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Una caída en desgracia en León

Montserrat Triana quiso hacer carrera profesional y política bajo el paraguas de Carrasco Algo falló y la ingeniera de Telecomunicaciones fue marginada en la Diputación y en el PP

Luis Gómez
Reunión en la Diputación de León de alcaldes afectados por el apagón digital.
Reunión en la Diputación de León de alcaldes afectados por el apagón digital. Mauricio Peña

Sobre los usos y costumbres de Isabel Carrasco en el ejercicio de su gran autoridad en León se irán conociendo detalles conforme desaparezca el duelo, se abran las compuertas del PP local y aparezcan los candidatos a conquistar los espacios que ocupaba una sola persona. Porque en León sólo mandaba “La Carrasco”. Interpretar el asesinato de la presidenta de la Diputación como un asunto estrictamente personal, como una venganza, es una limitación de los hechos que distintas fuentes próximas al partido reconocen cuando tratan de explicar un asesinato que ha conmocionado la política nacional. Nadie en el PP era ajeno a lo que sucedía en León y el caso de Montserrat Triana Martínez, hija de la asesina confesa de Carrasco, era uno de tantos sucesos que habrían quedado como anécdotas de consumo interno. Martínez quiso hacer carrera profesional y política bajo el paraguas de Carrasco. Algo falló y ella cayó en desgracia. Como tantos otros en la provincia.

Caer en desgracia en León dependía de “La Carrasco”. No había medias tintas. Ella regía los destinos y movía las piezas, con una forma de expresarse que cabría calificar como cuartelera: no tenía pelos en la lengua. Montserrat Triana entró en la Diputación por recomendación para ocupar una plaza de interina en un puesto técnico, para el que estaba cualificada con su titulo de ingeniera de Telecomunicaciones por la Universidad de Cantabria. No está claro hasta dónde aceptó la sumisión que imponía la presidenta, pero sí que gozó de una temporada con el viento a favor que le permitió progresar, tener un buen salario, aceptar trabajos extraordinarios e incluso comenzar una carrera política previa afiliación al PP, figurando en el séptimo lugar en las municipales de Astorga en 2007. Por un puesto se quedó fuera, pero de eso no tuvo la culpa nadie. Participó en la campaña y creyó que tarde o temprano llegaría su momento. No era una persona excesivamente abierta y tenía un carácter fuerte, según comentaban compañeros del partido.

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Pero en algún momento del año 2011, las cosas se torcieron. No hay hasta el momento detalles de cuál fue la causa de que el viento dejara de soplar a favor. Carrasco imponía decisiones técnicas que no todos los funcionarios estaban dispuestos a seguir o a firmar, porque la presidenta no firmaba, imponía que otros firmaran sus decisiones. Montserrat Triana Martínez pierde su plaza ante otra persona igualmente recomendada. Pierde su trabajo y, casualmente, llega el momento en el que el concejal Andrés Mures dimite de su cargo por desavenencias con el jefe del partido en Astorga. Febrero de 2011. Su plaza la debe ocupar la número siete, Montserrat Triana Martínez, pero sorprendentemente, queda vacía, bajo la excusa de que no era necesario ocuparla porque quedaban tres meses hasta las municipales de 2011. La realidad, confirmada por fuentes del partido en Astorga, es que hubo una instrucción precisa de la presidenta. Y sus órdenes iban más allá: Montserrat Triana no debería estar en ninguna lista futura del PP. Ahí terminó su carrera política.

Como terminó también unos años antes la de Carlos Fernández Tejerina, un militante del PP que había sido subdelegado del Gobierno en Ibiza y que se atrevió a presentarse como candidato a la presidencia del PP de León frente a Isabel Carrasco. Aparentemente, era un ejemplo de democracia interna, y así lo dijo Isabel Carrasco, pero a Tejerina le negaron hasta las listas de los afiliados. Un día acudió al partido a poner un fax reclamando a la dirección regional el trato discriminatorio que estaba sufriendo. El gerente del partido se lo negó y Tejerina decidió no moverse de la sede hasta que le permitieran hacerlo. Aguantó más de 24 horas en la sede, provocó un escándalo, y se tuvo que marchar antes de que viniera la policía. Perdió aquellas elecciones pero, año y medio después, cuando nadie se acordaba de ese episodio, le llegó un expediente de expulsión. Tejerina y quienes le apoyaron fueron expulsados del partido.

En el caso de Montserrat Triana Martínez, la defunción política vino acompañada de una sutil forma de exclusión profesional. Tras dejar la Diputación, ninguna empresa o municipio de la provincia demandó sus servicios. La Diputación no se olvidó de ella y terminó reclamándole por vía judicial unas cantidades, al parecer indebidamente cobradas en los buenos tiempos. Ni siquiera la Diputación, convertida en una maquinaria implacable al servicio de su presidenta, aceptó la petición que hizo Montserrat Triana de pagar la deuda en varios plazos. No hubo misericordia en este caso. De esas cantidades que había que devolver (cuya cuantía total no se ha precisado) nacen las especulaciones sobre el temor de Montserrat Triana a sufrir el embargo de su domicilio en León y una depresión, según comentan algunos miembros del partido. Lo cierto es que, a partir de 2011, se perdió su pista en el PP de León.

Su marcha coincide con el final del caso de las oposiciones para auxiliares de la Diputación, donde se descubrió que la mayoría de los 40 agraciados no solo eran familiares de altos cargos o directamente afiliados del PP local, sino que habían conseguido una cantidad inaudita de sobresalientes en sus calificaciones. El juez concluyó que no resultaba penalmente relevante el hecho de que de los opositores que superaron la prueba tuvieran “vínculos político-familiares” con el PP.

El caso de Montserrat Triana Martínez, donde se mezclan decisiones técnicas y decisiones políticas, puede parecer un episodio menor en la vida interna de los partidos políticos, pero ha terminado por convertirse en un hecho relevante en León. Queda por saber con exactitud cuáles son las circunstancias que han terminado por servir de argumento para una venganza.

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