_
_
_
_

La ruta de la emigración portuguesa

Los accidentes de trabajadores son frecuentes en la autovía que une Francia y Portugal

Antonio y su mujer, María, viajaban en uno de los autobuses que chocaron.
Antonio y su mujer, María, viajaban en uno de los autobuses que chocaron.j. sanchón

El sábado por la tarde, algo más de medio centenar de portugueses cruzaron la antigua frontera de Fuentes de Oñoro (Salamanca) con destino a Francia y Suiza en un autobús de línea regular que une los tres países. La mayoría de los pasajeros iban a Niza y a Grenoble. Casi todos, a trabajar en el sector de la construcción.

De los 59 que salieron, tres no llegaron a su destino. Fallecieron en el fatal accidente de tráfico que ocurrió sobre las nueve de la noche en el término municipal de Torquemada (Palencia). El autobús que los llevaba a sus lugares de trabajo paró en un área de servicio, donde después de cenar los pasajeros se dividieron en dos vehículos. Uno, con dirección a Niza. Otro, a Grenoble. En el momento de salir del área de servicio, e incorporarse a la Autovía A-62, la antiguamente conocida como ruta de los portugueses, el primero de ellos frenó por motivos desconocidos. El segundo no pudo evitar la colisión y tras un volantazo a la izquierda chocó con fuerza. El resultado, tres muertos, varones de 74, 64 y 35 años.

Uno de los que se salvó fue Antonio, de 49 años, que viajaba en el autobús que colisionó. Lleva cuatro años en Niza, trabajando “en la construcción”, porque es en Francia “donde todavía hay trabajo”. Viajaba con él María, su mujer, de 47 años, que solo sufrió “magulladuras” en el costado izquierdo. Él es uno de los 120.000 portugueses que tienen que salir de su país por la falta de empleo, según datos que facilitó en mayo pasado la Secretaría de Estado de Comunidades Portuguesas.

Y él salió hacia Francia como miles de portugueses. Esta cifra es perceptible cada fin de semana en la A-62, la carretera que une Burgos con Fuentes de Oñoro (Salamanca), como vía de entrada a Portugal. Cada viernes, vehículos llenos de trabajadores, muchos de ellos furgonetas de siete o nueve plazas, bajan hacia el país luso. Los domingos suben hacia el norte de España o Francia.

Antonio habitualmente no viaja en autobús sino en su coche desde Niza a Povoa de Varzim, la ciudad del distrito de Oporto donde viven su mujer y sus hijos, mayores de 20 años. Lleva en Niza cuatro años y antes, desde 2006, trabajó en otras ciudades francesas. Y siempre que vuelve a su casa, recorre la A-62, la carretera que antes de convertirse en autovía era conocida como ruta de los portugueses o carretera de la muerte. Hasta ahora, conduciendo su coche, “nunca” le había pasado nada.

Antonio estaba asustado, “temeroso” decía él. A la una de la mañana todavía tenía pequeñas heridas en su cara por el accidente en Torquemada. Era de los pocos que se mostraba tranquilo. Otra treintena de pasajeros apenas bajaban del autobús que se había preparado para continuar el viaje. En una estación de servicio de Quintana del Puente (Palencia) esperaban para seguir hacia Francia. Ninguno se echó atrás. Eso sí, el silencio dentro del autobús denotaba el miedo que habían pasado horas antes.

Fuentes de la Guardia Civil reconocen que el cansancio y la distracción, fruto de esa fatiga, son las principales causas de los accidentes en esta autovía. Es verdad, dicen las mismas fuentes, que el “número de siniestros disminuye considerablemente”. Pero también es real que los accidentes con vehículos de trabajadores portugueses siempre tienen un importante número de víctimas.

En 2008, en la zona donde se produjo el choque este sábado, otro accidente acabó con la vida de seis electricistas lusos que viajaban en una furgoneta. Entre 2006 y 2008 fallecieron en esta autovía diez trabajadores en siniestros ocurridos a primera hora de la mañana o de la noche. La mayoría viajaban en furgonetas.

Antonio reconoce que “tuvo suerte”, mientras su mujer María le limpia restos de sangre en su cara. Todavía recuerda los gritos de “cuidado, cuidado, cuidado” antes de que sintiera el golpe del autobús en el que viajaba contra el otro en el que iban sus compatriotas. Y también recuerda cómo saltaron los cristales, y cómo se golpearon contra los asientos por el efecto de la colisión. Pero Antonio se salvó. Como María. Y como otros 50 pasajeros. Tres no llegaron a Francia, entre ellos el conductor auxiliar del segundo autobús.

Mientras tanto, la A-62 seguía frecuentada por camiones y vehículos con matrículas portuguesas. Sobre las 11 de la noche, en las proximidades de Tordesillas, pasaba una veintena de coches, algunas furgonetas. Y las áreas de servicio estaban llenas de camiones y automóviles particulares con matrículas de Portugal.

Antonio mira al suelo y dice: “Los políticos se llenan los bolsillos mientras nosotros tenemos que salir de nuestro país para trabajar”. Su mujer asiente. Los dos siguieron su viaje a Niza por la temida ruta de los portugueses, que este sábado volvió a convertirse en carretera de la muerte.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_