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Urkullu, equidistante de Mas y Bildu

El PNV pone prudencia en sus apuestas identitarias para atraerse garantizarse el voto útil Evita todo paralelismo con Cataluña

El candidato a 'lehendakari', Iñigo Urkullu, durante su visita a Agurain.
El candidato a 'lehendakari', Iñigo Urkullu, durante su visita a Agurain.ADRIAN RUIZ DE HIERRO (EFE)

En la pasada Diada, que generó la tormenta perfecta del actual vendaval soberanista, el PNV envió a segundos espadas. No fue un problema de agenda de sus dirigentes más cualificados, sino una intencionada decisión. Iñigo Urkullu no quiere ser atrapado por la bandera independentista del presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, con quien comparte un alma nacionalista, pero de quien le separa el pragmatismo suficiente para ganar el 21-0 con un discurso menos identitario, que le garantice el voto útil porque no incomoda a los sectores económicos, sobre todo de Bizkaia, su bastión.

Urkullu no esconde que es un nacionalista desde que nació en una familia obrera vizcaína, donde el euskera era el lenguaje de casa, fomentado por su madre, profesora de una ikastola. Todos sus rivales lo saben y de ahí que los partidos constitucionalistas, preferentemente PSE y PP, no le crean cuando dice que “mi prioridad es buscar soluciones ante la grave crisis económica de este país”. Antonio Basagoiti lo tiene muy claro: “El PNV tiene la cara de Urkullu, pero el alma de Ibarretxe”, dice el presidente de los populares vascos en referencia a la intención no declarada de los nacionalistas de resucitar el plan soberanista del anterior lehendakari cuando se cree el nuevo Parlamento vasco.

El PNV sostiene que Euskadi ha andado ya el camino de la aspiración catalana 

Hasta ahora, el candidato del PNV ha resistido todas las tentaciones externas para que disuelva todas las dudas sobre su voluntad real en materia identitaria. En los últimos días, en cambio, Urkullu no quiere alejarse en exceso de las cotas independentistas que se asocian de súbito a la izquierda abertzale. Por eso es fácil escucharle, como ayer en Onda Cero, que “el PNV está más cerca del ideario de EH Bildu que del PP” en cuestiones soberanistas. También le ocurre con el ideario de Artur Mas, a quien visitó en la Generalitat antes de empezar a pedir el voto en la campaña del 21-O.

Urkullu maneja hábilmente la equidistancia entre ambas referencias soberanistas. Con la izquierda radical porque no le interesa entrar en un cuerpo a cuerpo, que a buen seguro perdería socialmente, y debilitaría su posición en terrenos menos ilusionados con la independencia como ocurre con Bizkaia. En este territorio, el PNV domina desde siempre la poderosa Diputación con el perfil autonomista de José Luis Bilbao, mientras Iñaki Azkuna les garantiza, en el Ayuntamiento de la capital, la única mayoría absoluta de una institución pública vasca. Es fácil comprender que Urkullu reserve los anhelos soberanistas para otros auditorios.

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En cuanto a la equidistancia con Mas, el PNV entiende que el camino ahora añorado por Cataluña “ya lo ha recorrido Euskadi”, aunque, obviamente, dice que le parece “respetable”. Y lo hace con los datos en la mano que actualizan aquel acuerdo del Parlamento vasco, ya en febrero de 1990, en favor del derecho de autodeterminación; el denominado plan Ibarretxe de 2004, rechazado por el Congreso meses después, donde contemplaba la fórmula de una comunidad libremente asociada al Estado español, mirándose en el espejo de la relación de Puerto Rico y EE UU; y, finalmente, la Ley de Consulta, que el Tribunal Constitucional vetó en 2008.

El PP insiste en ver a EH Bildu como los cómplices del terror

El delegado del Gobierno en el País Vasco, Carlos Urquijo, mantiene un discurso muy próximo a la línea más dura del PP y de fácil acogida entre las víctimas del terrorismo de ETA. Ayer lo volvió a evidenciar en unas jornadas, celebradas en Vitoria, sobre el final de la violencia, donde aseguró que “quienes se convirtieron en cómplices del terror no pueden erigirse ahora en redactores del relato para blanquear su siniestro papel en esta tragedia”, en una referencia explícita a EH Bildu.

En su intervención, Urquijo subrayó la importancia del relato sobre los efectos del terrorismo para detectar, avisó, cómo “sin haberse cumplido un año desde la declaración de cese definitivo del terror por parte de ETA”, su “brazo político”, en alusión a EH Bildu, se presenta a las elecciones “como los artífices de la paz”, en las que “todas las encuestas le auguran un magnífico resultado”, subrayó. Urquijo criticó que “aquellos que tantas veces miraron para otro lado probablemente regresen al Gobierno vasco el día 21”, fecha de las elecciones en Euskadi.

Consciente de la intencionalidad electoral del PNV, EH Bildu le afea cada vez que puede su timorata postura. Laura Mintegi, la candidata abertzale, se lo ha dicho personalmente a Urkullu: “Tu posición sobre el futuro de Euskadi no es la misma que la mía”. En el fondo, la coalición (antigua Batasuna, EA, Alternatiba y Aralar) se esfuerza por acercar a sus dominios a un PNV para así ahormar conjuntamente y desde la mayoría en el Parlamento una pétrea posición frente al Gobierno central. Mintegi planteará de inmediato la cuestión del derecho a decidir en la Cámara porque así, dice, “atenderá a la reivindicación que se escucha en la calle”. En la reciente encuesta del CIS, el modelo de autogobierno de Euskadi suponía una preocupación para el 4,1% de los vascos. Las posiciones entre los defensores y los detractores de la independencia se repartían equitativamente.

La incitación de la izquierda abertzale al PNV en materia soberanista no es de hoy. Todavía se recuerda cómo Arnaldo Otegi, al frente entonces de la marca radical Socialista Abertzaleak, desveló ufano que su grupo aportaba tres de los seis votos disponibles —el séptimo correspondía a Josu Urrutikoetxea, huido de la justicia como hasta ahora— para que el plan Ibarretxe fuera aprobado (39 de los 75 parlamentarios).

La imagen quedó tan grabada en la retina de socialistas y populares que no dudan de su reedición cuando EH Bildu y PNV puedan. Pero, en esta ocasión, el perfil del candidato nacionalista a lehendakari dista mucho del independentista Ibarretxe; tanto que en un amplio sector de la afiliación, que no de los cuadros dirigentes, se añora el ideario desafiante del anterior presidente del Gobierno vasco. Urkullu tiene fijado su tempo para la explosión nacionalista y así lo recoge en el cuaderno de bitácora nacionalista Ados! [De acuerdo]. Será a partir de 2015 con el debate de un nuevo estatus político. Hasta entonces, como repitió ayer su presidente, “el PNV aplicará una política de pragmatismo en cada momento”. Vaya, como siempre que ha gobernado aunque entonces, eso sí, EH Bildu no existía ni se le esperaba.

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