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Europa, capital San Sebastián

Un proyecto de profunda vocación pacifista es elegido para la capitalidad cultural de 2016

El alcalde donostiarra, Juan Karlos Izagirre, con su predecesor, Odón Elorza.
El alcalde donostiarra, Juan Karlos Izagirre, con su predecesor, Odón Elorza. ULY MARTÍN

San Sebastián será capital cultural europea en 2016, pero todos los implicados en este ilusionante proyecto —todos, los de tiempo atrás y los de la última hora política— saben bien que para eso falta mucho, que cinco años son una enormidad y que la “realidad compleja” en la que se incrusta ese triple lema de convivencia / paz / tolerancia tiene por delante una senda complicada. Ilusionante, pero complicada. Casi podría decirse que la candidatura donostiarra ha subido el Txindoki... y ahora le falta el Everest. El proyecto donostiarra se centraba en una mezcla de intensa actividad cultural y de confesa vocación pacifista, lo que no dejó de suscitar ayer algunas reacciones encontradas.

Una comisión compuesta por 13 personas —siete elegidas por diversas instituciones europeas y seis por el Ministerio de Cultura— ungió con su dedo a San Sebastián. Fuera se quedaron Córdoba (la gran favorita), Segovia, Burgos, Las Palmas y Zaragoza. En seguida se sucedieron las reacciones, y no faltaron las de color indignación: por ejemplo, la de la ex alcaldesa cordobesa y actual ministra de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, Rosa Aguilar, quien confesó sentirse “dolida” por la designación de San Sebastián al considerar “un grave error” que se haya tenido en cuenta el argumento político de la pacificación. O la del que fuera alcalde de Las Palmas hasta el pasado 10 de junio y promotor de la candidatura canaria, el socialista Jerónimo Saavedra: “En todo acto cultural, también hay lecturas políticas, y eso a mí me preocupa, porque de los 13 miembros del jurado 6 fueron designados por el Ministerio de Cultura y supongo que esos conocen la política hoy de nuestro país”.

En su razonamiento del fallo, el presidente de la Comisión, Manfred Gaulhofer, destacó “el compromiso de San Sebastián para acabar con la violencia” y “la idea de utilizar la cultura para ello”. El director cultural del proyecto donostiarra, Santi Eraso, declaró a este diario: “¿críticas? sencillamente ha ganado el mejor proyecto”. Y añadió: “Han elegido ante todo un proyecto cultural defendido por toda una ciudad; unos lo defendimos con entusiasmo, otros lo hicieron con escepticismo y otros con una tozudez crítica y lúcida que yo ahora tengo que agradecer”. Eraso sí reconoció que una de las cosas que más preocupó a los miembros de la comisión en su visita a San Sebastián, tan solo dos días después de la victoria electoral de Bildu, era conocer a algunos de sus representantes. “Y tuvimos que organizar un acercamiento sobre la marcha”, explica. Y basó el sentido del proyecto liderado por él en “la necesidad de construir un espacio común europeo desde un lugar con muchos muertos detrás y con muchas heridas abiertas, y la forma de hacer eso es invertir más en educación y en cultura”.

Olas de energía ciudadana fue el cartel que el ya ex alcalde de la ciudad, el socialista Odón Elorza, y su equipo de trabajo supieron vender a los donostiarras. En una ciudad con casi todos los atributos imaginables para la vida placentera (menos el que ya saben, que puede que esté en vías de solución pero que desde luego no está resuelto) y especialmente dotada para la autocontemplación de su incomparable ombligo (como el marco incomparable), la ciudadanía hace tiempo que quiso y supo echarse a la calle para refrendar con su apoyo la opción catapultada por Elorza: convertirse en foco cultural europeo durante un año (foco compartido, por cierto, con la polaca Wroclaw).

Odón Elorza (PSE) y Juan Carlos Izagirre (Bildu) festejaron juntos la victoria
Rosa Aguilar y Jerónimo Saavedra ven razones políticas en el fallo

Pero ocurre que Elorza, que puso en esas olas de energía ciudadana su alma política y personal, ya es pasado. Y que ahora se sienta en la poltrona municipal Juan Carlos Izagirre, de Bildu. Y ocurre también que a la foto que puede verse en esta misma página —la de ese insólito y coyuntural abrazo de Vergara entre el socialista y el abertzale— le pueden pasar dos cosas: servir de icono para un nuevo y deseable tiempo político y cultural en esa ciudad... o quedar recubierta de aquí a cinco años por una pátina de decepción y de viejos demonios.

Todos y cada uno de los implicados en el proyecto —los que lo fraguaron y se dejaron la piel en él y los que se lo encontraron hecho y podrán disfrutarlo ahora— coinciden en que queda mucho por hacer. Otra cosa distinta es que ayer fuera un día de euforia para la embajada donostiarra desplazada a Madrid. “Es un proyecto cultural que está por encima del marco de cualquier partido”, decía el exalcalde de la ciudad, Odón Elorza, en el auditorio del Ministerio de Cultura, donde minutos antes Donostia-San Sebastián había sido elegida capital cultural europea para 2016. Y para demostrarlo, el exmandatario y su sucesor, Juan Carlos Izagirre, de Bildu, celebraron la victoria con el mencionado abrazo. “Ha sido un recorrido muy largo. Cuando empezamos éramos cuatro personas”, recordó Elorza, que lucía una camiseta blanca con el logotipo de la candidatura de San Sebastián: un perfil de la bahía de La Concha inspirado en una obra de Eduardo Chillida.

Izagirre también hizo hincapié en los meritos de un proyecto que unía mundos distintos: “Esta candidatura ha juntado personas e ideologías diferentes y, en esta Europa, precisamente la diferencia es un valor fundamental. Lo verdaderamente importante ha sido el trabajo conjunto, la ilusión de lograr un objetivo de manera participativa”. El alcalde de la ciudad vencedora reconoció que las otras candidatas también hubiesen merecido ganar y agradeció al jurado haber apostado por un “proyecto novedoso y fresco”. Preguntado sobre por qué el jurado había escogido San Sebastián, Elorza subrayó el hecho de que el proyecto aborde “una problemática muy extendida en las ciudades europeas: la falta de convivencia en concordia por razones lingüísticas, religiosas, sociales o culturales”.

La ciudad celebró el título de Capital Europea de la Cultura fiel a su espíritu, mitad reservada, mitad orgullosa. El equipo que ha moldeado el proyecto de San Sebastián 2016 no había previsto ningún tipo de acto oficial, ni pantallas gigantes para seguir el veredicto del jurado en directo, ni llamadas a la ciudadanía para lanzarse a la calle. Una decisión que no se puede achacar a la falta de miras o la poca fe en las posibilidades de un proyecto cuidado hasta el máximo detalle tras un trabajo de más de tres años.

La delegación de San Sebastián 2016 reservaba la fiesta para hoy, con un acto abierto a todo aquel que se acerque hasta el Club Náutico entre las 19.30 y las 11.00. No hizo falta que ayer los donostiarras salieran a la calle porque ya habían llegado al gran día con las credenciales en la solapa. San Sebastián 2016 se ha fraguado en parte en las aceras de la ciudad, en los bares, en la arena de sus tres playas y en los bidegorris (carriles bici) que la atraviesan de punta a punta. Miles de donostiarras han colaborado de una u otra forma en la candidatura con su masiva participación en el Rompeolas, un festival que el equipo del proyecto en el que cada ciudadano ha podido proponer actividades culturales (conciertos, performances, teatro, improvisaciones musicales) o de otro tipo (recorridos en bicicleta, degustaciones gastronómicas, partidos de baloncesto). La ciudad celebró la segunda edición de la cita el último fin de semana de mayo, dos días antes de que el jurado visitara San Sebastián.

Proyecto icónico

El proyecto Cultura para la convivencia abre espacios innovadores para reformular las políticas culturales actuales importando y exportando de Europa ideas creativas y participativas. Estas son algunos de los puntos clave:

  • Un barco construido como las naos balleneras del siglo XVI recorrerá la costa europea mientras un tren cruzará el continente en una puesta en valor de la diversidad cultural a través de embajadas itinerantes. Una carpa abordará con humor la vida cotidiana llena de equilibrios imposibles para conciliar trabajo y familia instalada en el Campus Europeo de Cooperación en la finca de Lore-Toki.
  • La Casa de la Paz de Aiete acogerá un encuentro internacional de las comisiones de la verdad, justicia y reconciliación que han trabajado en numerosos países del mundo.
  • Las lenguas minoritarias europeas, entre ellas, el euskera y su difusión a través de las nuevas tecnologías como elemento de cohesión social.
  • El 20 de enero de 2016 niños de África y Europa formarán parte de la tamborrada infantil en el Día de San Sebastián. Sonarán los tambores para la paz.
  • Tabakalera, el centro de arte contemporáneo, acogerá una plataforma artística cooperativa en forma de un espectáculo de ópera rock.
  • Una red de laboratorios de energía ciudadana empezará a funcionar desde 2012 y se prolongará hasta 2020 a través de formatos de debate que mezclarán a gente de disciplinas opuestas para conseguir "conexiones improbables".

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