una banca pública; una ley integral de agricultura que incluya un banco de tierras; 1.500 profesores en secundaria para el refuerzo educativo que quita el ministro Wert; y utilizar todos los recursos sanitarios públicos y centros de salud antes de derivar ni un euro a la privada. ¿Quién está de acuerdo? Adelante.

P. ¿Está dispuesto a reeditar el pacto con el PSOE?

R. Aquí no digo yo lo que hay que hacer, lo consultamos todo, incluso con los simpatizantes. Pero la señora Díaz nos lo pone muy complicado. Nuestra gente no va a estar por la labor de unirse a una persona que rompe al día siguiente de aprobar un presupuesto.

P. ¿El referéndum que propuso IU para consultar con sus bases la continuidad del pacto no creó inestabilidad?

R. Decir eso es una excusa. Díaz inventó seis excusas para romper, lo que significa que ninguna es la razón verdadera. Susana Díaz no quiso hacer políticas de izquierdas ni una comisión de investigación para toda la corrupción. Ahí es cuando ella rompe el pacto y busca excusas para envolver la situación.

P. ¿Por qué lleva el PSOE 33 años gobernando en Andalucía?

R. En el imaginario de los años ochenta logró identificarse con la causa andaluza. Y en los noventa, extendió una red clientelar. Pero ya esa etapa ha acabado. Quedaron atrás esos Gobiernos de mayoría absoluta, los años de Chaves y después Griñán, en los que no se movía una hoja. Asistimos a una nueva etapa en la que la cultura del diálogo la van a tener que asumir todos.

P. ¿Se avergüenza de algo que haya hecho el Gobierno de coalición? ¿Algo de lo que no se sienta orgulloso?

R. De una presidenta que ha hecho demasiada política de escaparate. Entrevistándose con quien nos ha traído la crisis: con los Botín, con el rey de Marruecos… No me gustaba eso. Y después, la ralentización y freno en la reordenación del sector público. Defendemos el empleo público, pero tiene que ser más eficiente, tiene que readecuarse a los fines para los que fue concebido.

P. ¿Qué haría para acabar con el paro?

R. Hay que tomar medidas de emergencia, pero también medidas estratégicas que sirvan para generar empleo a largo plazo. Hay que diseñar el modelo económico con los sectores más importantes de Andalucía: el transporte sostenible, energías renovables, turismo y construcción sostenible, reindustrialización vinculado a empresas de innovación tecnológica, aeronáutica, agroalimentaria... Ahí tienen que centrarse las prioridades de ayuda pública al tejido productivo y la formación. Y una banca pública que financie ese desarrollo. Esa es la estrategia, pero habría también que tomar medidas inmediatas, que partirían del proyecto de trabajo mínimo garantizado que planeamos a nivel federal y que en Andalucía es aplicable con 2.000 millones de euros para la creación de 225.000 empleos. Más un plan de vivienda de construcción sostenible que generaría 137.000 empleos hasta 2020. 

P.  ¿Y para acabar con la corrupción?

R. Mientras nosotros hemos estado en el Gobierno ha habido ni un caso de corrupción. En cuanto nos hemos ido, el PSOE ha adjudicado la Mina de Aznalcóllar y está en el juzgado. Y ha pactado con el PP la Cámara de Cuentas, que es la clave de la lucha contra la corrupción. Hacen falta normas de transparencia y de participación que tienen un núcleo claro: que ningún representante de un Gobierno pueda tener ni siquiera la tentación de meter la mano en la caja porque se siente permanente vigilado con órganos de contrapeso. La clave está en el contrapeso, en que órganos diferentes se fiscalicen entre ellos. Y no hay que olvidar que aquí hay corrupción y corruptores, gente que coge sobres y gente que los da. Hay que romper la complicidad entre el poder económico y el poder político. 

P. Si Chaves y Griñán estuvieran en su partido, ¿qué haría?

R. Ya habrían dimitido.

P. Felipe González ha dicho que es un error excluir de las listas a todos los imputados. ¿Usted qué opina?

R. El problema es que ahora estamos en una situación de emergencia social y política en la que hay que aplicar la ejemplaridad porque durante mucho tiempo se ha protegido a los que actuaban mal. No hay que confundir lo jurídico con lo político. A lo mejor Griñán y Chaves en un proceso judicial son inocentes. Pero políticamente fueron responsables. Y nosotros no somos jueces, sino sujetos de responsabilidad política.

P. ¿Entonces cree que ningún imputado debe ir en las listas?

R. Por causas de corrupción política o urbanística, desde luego. Nuestro código ético es claro. No somos perfectos, pero somos ejemplares.

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Sobre la firma

Reyes Rincón
Redactora que cubre la información del Tribunal Supremo, el CGPJ y otras áreas de la justicia. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora de información local en Sevilla, corresponsal en Granada y se ha ocupado de diversas carteras sociales. Es licenciada en Periodismo y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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