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Cómo superó el SPD la catástrofe

Con su recuperación desde 2009, el socialismo alemán se convierte en ejemplo para el PSOE

Frank-Walter Steinmeier, de espaldas, y Sigmar Gabriel, actual presidente del SPD.
Frank-Walter Steinmeier, de espaldas, y Sigmar Gabriel, actual presidente del SPD.ANDREAS RENTZ

El 27 de septiembre de 2009 fue un día aciago para el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). Tras 11 años de Gobierno ininterrumpido en dos coaliciones diferentes, la centenaria formación encajó sus peores resultados desde la II Guerra Mundial. Solo obtuvieron 10 millones de votos, la mitad de los que logró Gerhard Schröder para formar su Gobierno con Los Verdes (1998-2005). El inusitado 23% de hace dos años parecía certificar la baja definitiva del SPD como segundo partido popular (volkspartei) alemán. Sin embargo, los socialdemócratas alemanes están recuperándose de aquel descalabro. Según una encuesta publicada el viernes por la televisión pública, el SPD se estabiliza por encima del 30% de intención de voto. Aún están varios puntos por debajo de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel, pero tendrían suficiente fuerza para reemplazarla junto a Los Verdes.

La recuperación del SPD ha salido adelante sin grandes golpes de efecto. Poco después de perder las elecciones y verse expulsados de la Gran Coalición (2005-2009) con Angela Merkel, el SPD eligió a Sigmar Gabriel como nuevo presidente. Actuó con precaución: se entendió con el fracasado candidato Frank-Walter Steinmeier y lo conservó como jefe del grupo parlamentario en el Bundestag. Gabriel y Steinmeier se complementan bien: el primero es un retórico hábil, un buen repartidor de pullas de aspecto y actitud populares. Steinmeier, por su parte, está sacudiéndose con éxito su imagen de segundón burócrata sin perder su halo de seriedad y de competencia. El dúo se ha convertido en trío en estos últimos meses, desde que se les ha sumado Peer Steinbrück como posible candidato a liderar las listas del SPD en las generales de 2013. Juntos protagonizan, en asombrosa armonía, la salida del SPD de su agujero.

En modo alguno ha sido una revolución, ni siquiera una auténtica renovación. El triunvirato está casi tan entrado en años como en carnes. Bien fogueados, todos fueron ministros federales en la Gran Coalición de Merkel (2005-2009). Steinmeier (55) llevó la cartera de Exteriores y la Vicecancillería. Steinbrück (64) ocupó el crucial sillón de Hacienda, y Gabriel (52), el de Medio Ambiente. Aún hoy no se sabe cuál de los tres será candidato a la Cancillería dentro de dos años.

En los primeros meses se debatió en el SPD la conveniencia de distanciarse de las políticas seguidas durante los 11 años de gobierno. Primero, de los recortes sociales de la llamada Agenda 2010 y la participación en la guerra de Afganistán, decididas por Schröder. Después, del retraso de la edad de jubilación hasta los 67 años y de las demás reformas pactadas con Merkel. Ulrich Deupmann, que era asesor de Steinmeier cuando dirigía la diplomacia alemana y dirige la consultora política Ideas.ag, considera que la clave fue que “se revisaron las políticas pasadas, pero no se renegó de ellas”. Las continuidades en el directorio del SPD se vieron así refrendadas por la congruencia programática: “La línea del partido no se perdió y eso nos permitió recuperar la credibilidad”. Sí se revocaron algunas decisiones menores, como las relativas a la regulación de los trabajos temporales y los salarios mínimos.

La clave, según un exasesor de Steinmer, fue que “se revisaron las políticas pasadas, pero no se renegó de ellas”

Estos son los cambios que el politólogo berlinés Peter Lösche considera perentorios para la reparación del SPD. Lösche, militante socialdemócrata como lo fueron sus padres y sus abuelos en el siglo XIX, considera que la Agenda 2010 “está quedándose atrás en el recuerdo”, pero cree que aún irrita al electorado clásico del SPD. Sindicalistas e izquierdistas del SPD “tienen problemas con aquellas medidas”. Gabriel y Steinmeier están consiguiendo separarse de su imagen como artífices de los recortes, aunque Steinmeier fuera de hecho el verdadero padre de la Agenda 2010. Así que Steinbrück se queda con el ala liberal del SPD y es, “hoy por hoy, el más indicado para tender puentes al centro, algo imprescindible para ganar unas elecciones”.

La imagen de Steinbrück prometiendo junto a Merkel que las cuentas corrientes estaban a salvo de la crisis financiera de 2008 ha quedado grabada en la retina millones de alemanes. El que fuera ministro de Hacienda protagoniza ahora una agresiva campaña para presentarse como futuro rival socialdemócrata de su antigua jefa. El influyente Der Spiegel le dedicó hace un mes una portada encomiástica, apadrinada por el excanciller Helmut Schmidt. El envite es claro, pero los otros dos líderes se han mantenido delicadamente al margen. El SPD no designará a su candidato hasta entrado 2012, de modo que el audaz avance de Steinbrück podría salirle por la culata debido al desgaste. Hasta entonces, el trío evita cualquier roce en público. Atrás quedan las trifulcas internas entre 2005 y 2009.

Peer Steinbrück en una reunión del G-8 en Moscú, con la bandera alemana en primer plano.
Peer Steinbrück en una reunión del G-8 en Moscú, con la bandera alemana en primer plano.DENIS SINKAYOV

El SPD ha sabido evitar el caos en el que podrían haber caído tras un desastre como el de 2009. Pese a las tentaciones de pasarse a la oposición frontal, ha mantenido sus posturas europeístas apoyando en 2011 la impopular participación alemana en el segundo rescate griego y en el multimillonario fondo europeo de estabilidad. Esta política sufrió un patinazo notable en 2010, cuando se abstuvieron de dos votaciones en el primer rescate. En 2011, en cambio, el SPD ha criticado la falta de compromiso del Gobierno con la idea europea.

El SPD ha pasado estos dos años esforzándose en ofrecer una imagen centrada, de responsabilidad de Estado. Las elecciones regionales celebradas desde entonces les han dado resultados satisfactorios. La recuperación de Renania de Norte-Westfalia en 2010 o la mayoría absoluta en Hamburgo este año han apuntalado el crecimiento del SPD como segundo partido federal. El desastre nuclear de Fukushima en marzo dio alas a Los Verdes, que llegaron a superar al SPD en algunas encuestas e incluso quedaron por delante en las estratégicas elecciones de Baden-Württemberg, donde ahora gobiernan con el SPD. Sin embargo, la burbuja Verde ha pinchado en las recientes elecciones de Berlín. Del 28% de hace unos meses han vuelto ahora a los alrededores del 15% en las encuestas. También el partido la Izquierda (Die Linke), afectado por tensiones internas, ha frenado su auge de hace un par de años.

El propio Gabriel reconoce que buena parte del mérito de su recuperación está en el Gobierno. La CDU y sus socios liberales del FDP empezaron su coalición con pésimo pie. El FDP, habituado a la oposición, parecía más una plataforma ciudadana que un partido de gobierno. Se presentaron a las elecciones asegurando que bajarían los impuestos y obtuvieron así el 15% de los votos, su mejor resultado histórico. No han cumplido su promesa, por la crisis, y los sondeos de intención de voto los sitúan ahora por debajo del 5% necesario para entrar en el Bundestag. Un socialdemócrata pedía no dar su nombre al explicar, con bastante schadenfreude (regodeo en el mal ajeno), que “esa tropa de aficionados se creía sus propias monsergas, porque no tenía ni idea de que gobernar no es aplicar un programa, sino elegir entre una mierda y otra mierda más grande”.

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