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El infierno de Lalo García

El exjugador de baloncesto del Fórum Filatélico de Valladolid lleva 13 días desaparecido

Lalo Garcia en 2007.
Lalo Garcia en 2007.Jonathan Gonzalez (DIARIO AS)

Con el paso de los años las facciones de Lalo (Gonzalo) García, el exjugador de baloncesto del Fórum Filatélico de Valladolid, habían perdido dureza. La edad y los disgustos hicieron que los kilos redondearan su rostro y el pelo desapareciera paulatinamente de su cabeza. No atravesaba su mejor momento, pero venían tiempos mejores. Por fin había encontrado un nuevo trabajo, se le veía animado e incluso había retomado la buena costumbre de hacer ejercicio físico.  Por eso no resultó extraño que, el miércoles 4 de marzo por la tarde, se enfundara un chándal azul, unas deportivas blancas y saliera, sin cartera ni móvil, "a dar un paseo". Lalo no regresó. Lleva 13 días desaparecido. 

La madre de Lalo, Montse, denunció su desaparición al día siguiente. La Guardia Civil inició entonces una batida por las inmediaciones de Arroyo de la Encomienda, un municipio próximo a Valladolid donde el exjugador vivía con su madre. Varias unidades caninas rastrearon sin éxito la ribera del río Pisuerga e incluso los buzos se sumaron a la búsqueda. Nada. En los alrededores de la pequeña localidad de 17.000 habitantes no se halló la más mínima pista de Lalo. Pero la madeja no tardó en soltar el primer hilo del que poder tirar. Sobre las 22.00 del miércoles el exjugador fue visto en la cafetería Carex, en Valladolid. La Policía Nacional se hizo cargo de la investigación y brotaron los primeros ruegos de sus familiares. "Sólo queremos que vuelva", implora Mike Hansen, compañero de equipo de Lalo y portavoz de la familia.

Las lesiones dejaron a Lalo sin baloncesto cuando tenía 30 años

La desaparición del exjugador, de 43 años, ha dejado un río de reacciones calladas, de miradas tristes, de cabeceos. Era una figura reconocida del deporte de la Valladolid, un hombre de la casa, de los que nacen, crecen y siempre permanecen en su club. En un equipo por el que pasaron jugadores como Oscar Schmidt o Sabonis, él era el único que tenía su camiseta con el número cinco retirada en la techumbre vacía del Pabellón Pisuerga, una ceremonia habitual en la NBA, extraña en España, pero que en todo caso queda reservada a los más grandes. Las lesiones dejaron a Lalo sin baloncesto cuando solo tenía 30 años. Había debutado con 17 y en sus 13 temporadas se convirtió en la referencia de un club en el que los niños querían ser como él.

Los días de gloria no se acabaron con la retirada porque Lalo se quedó como Director deportivo. Finalmente se incorporó a la firma que en aquel entonces, el año 2006, era el patrocinador del club, Fórum Filatélico. Lalo había heredado la cartera de su padre, también comercial de la entidad, y su buena imagen dio frutos inmediatos, las operaciones basadas en la confianza que inspiraba el capitán se acumulaban y comenzó a gestionar un negocio en apariencia próspero. Incluso mostraba públicamente el orgullo de haber duplicado los clientes de su padre, hasta que en Mayo de 2006 el Juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska precintó las oficinas de Fórum Filatélico y Afinsa y se llevó por delante los ahorros de un montón de familias, los de Lalo y un buen pedazo de su autoestima. El exjugador vivió el desalojo por parte de la policía de la sede vallisoletana de la empresa, que fue acusada de estafar a más de 200.000 clientes en España.

La camiseta de Lalo en el Pabellón Pisuerga.
La camiseta de Lalo en el Pabellón Pisuerga.F. Movilla

Pasan los días, el misterio no se resuelve y las nuevas informaciones que se van conociendo a cuenta gotas no arrojan demasiada luz al caso. Los familiares y amigos de Lalo se dividen entre los que creen que ha optado por empezar una nueva vida lejos de Valladolid y los que piensan que su desaparición es una mala noticia que no se cuenta con sorpresa sino como el desenlace esperado para quien lleva tantos años cayendo sin poder levantarse. "Se ha ido de la ciudad porque la vida le ha castigado bastante", se aferra su amigo Francisco Javier Pastor, que no quiere oír hablar de un posible suicidio.

La familia se alimenta de esperanza. Para ellos fue un cierto alivio la declaración de un ciudadano que aseguró haber visto a Lalo el jueves por la mañana con su chándal azul en el centro de Valladolid. Es una información no oficial que la policía no ha validado aún, pero a la que se aferran los allegados del exjugador que se niegan a pensar que no volverán a ver a su padre, hijo, hermano o amigo.

Un vida llena de batacazos

Los amigos y familiares de Lalo García le describen como un hombre solidario, simpático y algo reservado que pasó de tener éxito, dinero y fama a perderlo todo en un pestañeo. Los que le conocen aseguran que no ha llegado a superar el batacazo de Fórum Filatélico. Lalo tuvo que repetir hasta la afonía que no estaba al corriente la situación de la empresa, que no conocía que detrás de las operaciones que había firmado existía una estafa piramidal de proporciones bíblicas. Con buena parte de sus ahorros perdidos le tocó reiniciar su vida laboral una vez más, pero cada día resultó más complicado, tuvo que pedir ayuda de todo tipo a los más cercanos, pelearse contra el olvido y la quiebra económica.

El exjugador se divorció en dos ocasiones y tiene dos hijos, de 13 y 8 años. Pasó muchas dificultades económicas para mantenerlos y, al estallar el caso Fórum, dirigió todas sus fuerzas a buscar un empleo. Encontró trabajo en un empresa de montajes deportivos pero la crisis económica enseñó sus dientes y la entidad quebró. Lalo no se amedrentó y siguió buscando. Se trasladó al País Vasco para ser escolta de políticos en una empresa de seguridad. Al poco tiempo ETA abandonó las armas y los guardaespaldas pasaron a ser prescindibles.

Pero después de tantos infortunios parecía haber encontrado el sendero correcto. En diciembre de 2014, comenzó a trabajar en la compañía de seguros de unos grandes almacenes. El nuevo empleo unido a la devolución de un 10% de lo perdido en el concurso de acreedores de Fórum parecían un punto para iniciar la remontada pero las heridas de unos años tan desgraciados finalmente habían pasado factura. El físico, antes portentoso, ya había desaparecido, la admiración que despertaba se extinguía poco a poco.

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