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Planes de vida congelados

La incipiente preservación de óvulos casi se ha duplicado en los últimos tres años La difícil conciliación laboral y familiar y la falta de pareja son las principales causas

Jessica Tejera se ha sometido a un tratamiento de congelación de óvulos en la Clínica IVI de Las Palmas.
Jessica Tejera se ha sometido a un tratamiento de congelación de óvulos en la Clínica IVI de Las Palmas.Q. C. (elpaís)

A Jessica Tejera, canaria y de 32 años, nadie la ha presionado en su trabajo para que postergue la maternidad y se dedique solo a su carrera. Ningún jefe le ha dicho que si es madre perderá oportunidades laborales, nadie la ha amenazado con el despido. Pero la presión ambiental está ahí. No en su empresa, sino en la sociedad. Así como la convicción de que los horarios laborales españoles, que en muchos casos exceden en varias horas a los escolares, son poco compatibles con la maternidad. “Un hijo es una responsabilidad y requiere un tiempo que yo he querido dedicar a ganarme mi puesto y demostrar mi valía”, dice esta empleada de la clínica IVI Las Palmas que congeló en este mismo centro sus óvulos en 2010.

Como Jessica, muchas mujeres sienten que a los treinta lo que toca es conseguir estabilidad en el trabajo y dejar la maternidad para más adelante. Por eso recurren a la congelación de óvulos. El número de mujeres que ha preservado su fertilidad de esta forma casi se ha duplicado en los últimos tres años, según las estadísticas de las clínicas de reproducción asistida que han facilitado los datos a este diario. El centro IVI (Instituto Valenciano de Infertilidad) atendió en 2013 a 700 mujeres en sus clínicas de toda España, 300 más que en 2012, y prevén que esta cifra siga aumentando en 2014. Y unas 60 mujeres recibió el Instituto Dexeus de Barcelona en 2013, el doble que el año anterior.

La congelación de óvulos empezó a utilizarse para dar una alternativa a las mujeres que tenían algún tipo de problema médico, la mayoría de ellas enfermas de cáncer que se sometían a tratamientos de quimioterapia. Pero ahora el perfil suele ser el de una mujer de entre 35-38 años, sin pareja estable, con trabajo e independencia económica, que prefiere posponer la maternidad por cuestiones sociales, no médicas. Este perfil supone un 65% del total. Solo un 30% lo hace por motivos oncológicos. Y, dentro de estos llamados motivos sociales, los más importantes son la presión laboral (25%) y la falta de pareja (75%), según las clínicas.

Otro de esos casos es el de Lucía, que no da su nombre real para que no la reconozcan en el banco donde trabaja. El futuro ideal de esta mujer incluye un compañero y dos o tres hijos: “una familia tradicional”, explica. Pero la ausencia de pareja estable y las ganas de progresar en su trabajo enfrían sus planes. Para no encontrarse con un quiero y no puedo cuando decida ser madre, esta madrileña de 34 años, congeló sus óvulos en junio. “Llevo cinco años en esta empresa y tengo posibilidades de promoción”, explica. “Si pudiera trabajar fuera, lo haría. Y todo esto es incompatible con un hijo”.

Lucía recurrió entonces a la vitrificación, una técnica que se generalizó hace solo cuatro años y que ha aumentado hasta el 90% la supervivencia de los ovocitos al congelarlos y descongelarlos. “De esa forma, aseguramos su buen estado para cuando la mujer desee usarlos en una fecundación in vitro”, explica Javier Domingo, médico de la clínica IVI Las Palmas.

Frente al progresivo aplazamiento de la maternidad —en 2013 la edad media de las españolas en su primer embarazo fue de 30,9 años, 18 meses más tarde que en 2002—, la fertilidad de las mujeres no espera. A partir de los 35, la cantidad y calidad de los óvulos disminuye. “A los 37, el semáforo se pone ámbar”, explica el doctor Pere Barri, con más de tres décadas de experiencia en reproducción asistida y padre de la primera niña probeta española. “A los 40, ya está en rojo. La posibilidad de un aborto, o de malformaciones, se dispara. Si se quiere preservar los óvulos, lo ideal es hacerlo antes”.

Facebook y Apple han provocado una gran polémica estas semanas al anunciar que abonarán a sus empleadas los 10.000 euros que cuesta en Silicon Valley la congelación de óvulos. La medida, calificada de “incentivo laboral”, pretende facilitar la plena dedicación al trabajo mediante el aplazamiento de la maternidad.

“Las trabajadoras han salido peor paradas de la crisis”, opina el abogado laboralista Carlos Javier Galán. Según el letrado, las empresas prefieren no contratar mujeres porque son las principales beneficiarias de las prestaciones por maternidad (solo el 1,25% de las parejas compartieron la baja en 2014). La propia Mónica de Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios, aseguraba hace tres semanas preferir contratar a menores de 25 o mayores de 45 para evitarse “el problema” de un embarazo en su empresa. Marisa Soleto, directora de la Fundación Mujeres, constata el problema y añade que se denuncia poco, o no se denuncia por la “doble discriminación”. “Si denuncias y ganas, tienes que reincorporarte al lugar donde se te discriminó, y eso desanima”, ilustra.

La Sociedad Española de Fertilidad desaconseja la fecundación a partir de los 50 años. “Una menopáusica podría gestar con un tratamiento hormonal y un embrión implantado”, afirma Eleuterio Hernández, médico de la clínica FivMadrid, “pero desde los 45 aumentan exponencialmente los riesgos”. Rafael Bernabéu, director de tres clínicas en Alicante, es tajante: “Lo ideal es gestar a los 25 años con tu pareja y en tu casa. Pero este no es un mundo ideal. Hay una hostilidad laboral sangrante hacia la maternidad. Ofrecemos ampliar el reloj biológico cinco, diez años. Y eso, al final, da más libertad a la mujer”.

Jessica Tejera espera no tener que sacar sus óvulos del frigo. Quiere quedarse embarazada en 2015, pero pretende lograrlo de forma natural. Ahora tiene pareja estable, casa y una estabilidad económica y laboral. Lucía, sin embargo, prefiere no marcarse plazos. “Me esforcé mucho en mis primeros años de trabajo. Ahora quiero disfrutar de lo que tengo y lo que me queda por conseguir”.

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