Cruce de acusaciones de Griñán y Arenas por las cuentas andaluzas

Los goles en propia puerta duelen más que los que marca el rival porque son fruto de un error evitable. Es lo que le ha ocurrido al líder del PP andaluz, Javier Arenas. Lleva toda la legislatura con el viento a favor, contemplando cómo sus adversarios se atascan con las crisis y se enredan en cuitas internas. Cómo los andaluces, encuesta tras encuesta —y en las elecciones municipales y generales—, dicen que ya está bien del PSOE, que quieren un cambio de Gobierno en Andalucía tras 30 años de mandatos socialistas. Arenas debería haber hecho como Mariano Rajoy antes de llegar en La Moncloa. Taparse, no exponerse, repetir lo ya dicho y, sobre todo, no aseverar, sin datos, en su cuenta de Twitter que la Junta andaluza está en “suspensión de pagos”, una afirmación que ha acelerado una reunión del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, con el Ejecutivo de José Antonio Griñán para tratar de parar una escalada que puede pasar factura.

La polémica suscitada por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, al sostener que veía con “gran preocupación” las cuentas andaluzas, sin aportar ni una sola cifra, ha dado oxígeno a los socialistas y al presidente andaluz, quien ayer se lanzó al cuello de Arenas para llamarle “mentiroso” de todas las maneras posibles en el último pleno de la Cámara autónoma antes de las elecciones del 25 de marzo.

Griñán dijo que era un “irresponsable” y le acusó de “perjudicar la credibilidad” de Andalucía. “¿Dónde está esa suspensión de pagos? Solo le interesa justificar la gran mentira de la subida de impuestos y poner en riesgo la solvencia andaluza”, le afeó al popular. “Ganar las elecciones es importante, pero lo más importante es Andalucía”, señaló. Calificó de “insólito” que el Gobierno de Mariano Rajoy ataque “si ninguna vergüenza” a una comunidad solo porque está gobernada por el PSOE.

Arenas evitó desdecirse de su tuit, pero no lo repitió. Sí insistió en que “la situación de la Junta es crítica” y deslizó: “No queremos que pase lo que en Castilla-La Mancha, en Cataluña o en España”. No hubo guante blanco en el cara a cara Griñán-Arenas, cuya proximidad electoral colocó también en primera fila el caso de los ERE fraudulentos.