La última Nochevieja de una joven francesa en Madrid
Rachel, de 27 años, falleció por un colapso tras consumir heroína Su compañero Benoît está ingresado en el hospital aunque fuera de peligro
Rachel M. viajó a Madrid para celebrar la Nochevieja sin imaginarse que sería su última. La joven, de 27 años, originaria de un pequeño pueblo del sureste de Francia, recorrió cientos de kilómetros en autocaravana con su compañero Benoît R., de 23 años, para unirse a la celebración madrileña. La diversión acabó en tragedia cuando la chica sufrió un colapso en plena calle y murió al llegar al hospital por una sobredosis de heroína. Mejor suerte ha tenido Benoît, de 23 años. También ingresado, se encuentra fuera de peligro en la clínica de la Fundación Jiménez Díaz.
“No sabemos nada sobre lo que ha ocurrido realmente”, explica por teléfono la hermana de Rachel. Conmocionada por la repentina muerte de la joven, la chica se muestra enfadada con las informaciones de la prensa, que en su opinión no pueden corresponder con la realidad. “Vivimos un momento de gran dolor y no queremos hablar”, zanja.
La familia vive en la localidad de Montlaux, de apenas 140 habitantes, un pueblo tranquilo y campestre del departamento de Alpes de Alta Provenza. Se encuentra a orillas del pequeño río L’Auzon, que alimentaba en su día tres molinos hoy convertidos en alojamiento rural, y a los pies de la montaña de Lure. Los padres viven en una granja de piedra del siglo XIX, donde producían, antes de jubilarse la madre, quesos de cabra y siguen vendiendo carne ecológica. Alquilan también un tercio del lugar, con capacidad para ocho personas.
Un cóctel mortal
La muerte de la joven francesa en Madrid vuelve a poner de manifiesto que la heroína no es una droga del pasado o de ambientes marginales. Para explicarse lo sucedido, la policía baraja la posibilidad de que, al margen de la heroína, los dos compañeros hubieran inhalado un cóctel de sustancias que terminaron por provocar el colapso a la mujer. Por ello se han enviado muestras al Instituto Nacional de Toxicología, para que dictamine sobre los restos de otros tipos de sustancias.
Según fuentes de la lucha contra estupefacientes, el consumo de heroína conoce un repunte en España en los últimos cinco años, a menudo combinado con otras sustancias como la cocaína. Fuentes del Proyecto Hombre señalan que la mayoría de los consumidores (un 60%) optan por fumarla o inhalarla, como posiblemente ocurrió con Rachel M. y Benoît R., tras calentarla en un chino (un trozo de papel de aluminio) y en combinación con alcohol. El segundo modo de consumo más frecuente es inyectada (un 20%) y de forma minoritaria, esnifada. La excesiva pureza de la droga combinada con el hecho de que no fuesen consumidores habituales también se baraja como una posible causa del suceso.
Lejos de este apacible entorno Rachel decidió celebrar la Nochevieja. Con su compañero Benoît viajó hasta Madrid, donde llegó unos días antes del fin de año. La pareja dejó aparcada su autocaravana en un descampado de Carabanchel, cercano al metro de Oporto. La noche del drama, pasaron primero por el poblado de Valdemingómez, conocido supermercado de la droga, donde, según ha confirmado el joven a la policía, compraron unas papelinas. De allí fueron al barrio multicultural de Lavapiés, donde se reunieron con unos amigos.
La fiesta acabó en drama cuando, entrada la madrugada, Rachel, que aparentemente no era consumidora habitual, se desplomó a la altura del número 41 de la calle Mesón de Paredes. Atendida por el Samur, se encontraba en parada respiratoria y fue trasladada al hospital, donde los facultativos no pudieron hacer nada para salvarla. La autopsia confirmó el viernes por la mañana que murió por sobredosis de heroína, posiblemente debida a la pureza de la droga. Benoît se encontraba también inconsciente cuando llegaron los servicios de emergencia y fue ingresado en estado grave. Se encuentra ya fuera de peligro, ha retomado consciencia y ha sido trasladado a planta.
Frente a su domicilio de Gif-sur-Seine, a unos 25 km al suroeste de París, el padre de Benoît, un hombre de unos 60 años con pelo blanco y barba generosa, explica que espera ahora el regreso de su hijo. Muy afectado, sin ganas de entrar en detalles, confirma que estaba al tanto del viaje de Benoît. “El problema no es que viajara a Madrid, el problema es cómo un chico con tantas cualidades acaba así”, murmura emocionado.
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