37 candidaturas ponen a prueba la fuerza del bipartidismo

Las séptimas elecciones europeas que se celebran este domingo en España, a las que están llamadas a votar más de 36 millones de personas, decidirán en las urnas si lo que detectan las encuestas desde hace varios años -el declive de la hegemonía absoluta de los dos grandes partidos, PP y PSOE- se convierte en realidad oficial tras el escrutinio de esta noche.

Los últimos sondeos pronostican la participación más baja de la historia -los comicios europeos celebrados en 2009 ya registraron el peor dato, con el 44,87%- y también la caída del bipartidismo, que pasaría de sumar más del 80% de los escaños españoles en el Parlamento europeo (47 de 54) a quedarse con 39 de las 54 actas en juego (poco más del 70%).

El reparto de escaños, según esas encuestas, daría entrada en el parlamento a ocho de las 39 candidaturas que se han presentado en España a las elecciones europeas con 2.368 aspirantes a eurodiputados (un 53,7% hombres y un 46,7% mujeres). De esta manera, 37 candidaturas ponen a prueba la hegemonía del bipartidismo de las otras dos candidaturas de PP y PSOE, formaciones políticas que se alternan en el poder de las principales instituciones desde hace más de 30 años. Sólo un puñado de esas 37 candidaturas, apenas media docena, tiene opciones reales de arañar poder a socialistas y populares.

Si los sondeos aciertan, cerca de 20 millones de personas se quedarán en casa sin votar en el día de hoy, por lo que las proyecciones que se hagan de los resultados a futuras convocatorias electorales, donde se registran porcentajes de participación muy superiores a los comicios europeos, tendrán un amplio margen de error. Pese a ello, el ascenso que pronostican los distintos sondeos de UPyD e IU apunta un mapa electoral español donde sin el apoyo de alguna de estas dos formaciones será complicado formar gobiernos estables en las principales instituciones municipales, autonómicas y nacionales.

La encuesta real que se celebra hoy en toda España tendrá un valor especial en Cataluña, donde los partidos que impulsan el proceso independentista (CiU y ERC) quieren convertir los resultados en una prueba de que su desafío soberanista contra la Constitución tiene suficientes apoyos ciudadanos como para consolidarse.