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Clase sobre la Transición con Felipe

Doce activistas prodemocracia egipcios, de visita para conocer la experiencia española

Naiara Galarraga Gortázar
Los activistas egipcios, durante su visita a EL PAÍS.
Los activistas egipcios, durante su visita a EL PAÍS.SAMUEL SÁNCHEZ

Todo lo que usted quiso saber sobre la transición española con alguno de sus protagonistas podría ser el título de la visita que una docena de activistas egipcios prodemocracia realizan esta semana a Madrid. El miércoles por la mañana tuvieron un mano a mano, de hora y cuarto, con el expresidente Felipe González. “Hemos venido a tomar algunas ideas sobre la transición española, intentamos ver qué es adecuado para Egipto. Él, el presidente González, nos ha dicho que cada país tiene sus características, sus experiencias y debe encontrar su modelo”, explicaba a última hora de la tarde tras una jornada repleta de citas Esraa Abdel Fatah, encarcelada dos semanas durante la revolución de Tahrir.

Basem Fathy, fundador del movimiento 6 de abril (nacido en Facebook en 2008 en apoyo de unos trabajadores huelguistas), asegura que en estos días de conversación con dirigentes políticos pasados y presentes, diputados (del PSOE y del PP), directivos de think tanks y otros expertos ha aprendido que “si la Transición española fue posible fue por el consenso entre los grupos políticos, incluidos los cercanos a Franco”. Y continúa: “La verdad es que no es fácil [pensar en incluir a los colaboradores de Mubarak] pero, por vuestra experiencia, no deberíamos excluirlos”. Cuentan que también les ha sorprendido que casi cada uno de los expertos con los que han hablado fuera partidario de celebrar elecciones, primero, y redactar luego la nueva Constitución. Una cuestión candente en Egipto.

Precisamente lo contrario de lo que muchos de estos activistas treintañeros opinaban antes del viaje. Prefieren Constitución, primero, elecciones después. La joven Abdel Fatah explica sus motivos: “No estamos seguros de que el próximo Parlamento represente a todo el pueblo”. Temen que los islamistas de los Hermanos Musulmanes ganen con gran holgura y tengan la sartén por el mango a la hora de redactar la nueva Ley fundamental. Estos activistas, sobre todo ellas, defienden con pasión la separación clara entre religión y Estado, las libertades personales, y aborrecen de cualquiera que aspire a crear un Estado teocrático. Mohamed Ihab recalca que “no existe contradicción entre el islam y los valores de la democracia moderna”.

"Aquí tenéis muchas experiencias que podemos tener en cuenta antes de que nosotros tomemos las decisiones sobre nuestras futuras instituciones", señala Hossam Ali, máximo responsable de la ONG Academia Democrática Egipcia, a la que varios pertenecen. Y quieren, por supuesto, estrechar lazos con organizaciones españolas. 

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José Ignacio Torreblanca, presente en la reunión con González, explica que han hablado de parlamentarismo, de presidencialismo, del modelo francés, del alemán, de si conviene celebrar antes elecciones o redactar la Constitución, etcétera. Torreblanca define a los miembros del grupo, invitados por la AECID, como “jóvenes, pero políticamente maduros, muchos estaban en la oposición” a Hosni Mubarak. Varios han estado en prisión. Detalla que “la experiencia española les parece relevante porque les parece más neutral”. España no tiene pasado colonialista en Egipto.

Todos ellos están interesadísimos en el destino de Husein Salem, estrecho colaborador del expresidente y multimillonario, detenido en España en junio. “Es la caja negra de Egipto. Sabe todos los secretos”, asegura uno de los activistas después de la visita del grupo a la redacción de EL PAÍS.

Durante las muchas reuniones cada uno preguntó lo que quiso. Ahmed Ghoniem, tesorero del partido liberal Al Ghad, describe así su intercambio con González: “Le pregunté ¿Por qué Occidente sostiene a las dictaduras árabes? Me respondió, entre otras cosas, que las dictaduras se venden a Occidente como la alternativa al terrorismo. Y Occidente ha comulgado con esta idea sobre todo tras el 11-S. Pero yo creo que son esa dictaduras las que fabrican el terrorismo”.

Basem Samir, activista y bloguero, le pidió a Javier Solana, que les dedicó otra hora larga, que se pusiera en la piel de un egipcio ante las urnas. “Le pregunté si votaría por Amr Musa (ex líder de la Liga Árabe) o por (Mohamed) Al Baradei (ex director general de la OIEA). Dio una respuesta diplomática”. Samir se llevó un chasco, como otros activistas, al descubrir que Solana no recordaba a Ayman Nur, “el opositor que en 2005 se presentó a las elecciones presidenciales y fue encarcelado”.

La visita, que empezó el lunes y acaba hoy viernes (ayer se reunieron con la ministra Trinidad Jiménez), ha sido para alguna un mero aperitivo: “Ahora quiero conocer más cosas en detalle. Me interesa el proceso de consolidación de los partidos políticos españoles, saber más sobre la alternancia de poder y sobre la participación de la sociedad civil”. La misma a la que ellos pertenecen. Por ahora. Varios pretenden entrar en política para protagonizar su propia transición.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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