La sombra de Tsipras
Syriza se aleja del oportunismo radical que caracteriza a Podemos
En principio, de mantenerse las actuales expectativas de voto, la coalición de izquierda Syriza ganará las inminentes elecciones griegas, lo cual, sin embargo, no significa que esté en condiciones de formar Gobierno. La prima de 50 escaños al vencedor, dentro de un sistema de proporcionalidad reforzada, favorece esa posibilidad, pero no será fácil que alcance el 40% necesario de los votos. Desde el primer momento, la Unión Europea y el FMI han decidido actuar en contra de esa posibilidad, por cuanto significaría un reto inmediato a las políticas económicas basadas en el cumplimiento de las obligaciones de la deuda y en los recortes hasta ahora asumidos por el Gobierno de coalición conservador en Atenas.
Con toda probabilidad, Podemos intentará presentarse entre nosotros como el hermano gemelo de Syriza, a fin de aprovechar el impulso de su victoria: la hora de la izquierda radical habría sonado. Sin embargo, aun cuando existen coincidencias entre ambas formaciones en su oposición a la política restrictiva llevada a cabo por la UE y en la oferta de una alternativa de crecimiento y lucha contra la desigualdad, las lógicas de los respectivos programas distan de ser coincidentes.
De entrada, el reto de Tsipras a la UE parte de dos premisas bien claras: es la respuesta a una situación, no ya de crisis, sino de desesperación social en Grecia, pero a pesar de ello su réplica al neoliberalismo dominante acepta el marco normativo de la UE y con un alto grado de concreción. Nada de juegos de palabras como los de Podemos, acumulando ofertas atrayentes e inconcretas para todo el mundo, como la de fomentar el consumo pero no el consumismo, restablecer la jubilación a los 65 años “pero flexibilizando dicho criterio en función del trabajo realizado” o incluso el “tratamiento favorable al beneficio productivo”. Nada falta en el supermercado ideológico de Podemos, salvo como era de esperar una mínima estimación de costes. Incluso figura la creación de una banca pública; el pasado no cuenta.
En la propuesta de Tsipras encontramos una jerarquía de objetivos y una precisa cuantificación, lo cual la expone al examen de los ciudadanos y a las críticas de los oponentes políticos. Las tres dimensiones de gasto humanitario, para atender a una población caída en la miseria, de restauración de salarios y pensiones, y de incentivos al crecimiento, tienen perfiles y costes precisos, lo mismo que la reforma política, donde la adopción del sistema proporcional se aleja del temible “poder constituyente” ahora silenciado pero presente.
Hay en el ineludible tema de la deuda por parte de Syriza algo de jugada de mus, pues las consecuencias del rechazo a su proyecto recaerían sobre toda Europa, pero nada del oportunismo radical que caracteriza a Podemos.
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