Lo posible, lo probable, lo previsto
Final para la investigación de la desaparición de un jefe de ETA
Todo el mundo sabía, salvo quizá su familia, que la investigación sobre la desaparición del dirigente de ETA (Político-militar) Eduardo Moreno Bergaretxe, Pertur, el 23 de julio de 1976, realizada por la Audiencia Nacional, iba a acabar archivada por falta de autor conocido. Era lo previsto.
Y no es porque el juez Fernando Andreu no haya realizado su trabajo concienzudamente, sino porque han transcurrido más de 36 años desde que ocurrieron los hechos, no hay nada más difícil que investigar un secuestro y presumible asesinato sin disponer del cadáver y, como suele decir un abogado de la izquierda abertzale, la suma de sospechas no constituye delito, lo mismo que en el fútbol la suma de postes no hacen gol. De modo que como no existen pruebas suficientes todo el mundo es inocente porque no se ha demostrado lo contrario.
Sin embargo, las pesquisas parecen haber reforzado una hipótesis frente a las otras. Durante años, en Euskadi, circuló la leyenda negra y el convencimiento de que Pertur había sido eliminado por los Bereziak, o comandos especiales de ETA (p-m). No obstante, el secuestro fue reivindicado —aunque sin mayor consistencia— por tres grupos de ultraderechistas al mismo tiempo y hace pocos años, hubo quien trató de blanquear la historia con una nueva hipótesis que culpaba a neofascistas italianos, siempre con una supuesta vinculación con la policía y la Guardia Civil. Nunca hubo redada ni registros por datos que hubiera podido proporcionar Pertur. Pero es lo posible.
El caso es que la investigación ha aportado nuevos datos. Se sabía que Pertur desapareció sin dejar rastro después de que dos de sus rivales políticos Miguel Ángel Apalategi, Apala, y Francisco Mujika, Pakito, le llevaran en coche de San Juan de Luz a Behobia (sur de Francia), un trayecto de 12 kilómetros, en el que se suele tardar un cuarto de hora, y para el que invirtieron una hora y media, sin que dieran una explicación razonable para ello.
Se conocían las discrepancias que Pertur, jefe del aparato político, mantenía con los Bereziak —encargados de realizar las operaciones especiales, léase atentados, y que precisamente dirigían Apala y Pakito— y con Antxon Etxebeste, responsable del aparato político-militar. Los duros acusaban a Pertur de ser “un liquidacionista”, es decir, de querer abandonar la lucha armada para formar un partido político y de haber puenteado a la dirección al tratar de influir en los presos de la banda. También se sabía que en mayo de 1976, Antxon había arrestado a Pertur por indisciplina, pero que en una Conferencia de Cuadros de la organización, los asistentes habían exigido la presencia del retenido, obligando a Antxon a recular. En esa asamblea hubo un varapalo para todos y tanto Pertur, como Antxon y Apala fueron destituidos de sus cargos. La nueva dirección recomendó a Pertur que cambiara de domicilio para evitar represalias.
Se conocía también la carta manuscrita que Pertur remitió a su novia, Lourdes Auzmendi, 13 días antes de su desaparición. En ella calificaba a los Bereziak de “bestias” que habían convertido a ETA en un estado policial y manifestaba: “No logro zafarme de esa dinámica infernal de las conspiraciones, del infundio, de la mentira, etc.; de esa dinámica que tiende a eliminar rivales políticos no por medio del debate político, sino a través de sucias maniobras en nombre de la disciplina, de la seguridad”.
En cambio, no se conocía la revelación de Lourdes Auzmendi al juez, según la cual un exmiembro de ETA que había coincidido con Apala en Nicaragua le había contado que este había reconocido que a Pertur “le habían secuestrado ellos, le habían dado muerte y le habían tirado al mar”. Lo probable.
Tampoco se sabía que los dirigentes de ETA Militar Argala y Txomin, ya fallecidos, llegaron a consolar a Auzmendi por su pérdida y le expresaron su convicción de que habían sido polimilis rivales los que habían hecho desaparecer a Pertur.
El periodista Ander Landaburu, que trató de investigar el caso en el sur de Francia, fue conminado a parar las pesquisas o atenerse a las circunstancias. El consejero del Gobierno vasco en el exilio Mikel Isasi le había expresado su sospecha de que los Bereziak eran los autores del secuestro. Antxon Etxebeste y Pakito han asegurado que ETA no tuvo nada que ver con la desaparición de Pertur. Apala está en paradero desconocido.
Decía G. K. Chesterton: “Puedo creer lo imposible, pero no lo improbable”. Usted, lector, puede creer lo que quiera.
Sígueme en Twitter @TxetxoY y en blogs.elpais.com/despejen-la-sala
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.