Intento de normalidad en Washington
Los duques de Palma "no van a salir y no van a hacer declaraciones", informa su seguridad
A la entrada de la casa de los duques de Palma en el barrio de Chevy Chase (Maryland, norte de Washington) la vida sigue como cada día. No se registra ninguna entrada ni salida y las únicas personas con las que se puede hablar son los escoltas -españoles, los estadounidenses ya tienen otro carácter-. Los vecinos pasean a los perros; los camiones de reciclaje de basura cumplen con su labor y se llevan el papel y el plástico, y un grupo de trabajadores latinos limpia las hojas que deja el otoño en los jardines. “No los conocemos, nosotros no hacemos su casa”, dice Romeo –no aporta apellido-.
"No van a salir y no van a hacer declaraciones", informa un miembro del equipo español de seguridad de la familia Urdangarin-Borbón. Minutos antes, un agente de seguridad de los que proporciona el Departamento de Estado norteamericano a la hija menor de la familia real española ha sido más contundente y menos amable en su proceder. En una maniobra de aproximación rápida -e innecesaria- aparcó su todoterreno bloqueando la salida de esta corresponsal y en dirección contraria al tráfico. Tras solicitar las credenciales de prensa y el pasaporte -suponiendo que no era norteamericana- se los llevó para corroborar los datos y regresar con la recomendación de no hacer fotos y no molestar a "los niños de la familia". "Preserve su intimidad; no le digo más".
Los duques de Palma llevan una vida normal, casi anónima, en la capital de EE UU. Se dejan ver en actos y recepciones de la Embajada y uno se los puede encontrar en el supermercado con la lista de la compra en la mano como una familia más. A partir de ayer cuidarán, sin duda, más sus salidas, ya que se saben en el foco de la información tras la investigación que se lleva a cabo en España por malversación de fondos atribuida a Urdangarin.
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