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Feijóo trata de alejarse del desgaste

El Partido Popular trata de retener su ventaja de un solo diputado en el Parlamento frente a una oposición que acude fragmentada a los comicios

Por más que Alberto Núñez Feijóo trate de distanciarse de sus siglas y del jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, el desgaste de nueve meses de gestión del PP en La Moncloa y la crisis galopante amenazan seriamente la reelección del presidente de la Xunta, que el próximo día 21 defenderá en las urnas una mayoría absoluta que depende de un solo diputado. Hace apenas un año, su discurso de que Galicia no va tan mal como el resto de comunidades autónomas parecía instalado en la sociedad gallega. Hoy, en el PP se extiende el temor a vivir en Galicia una sacudida como la que dejó fuera de juego al partido en Andalucía el pasado marzo, con las evidentes consecuencias que ello tendría para el Gabinete de Rajoy.

El presidente gallego alertó a la cúpula del PP de una posible derrota

La campaña se inició la medianoche de ayer en un ambiente tibio, en el que las noticias electorales aparecen solapadas por otros asuntos. Por ejemplo, por la Operación Pokémon, el caso de presunta corrupción destapado por una juez de Lugo a un mes justo de las elecciones, que ha forzado la dimisión entre otros del alcalde de Ourense, el socialista Francisco Rodríguez. O la polémica por la muy publicitada firma en la sede institucional de la Xunta, en un acto presidido por Feijóo, de dos supuestos contratos para la construcción de sendos barcos para Pemex en los famélicos astilleros gallegos, que se reveló algo parecido a una simple opción de negocio y que ha puesto en duda la credibilidad del presidente gallego.

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Que el PP de Galicia tiene que hacer frente a unas expectativas en caída libre no lo ocultan ni los dos principales dirigentes del partido. El pasado 28 de agosto, un día después de que Núñez Feijóo anunciara el anticipo de la cita con las urnas, que estaba prevista para la primavera de 2013, el secretario general de los populares gallegos y consejero de Presidencia, Alfonso Rueda, revelaba públicamente que las encuestas realizadas con ocasión de las autonómicas andaluzas predecían una victoria “histórica” en Galicia, superior incluso a las que otrora cosechaba el fallecido Manuel Fraga. Una semana después, Feijóo alertaba en Madrid al Comité Ejecutivo del Partido Popular de que la Xunta está en el aire, y que tanto se puede perder por un diputado como ganar por dos. Esto es, de los 44 escaños que anunciaba Rueda a los 37 que marcarían la derrota de Feijóo en solo seis meses.

Pero no todo son malas noticias para el candidato a la reelección, que desde que convocó elecciones ha visto cómo la Operación Pokémon hacía sangre en el PSdeG, a pesar de que también el PP tiene un alcalde imputado, el de Boqueixón (A Coruña), que ha dimitido como regidor pero continúa como concejal de la corporación. Y pese a que la posibilidad del anticipo era un secreto a voces, su confirmación cogió con el pie cambiado a la oposición, en plena fase de desmembramiento del nacionalismo y con un PSdeG al borde de un proceso de primarias. La escisión del BNG se ha resuelto con una alianza de su exportavoz nacional Xosé Manuel Beiras con Izquierda Unida, Anova, principal aspirante a fragmentar el reparto en tres grupos (PP, PSdeG y BNG) que existe en el Parlamento de Galicia desde 1993.

El PSdeG plantea los comicios como un plebiscito a los recortes de Rajoy

El PSdeG actuó con prontitud. Suspendió las primarias, convirtió a su secretario general, Pachi Vázquez, en candidato a la presidencia, y se enfrascó en un breve pero feroz proceso de confección de listas. Hizo terapia de grupo en el comité nacional que avaló las candidaturas y después, borrón y cuenta nueva. Sus posibilidades pasan por aguantar el desgaste al que tampoco son ajenos los socialistas en todo el país, confiar en que se enfríe la Operación Pokémon y esperar de la aritmética electoral la pérdida de la mayoría absoluta del PP. Y en un escenario tan ajustado como el que se prevé en Galicia, la irrupción del partido de Mario Conde en el caladero de votos de la derecha puede ser un factor determinante para las aspiraciones de Pachi Vázquez.

La fecha marcada en rojo en el calendario de los socialistas es el próximo lunes, día 8, en el que su candidato se enfrentará a Feijóo en el primero de los tres debates cara a cara entre los aspirantes de los tres partidos que emitirá la televisión autonómica. Será una ocasión única para el PSdeG para crear ambiente electoral y poner a Feijóo ante una realidad económica que dista mucho de la que le gusta dibujar. Como el PSOE entero, con Rubalcaba a la cabeza, Vázquez tratará de situar las elecciones gallegas en clave nacional, como una especie de plebiscito a la política de recortes de Mariano Rajoy. De ahí la importancia que tiene para el PP evitar el rescate de España en plena campaña, otro factor ajeno a las elecciones en Galicia que podría resultar definitivo para el balance de resultados.

Campaña a pie de calle

Galicia primero

Ese el lema electoral de Feijóo, otra forma de expresar el mensaje que el presidente de la Xunta repite desde hace semanas: que lo juzguen por lo que ha hecho él y no por el maltrecho balance del Gobierno de Rajoy. Aunque Feijóo también tiene sus cadáveres (recortes sanitarios y educativos, una tasa de paro que casi se duplicó durante su mandato o una fuerte crisis industrial) su imagen ha resistido mejor que la del presidente del Gobierno. Y además se enfrenta a una oposición dividida, que se ha pasado la legislatura sumida en problemas internos. Parece que el PP hubiese concluido que si los votantes piensan en el conjunto de España, las elecciones están perdidas, y que si lo que más pesa es la situación gallega, Feijóo conservará el Gobierno.

Lo pequeño importa

Hacía décadas que en Galicia no se hablaba tanto del peso de formaciones hasta ahora marginales. Nadie concede, por ejemplo, grandes posibilidades al partido recién creado por Mario Conde, pero, con lo ajustada que se presenta la batalla, los votos que reste al PP pueden ser decisivos. En el otro extremo, la coalición entre IU y el nacionalista Xosé Manuel Beiras se perfila como una sorpresa anunciada.

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