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La marea cambia de epicentro

Los peregrinos colapsan el metro, los autobuses y los accesos a Cuatro Vientos

Decenas de jóvenes tratan de subir a un autobús de la EMT en Aluche para llegar al aeródromo de Cuatro Vientos.
Decenas de jóvenes tratan de subir a un autobús de la EMT en Aluche para llegar al aeródromo de Cuatro Vientos.SAMUEL SÁNCHEZ

Adonde va el Papa, se desplazan lo cientos de miles de peregrinos llegados a Madrid. Sea Cibeles, San Lorenzo de El Escorial o Cuatro Vientos. Mientras Benedicto XVI se mueve en papamóvil, los jóvenes que participan en las Jornadas Mundiales de la Juventud 2011 en Madrid (JMJ) utilizan el metro, autobús, cercanías o van a pie. Ayer, riadas de personas caminaron hasta el aeródromo desde las zonas más cercanas a las que podían llegar en transporte público.

Las estaciones del suburbano y Renfe del entorno de Cuatro Vientos, en el distrito de Latina, permanecieron cerradas desde las ocho de la mañana y así estarán hasta que terminen hoy los actos por la visita del Papa. La Empresa Municipal de Transportes (EMT) sustituyó el servicio con una línea de autobuses lanzadera que llevaban a los peregrinos al aeródromo, donde se celebró la vigilia con Benedicto XVI.

Las paradas de Casa de Campo, Alonso Martínez o Plaza Elíptica estaban abarrotadas de peregrinos y tuvo que limitarse el acceso a los andenes. En Gran Vía, la megafonía pedía a los viajeros que ocuparan toda la extensión del apeadero para no colapsar los pasillos. Un hombre entrado en años renunciaba a montarse en un vagón que llegaba lleno. “Súbase porque todos vienen igual”, le sugirió un vigilante de Metro. Los convoyes han circulado llenos de gente durante la última semana. En algunos puntos del día, la demanda de viajeros ha llegado a cuadruplicarse, según datos de Metro de Madrid.

En la estación de Serrano, la policía tuvo que desalojar el viernes, coincidiendo con la procesión del viacrucis, a parte de los usuarios para evitar las aglomeraciones. Karina Garantivá, actriz de 30 años, iba camino del trabajo. A las ocho y media salía a escena en el teatro Marquina. Al tratar de acceder a la sala en la calle de Prim, una de las que da a Recoletos, donde se instalaron los pasos, un policía nacional se lo impidió. El tráfico estaba restringido, con vallas, también para los peatones. Como en días anteriores tuvo que explicar que trabajaba allí, y aun así, la segunda función de la tarde, la de las 23.00, tuvo que suspenderse. Los espectadores no podían llegar. “Denuncie al Ayuntamiento”, le inquirió la Policía Municipal cuando llamó al 092.

Ayer al mediodía, las calles estaban despejadas. Las restricciones al tráfico en los ejes Prado-Recoletos y Gran Vía-Alcalá se levantaron, a pesar de que estaba previsto que se prolongaran hasta el martes a las seis de la mañana. El desmontaje del escenario en Cibeles y los actos restantes en Cuatro Vientos mantendrán algunas restricciones parciales al tráfico hasta que se vayan los peregrinos.

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