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PRECAMPAÑA ELECTORAL

La campaña mira a Europa

Rubalcaba critica a la derecha europea por apostar solo por la austeridad Rajoy y Duran culpan al Gobierno por su debilidad en la defensa de España

Carlos E. Cué
PERIDIS

La política europea no ha estado casi nunca en la agenda del debate partidista en España. En las últimas elecciones europeas, en 2009, la participación fue del 43%, muy lejos del 78% que se alcanza en unas generales. Y los asuntos europeos casi siempre quedan fuera de los grandes focos, tanto que la mayoría de los eurodiputados son desconocidos. Pero la crisis ha trastocado también eso, y por primera vez desde los ochenta, la campaña española arranca con un cruce entre los principales candidatos sobre la forma en la que la Unión Europea está afrontando la crisis. Casi todos introdujeron ayer este elemento en sus discursos.

El principal interesado en este debate, que confronta el modelo de EE UU —gobernado por los demócratas— y el de Europa —dominada por el centroderecha— y por tanto colocaría la campaña en un plano derecha-izquierda parece ser el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, que ayer dedicó a este asunto buena parte de su mitin en Canarias.

El PP ha intentado durante mucho tiempo que el debate se quedara en España, en la gestión de Zapatero, en las particularidades patrias de la crisis, en especial el paro, en el que España dobla la media UE y ostenta un dramático récord absoluto. Pero ante la evidencia de que las grandes decisiones de la crisis se toman en Bruselas, Mariano Rajoy también ha decidido incorporar este asunto en su campaña, aunque en un sentido bien diferente: para criticar la debilidad del Gobierno del PSOE a la hora de defender los intereses españoles.

Rubalcaba, que estuvo en el Gobierno del PSOE hasta julio, fue muy duro con la gestión de la crisis griega de los principales Ejecutivos del euro, en especial con Alemania. “Llevamos año y medio mareando la perdiz con el problema de Grecia y que hoy estamos pagando mucho más de lo que hubiéramos pagado si se hubieran arreglado las cosas de cara y se hubiera dicho la verdad”.

Pero sobre todo incidió en una idea: es necesario que los países que están en mejor situación sean solidarios y dejen de apostar solo por la austeridad. “La economía europea está parada. Con la austeridad solo no vale para salir de la crisis. Es posible que tengamos que adelgazar pero hay curas de adelgazamiento que cuando se convierten en excesivas llevan a la anemia y un anémico no puede seguir adelgazando. Hacen falta política de crecimiento para crear empleo. Y hay que decirle al BCE que el problema de Europa no es la inflación, sino que hay muchas personas que no tienen trabajo. Hay que bajar los tipos de interés”.

Mucho menos concreto fue Rajoy en A Coruña. También admitió la importancia de las decisiones europeas, pero lo ve desde otra óptica. El líder del PP, como sus socios europeos, sí defiende la austeridad como política para salir de la crisis. Y critica a Rubalcaba por no respaldarla. “A algunos no les gusta la austeridad, a mí sí”. Pero sobre todo lanza un mensaje sin concretar propuestas: él pondrá en el Gobierno gente “seria” que sepa negociar en Bruselas “como lo hicieron en el pasado Loyola de Palacio y Miguel Arias Cañete”, este último amigo suyo y ministrable de nuevo. Para Rajoy, el problema no es la austeridad, sino la poca fuerza del Gobierno español a la hora de negociar la recapitalización de los bancos. Rajoy se declaró “muy decepcionado” con el acuerdo porque cree que dificultará la recuperación.

Entre los demás candidatos, el eje izquierda-derecha sobre el debate europeo funcionó rápidamente en el último sábado antes de empezar oficialmente la campaña. Mientras Josep Antoni Duran (CiU) pedía crear un “banco malo” para llevar allí los activos tóxicos y salvar a la banca, y criticaba como Rajoy la debilidad del Gobierno para defender los intereses españoles, el candidato de ICV-EUiA, Joan Coscubiela, aseguró que “ya hay suficientes evidencias de que no habrá salida de la crisis si se mantienen los recortes”, y planteó que algunos dirigentes europeos, y en especial el gobernador del Banco de España, deberían ser juzgados por su gestión de la crisis como ha sucedido en Islandia.

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