La agonía del inmigrante camerunés Clément a las puertas de Melilla
Cuatro ONG marroquíes denuncian conjuntamente la represión que padecen los subsaharianos La cineasta italiana Sara Cresta rodó la muerte, en el monte Gurugú, de un joven "sin papeles"
Clément, inmigrante camerunés, murió en el monte Gurugú, ante la cámara, el 16 de marzo pasado. Estaba herido, no tuvo atención médica. Sus compañeros de infortunio lo enterraron a las puertas de Melilla. La cineasta italiana Sara Creta grabó su agonía.
Cinco días antes el joven camerunés participó, de madrugada, en un intento de unos 150 subsaharianos de saltar la valla de Melilla. Un tercio lo lograron, según la Delegación del Gobierno en la ciudad, pero Clément estuvo entre los que fracasaron. La delegación informó de que hubo doce heridos en el asalto, entre ellos dos agentes de la Guardia Civil, pero los testimonios recogidos por Creta prueban que fueron muchos más.
Cuatro ONG marroquíes denunciaron hoy, viernes, en una rueda de prensa en Rabat, la represión que padecen los migrantes en la frontera norte de Marruecos que, aseguran, “se ha duplicado desde finales de 2011”. Entre los acusadores figura la acreditada Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), el Grupo Antirracista de Acompañamiento y Defensa de los Extranjeros (GADEM), Foro Alternativas Marruecos y la Asociación Luz de la Inmigración Clandestina en el Magreb (Alecma).
Fueron los militantes de esta última ONG los que, el 16 de marzo, recorrieron el monte Gurugú con la cineasta Creta. Tras ser brevemente atendido, de sus heridas en la cabeza, en el hospital de Nador, la ciudad marroquí pegada a Melilla, Clément fue abandonado en el monte. En estado semi comatoso no tiene fuerza para hablar ante la cámara. Las imágenes de su agonía han sido hechas públicas tras obtener la autorización de sus familiares en Camerún. El cortometraje de Creta fue presentado durante la rueda de prensa a la que asistió el hermano de Clément.
Los demás subsaharianos heridos y refugiados en el Gurugú, y otros en buen estado de salud, sí se expresaron para denunciar las palizas y los robos que padecen, por parte de las Fuerzas Auxiliares marroquíes, y también los golpes que les propicia la Guardia Civil española. Varios inmigrantes aseguran que lograron entrar en Melilla, pero que fueron devueltos a Marruecos manu militari. De ser cierto su testimonio la Guardia Civil incumpliría la ley de extranjería.
La Asociación Unificada de Guardias Civiles preguntó a mediados de mes al fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, si los agentes en Melilla pueden estar cometiendo alguna ilegalidad al cumplir órdenes de sus mandos para que expulsen “en caliente” a los inmigrantes que han logrado poner un pie en la ciudad. Esta iniciativa indispuso al delegado del Gobierno, Abdelmalik el Barkani. “Cualquier guardia debería saber cuáles son sus funciones”, afirmó ante la prensa.
Las cuatro ONG marroquíes han lanzado una campaña titulada “Nº 9 – Alto a la violencia en las fronteras” para denunciar la represión cotidiana y sistemática de los migrantes y los abusos cometidos contra ellos en la verja de 12 kilómetros y seis metros de altura que rodea Melilla. El número 9 es, con frecuencia, en el fútbol, el delantero o principal responsable de marcar goles. En África subsahariana se llama a veces Nº 9 a los jóvenes que tratan de llegar a Europa.
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