“La UE debe fijar cuotas con los países de origen de los inmigrantes”
El primer y único eurodiputado de UPyD aspira a la reelección y, si se cumplen las encuestas, a no estar solo en el Europarlamento
Ha sido, durante cinco años, el primer —y único— eurodiputado de UPyD. En el grupo de “no inscritos”, algo en lo que él no ve un signo de indefinición ideológica de su partido sino una oportunidad para conciliar sus dos almas: la socialdemócrata y la liberal. Francisco Sosa Wagner (Alhucemas, Marruecos, 1946), catedrático de Derecho Administrativo, escritor y político, aspira a la reelección y, si se cumplen las encuestas —UPyD sube—, a no estar tan solo en la próxima legislatura.
Pregunta. ¿Qué aporta en el Parlamento Europeo un partido como el suyo, con solo 6.500 afiliados, 162 cargos públicos y, hasta ahora, un eurodiputado?
Respuesta. Pues ha aportado mucho. El Parlamento Europeo no es como el español o el francés, donde quienes manejan el asunto son los portavoces. Allí cada diputado tiene una gran libertad, y eso lo he aprovechado yo para hacer muchas cosas. Cuando llegué en 2009 pensé que nunca me tocaría hablar en un pleno. Y he hablado en todos.
P. Además de hablar, ¿puede influir en algo?
R. Sí. Yo he participado en la elaboración de informes muy importantes. Por ejemplo, soy el autor del informe del Parlamento Europeo sobre interconexiones energéticas, que luego dio lugar a un reglamento y que ahora está de enorme actualidad por el tema de Ucrania. Yo no hice ese reglamento, pero sí el informe sobre el que se basó. Lleva mi firma. Y nada más llegar me tocó hacer otro informe complicadísimo sobre la posición de la UE acerca del gobierno de Internet, que me dio unos quebraderos de cabeza...
La crisis reforzó el papel de algo que no tenía nada que ver con la UE: el Fondo Monetario Internacional
P. ¿Pero por qué le encargan esos informes a usted?
R. Bueno, porque allí esto funciona así, es muy igualitario. En cada comisión caen una serie de encargos... y me tocó a mí. Y he hecho más informes. Y cerca de 180 intervenciones y más de 200 preguntas parlamentarias...
P. ¿Qué le dice al PP y al PSOE, que argumentan que la única alternativa real de Gobierno en Europa son ellos?
R. Con esa tesis también habría que suprimir a los liberales, a los verdes... Evidentemente, el reparto de cargos es entre los dos grandes, los demás no tocamos bola. Pero en el trabajo en el Parlamento Europeo cualquier diputado tiene un peso.
P. Ese mensaje sobre la importancia del Parlamento ¿no ha perdido legitimidad en una legislatura en la que muchas políticas han sido dictadas por la troika?
R. Sí, la crisis ha producido varias malformaciones: ha reforzado al Consejo Europeo, el Ecofin, el BCE y a algo que no tenía nada que ver con la UE: el FMI; se ha producido una pérdida del método comunitario a la hora de resolver algunos asuntos; y ha habido ciertamente un oscurecimiento del papel del Parlamento. Se trata de rectificar ahora: recuperar el poder del Parlamento y colocar a cada una de esas instituciones en su sitio. Nosotros pedimos la supresión del Consejo Europeo.
Hay que recuperar el poder del Parlamento y suprimir el Consejo
P. ¿Y qué diría a quien se inclina esta vez por votar a partidos aún más nuevos y más pequeños que el suyo?
R. Yo estuve en el nacimiento de UPyD y me he dado cuenta de que crear un partido no es una cosa sencilla. UPyD surgió con una bandera: la corrección de los excesos del proceso autonómico. Pero claro, luego eso empieza a funcionar como partido... Y hay que contestar a todas y cada una de las cosas que en la sociedad están. Ya no vale hablar solo del Estado autonómico. Allá donde vas te preguntan: “¿Y qué piensa de la política energética?” “¿Y de la recogida de basuras?” “¿Y del fracking para obtener gas?” Para eso están los congresos del partido, para formar un cuerpo doctrinal... Estos partidos nuevos no han pasado por eso. Y los partidos tienen que tener ese cuerpo doctrinal, no vale simplemente un repente. Lo he vivido en UPyD...
P. ¿Lo ha vivido en UPyD?
R. Bueno, lo he vivido poco porque yo hago poca política de partido.
El aspirante, visto por sí mismo
“Soy dos cosas: bibliófilo y grafómano. Llevo conmigo mi libro electrónico. Ahí no incorporo libros nuevos, esos los compro en papel; en el libro electrónico llevo El Quijote, a San Juan de la Cruz, El Buscón, a Rubén Darío... Los leo a diario, precisamente para erradicar de mi cabeza todos estos otros temas de los que hemos estado hablando... Es una forma de esponjar la mente y no dejarse aturdir. Usted no sabe la prosa que se produce en las instituciones europeas... Es algo abominable. Si no te escapas de eso acabas con la cabeza embotada. Luego tengo otra afición, que es escribir. Tengo varias novelas y un premio literario, el Miguel Delibes. Si no hubiera podido simultanear en estos cinco años el trabajo parlamentario con la escritura, no hubiera repetido como candidato. Y soy muy aficionado a la música: la ópera me gusta mucho, aun cuando no sé nada. Me suelo calificar como asturleonés de Marruecos. Nací en Marruecos, donde mi padre era médico civil, y viví allí hasta los 11 años. Trabajé en la Universidad de Oviedo y en la de León, y me identifico mucho con esas regiones. También con Valencia, mi madre vive allí...”.
P. ¿Debe asumir la UE las competencias en inmigración?
R. Hay que conjugar tres verbos: ordenar, organizar e integrar. Ordenar significa que por medio de leyes europeas se definan perfectamente la política de flujos migratorios, política común de visados y de lucha contra la falsificación de visados...
P. ¿Una ley de inmigración europea, común para todos?
R. Exacto. En segundo lugar, organizar: que las instituciones europeas, no los Estados, lleguen a convenios con los países de origen de los inmigrantes para fijar los términos exactos de la inmigración que puede absorber Europa. Eso daría un golpe demoledor a las mafias...
P. ¿Quiere decir un acuerdo de la UE con todos los países africanos, por ejemplo, con cuotas de visados, y que sus gobiernos controlen la salida de quienes tratan de emigrar?
R. Sí.
P. ¿Eso es realista?
R. Bueno, yo entiendo que ese es el esfuerzo que hay que hacer para conseguir que la gente que ahora, por ejemplo, entra por Melilla, no sea ilegal, sea legal. Esto sería cambiar el enfoque: legales, no ilegales. Y, en tercer lugar, integrar: que quien viene respete las leyes europeas y la Carta de Derechos Fundamentales, y aprenda el idioma. Lo contrario lleva a la formación de guetos. Todo lo que los demócratas no hagamos por integrar a los inmigrantes lo harán los xenófobos por expulsarlos. Y nosotros, con una población europea tan envejecida, no nos podemos permitir expulsar a los inmigrantes: los necesitamos. Claramente los necesitamos. Es una política suicida decir: “No queremos que vengan los inmigrantes”. ¡Claro que queremos que vengan! Europa necesita sangre nueva.
Necesitamos a los inmigrantes. La baja natalidad europea ya es algo civilizatorio
P. ¿Para garantizar el pago de las pensiones de los europeos?
R. Tenemos que asumir que el hecho de que los europeos tengan pocos hijos es algo que ya no es episódico, es algo más de fondo, más cultural, más civilizatorio. Las políticas de ayuda a la familia, de que el Gobierno te dé un cheque para la guardería del niño... eso ya no va a funcionar.
P. Usted sostiene que Europa tiene dos bombas: el paro y el envejecimiento de la población. ¿Qué propone para desactivarlas?
R. Inversión pública en sectores económicos relacionados con el ahorro y la eficiencia energética: fabricación de coches, electrodomésticos, construcción de casas con criterios de eficiencia... Y, del mismo modo, creación de empleos ligados a la atención a personas mayores y a discapacitados.
P. ¿Qué impuestos igualaría en la UE?
R. Yo me limitaría al de sociedades. Es el que genera más desigualdad entre los países.
Soy partidario de eliminar algunas comunidades y Ayuntamientos
P. Usted fue miembro de la comisión de expertos que participó en el diseño del modelo autonómico. ¿Hay que reformarlo ahora?
R. Evidentemente, sí. A partir de 2004, al abrirse la reforma de los Estatutos sin tener un plan, es cuando el sistema se desintegra.
P. ¿Fusionaría Ayuntamientos?
R. Sí, por supuesto.
P. ¿Eliminaría comunidades autónomas?
R. Sí, por supuesto.
P. ¿Cuántas? ¿Cuáles?
R. Eso habría que verlo.
P. ¿Recuperaría competencias para el Estado?
R. Sí. Educación y Sanidad.
P. ¿Defiende alguna regulación legal de las redes sociales?
R. No. El poder público no debe meterse ahí. La persecución de los delitos sí, pero eso ya existe.
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