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El negocio de la proclamación

Comerciantes y particulares intentan sacar el máximo beneficio del acto de hoy en Madrid

Una vecina de Madrid se asoma al balcón, del que pende la bandera española.
Una vecina de Madrid se asoma al balcón, del que pende la bandera española.Claudio Álvarez

Se mire donde se mire, ahí están las caras de Felipe y Letizia. Tazas, abanicos, botellas de vino, llaveros... Todos llevan ya el rostro de los nuevos Reyes. En Madrid Souvenirs, en Ópera, las dependientas no dan abasto. La fila de clientes llega hasta la puerta.

 — ¿La tienes en rosa? Soy muy presumida...

Mercedes Sánchez, de familia republicana, ha recorrido todas las tiendas de regalos que ha visto a su paso para encontrar una camiseta con la imagen de los nuevos monarcas. Al final ha dado con ella en una tienda que apenas lleva abierta una semana. “A mis 60 años, me hace ilusión vivir este momento histórico”, comenta mientras le echa un vistazo a otros objetos diseñados para la ocasión. Los imanes, 3 euros; un plato grande, 11,95; y las sudaderas, a 24,95.

Los vendedores madrileños no han dudado en aprovechar la ocasión para hacer su agosto. “Encargamos el diseño en cuanto supimos que don Juan Carlos abdicaba. Todo ha sido en tiempo récord”, explica Miguel García, responsable de otra tienda de recuerdos. El empresario asegura que la mayoría de los compradores son personas mayores. Pero hay excepciones. Álvaro roza los 20 años y también anda buscando lo último en merchandising real. Su mejor amigo es un apasionado de la historia y, como vive en Estados Unidos, quiere enviarle algunos recuerdos.

Los comerciantes no son los únicos que sacan tajada de esta jornada. Carmen Núñez y su marido no son monárquicos acérrimos, pero pensaron que si colgaban una bandera de España en el balcón lograrían atraer a quien sí lo es. Y su estrategia ha dado resultado. La pareja ha llegado a un acuerdo con un matrimonio de Sevilla que buscaba una terraza en Gran Vía para ver pasar a don Felipe. ¿El precio? 1.000 euros. La suma incluye pasar allí la noche. “Cuando se casaron Felipe y Letizia hubo una vecina que sacó 3.000 euros. La economía era otra”, comenta la mujer.

Cobro 1.000 euros por alquilar el balcón. En la boda, una vecina sacó 3.000. Es la crisis”

En la plaza de Oriente, los residentes discrepan. Concha Pelayo sabe que podría ganar mucho dinero a costa de sus privilegiadas vistas: el balcón del Palacio Real —el único punto del recorrido donde se podrá ver a don Juan Carlos junto a su hijo— le pilla justo enfrente. “Mi hijo es periodista y, por solidaridad, dejo que pasen los medios a realizar alguna toma. Pero sin cobrar”. Dos pisos más arriba, Victoria Navarro no se resiste ante la posibilidad de llevarse un pellizco: “No tenía pensado alquilarlo, pero si me das 5.000 euros es tuyo”.

Otros como Alain Fetis, un francés que lleva más de tres décadas viviendo en la calle de Bailén, propone una cosa distinta. Este jubilado del sector hostelero ha estado días repartiendo cuartillas con fotos hechas desde la terraza de su casa, esperando que alguien se interese por su balcón, aunque sostiene que no tiene intención de ganar un duro con ello. “Quiero que venga una cadena de televisión, preferiblemente extranjera, para que haga promoción del turismo español. O alguien que, a cambio, le ofrezca un trabajo a mi hija; es psicóloga”.

Ajeno a este negocio, Eduardo Calvo templa su sed en la barra del mítico restaurante Lhardy. El abogado tiene su despacho en la Puerta del Sol, donde los quiosqueros han querido sumarse a la moda de la bandera. Calvo también ha sacado la suya al balcón. “Cada dos por tres exhiben allí las enseñas republicanas. Pues yo ahora aprovecho y pongo la mía”, apunta. La dueña del establecimiento, Milagros Novo, asegura que por allí han pasado hasta seis generaciones de Borbones. La primera fue Isabel II. La hostelera ya ha reservado un hueco en la pared del comedor donde colgar una fotografía firmada por los nuevos monarcas.

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