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Populares e IU piden el voto de los socialistas andaluces “avergonzados”

Griñán reclama el apoyo de todo el electorado de izquierdas

Lourdes Lucio
Carteles publicitarios de las campañas electorales de Arenas y Griñán.
Carteles publicitarios de las campañas electorales de Arenas y Griñán.PACO PUENTES

Según todas las encuestas, el tiempo del PSOE en Andalucía está a punto de terminar. Pero Javier Arenas, que sabe algo de ganar en los sondeos y luego perder en las urnas, no está tranquilo. “No me fío del color de la orina del enfermo”, suele decir el candidato del Partido Popular en alusión a la salud electoral del PSOE. Por eso, cuando faltan siete días para las elecciones autonómicas más reñidas desde las primeras, en 1982, Arenas quiere espantar la sombra de convertirse en pentacandidato si el 25 de marzo gana pero sin mayoría absoluta. “No quiero la gloria de la victoria, sino el Gobierno. No es lo mismo ganar que gobernar”, aseguró ayer en un mitin con 4.000 personas en la céntrica plaza de las Pasiegas de Granada.

El PP tiene a sus electores movilizados, con una fidelidad máxima, pero quiere más. Sobre todo, pretende atraer al electorado socialista desencantado, “avergonzado con los casos de corrupción”, dicen los teloneros de Arenas.

El PSOE se revuelve ante estas apelaciones porque cree que a la hora de competir en trapos sucios el PP le supera en otras comunidades, como Valencia y Baleares, aunque sin castigo electoral alguno y recuerdan que en 30 años de Gobiernos socialistas no hay nadie en la cárcel por corrupción. En este momento ya sí, ya está el exdirector general de Empleo, Javier Guerrero, principal imputado en el caso del fraude de los Expedientes de Regulación de Empleo pagados con dinero público. Lo encarceló la juez instructora, Mercedes Alaya, en plena campaña.

El PSOE cree que a la hora de competir en trapos sucios el PP le supera en Valencia o Baleares

Los populares saben que el deseo de cambio político en Andalucía es muy elevado. Lo vienen detectando todas las encuestas desde hace tres años. La de Metroscopia que hoy publica este periódico lo cifra en el 72% de los encuestados, una opinión que comparte casi la mitad del electorado socialista. El PP ya no da miedo en Andalucía, como se demostró en las elecciones municipales y generales del pasado año.

El PP se presenta como el partido del cambio, del futuro, y pide sin ningún complejo el voto “de las personas bienintencionadas que votaron” en otras ocasiones al PSOE, como afirmó ayer la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, en el acto que compartió con Arenas. Cospedal —que no se puso a tiro de las preguntas de los periodistas— vino a decir que no es el momento de elegir la papeleta por ser de derechas o de izquierdas, por ideología, sino por necesidad. “Nosotros cumplimos con todos, hayan votado lo que hayan votado”, proclamó.

El PP persigue en Andalucía un resultado espectacular no solo para mayor gloria de Javier Arenas, sino porque un triunfo claro significaría, o al menos así se interpretaría, como un espaldarazo rotundo a las medidas impopulares que está adoptando el Gobierno de Mariano Rajoy. Arenas, por ahora, no baja al terreno de lo concreto en su programa electoral, más allá de enunciar reformas y planes con un relativo o nulo impacto presupuestario. Y sigue sin aclarar de dónde va a recortar del Presupuesto de la Junta los 4.000 millones de euros que, según sus propios cálculos, serán necesarios para atajar el déficit. Dice Arenas que 1.000 millones saldrán del gasto corriente.

También IU se ha lanzado a pescar en el caladero del PSOE. Su candidato, Diego Valderas, coincide con el PP en llamar a sus filas al “votante socialista avergonzado”. Pese a que las encuestas no vaticinan un trasvase de votos a IU, Valderas insistió ayer en que el “gran combate” final será entre su formación y el PP, porque “el PSOE ha tirado la toalla” y ha “venido a menos”.

Los socialistas van a intentar movilizar a su desmotivado electorado haciendo públicas sus propias encuestas, algo que no han hecho en los cuatro años de la legislatura para, precisamente, evitar que la depresión fuera aún mayor. Su candidato, José Antonio Griñán, se lanzó ayer a pedir todo el voto de izquierdas. “No hay tres o cuatro caminos, hay dos. Uno lo conocemos, llevamos años transitando por él y hay que perseverar. El otro es el retroceso, poner todos los días en duda las conquistas sociales”.

Griñán está haciendo un poco de psicólogo en esta campaña. “Movilizaos, movilizaos”, les dice a los asistentes a sus mítines exprés, donde asegura que recortan distancias día a día con el PP. Como Arenas, les quiere convencer de que no deben fiarse del color de la orina del enfermo.

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