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LA OPINIÓN DE LOS GRANDES EMPRESARIOS
Tribuna
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Una actuación decidida para reactivar la inversión privada

El presidente de Acciona defiende reactivar la inversión, y la esperanza, dice, debe residir en gran medida en el sector privado

José Manuel Entrecanales Domecq, presidente de Acciona.
José Manuel Entrecanales Domecq, presidente de Acciona.

Reformas estructurales, consolidación fiscal, control del déficit presupuestario…; las recetas económicas que se plantean para afrontar la actual crisis resultan necesarias para el ajuste del déficit público y el control de la deuda externa, pero no son suficientes, al menos a corto plazo, para impulsar nuestro crecimiento. Y, sin embargo, el crecimiento es el principal problema de la economía española por cuanto, entre otras razones, su ausencia trae consigo la dramática tasa de desempleo que padecemos.

La pregunta es: ¿qué o quién nos puede hacer crecer?

Es necesario reactivar la inversión, y la esperanza debe residir en gran medida en el sector privado, especialmente en aquellos sectores industriales y empresas que han demostrado mayor capacidad para generar negocio interno y externo, para impulsar el desarrollo y para servir de motor a otras empresas de menor tamaño.

En anteriores crisis fue principalmente la inversión pública la que nos condujo de nuevo hacia la senda del crecimiento económico a partir de actuaciones anticíclicas en sectores tales como las infraestructuras sociales, el transporte o las comunicaciones. Sin embargo, hoy en día, las lógicas restricciones presupuestarias no nos permiten replicar esas políticas. Nos queda, pues, la inversión de capital privado como principal recurso.

Sentar las bases que incentiven la inversión privada debiera ser, por tanto, la siguiente prioridad de los poderes públicos.

A pesar de la negativa coyuntura, siguen existiendo inversores, nacionales y extranjeros, dispuestos a continuar apostando por nuestro país si las condiciones de seguridad jurídica y paz social, las expectativas de retorno y el acceso a financiación se promueven y se preservan. Y, sin duda, son las empresas el agente social mejor dotado, si no el único, para llevar a cabo este esfuerzo inversor de manera eficiente. Contamos con excelentes empresas en sectores en los que hemos demostrado ser especialmente competitivos, en los que disponemos de tecnología de vanguardia y desde los que, en las adecuadas condiciones, podemos generar crecimiento interno, desarrollar capacidad exportadora y alcanzar relevancia económica internacional. Disponemos de empresas punteras en los sectores de distribución, infraestructuras, servicios financieros, alimentario, telecomunicaciones y muchos otros sectores industriales y de servicios…; y, singularmente, somos una de las primeras potencias mundiales en el sector energético, especialmente en el subsector de las energías renovables. Se da la circunstancia además de que nuestro modelo energético tiene que ser objeto de una transformación profunda para reducir sus problemas de dependencia, de emisiones de gases efecto invernadero y el riesgo que supone estar sometido a las oscilaciones de precios de los combustibles fósiles, objetivos a cuya consecución las energías renovables contribuyen de manera relevante y directa.

Incentivar la inversión empresarial privada mediante medidas audaces, imaginativas y contundentes en sectores en los que España ha demostrado su capacidad constituye una auténtica oportunidad y un recurso efectivo para contribuir al crecimiento de nuestra economía y a la creación de empleo. Una oportunidad y un recurso que no podemos desaprovechar.

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