Patxi López pide un congreso para elegir al nuevo líder del PSOE
La propuesta persigue que el próximo candidato sea antes secretario general.- El líder de los socialistas vascos defenderá esta iniciativa en el comité federal del sábado
Manos libres, sin ataduras, sin condicionamiento de barones o estructura de partido. Para eso necesita tener todo el poder y este solo se consigue si es el o la máxima líder del partido, es decir, el secretario general o secretaria general. Esta es la significación que tiene la propuesta del lehendakari y secretario general de los socialistas vascos, Patxi López, de celebrar un congreso para sustituir a José Luis Rodríguez Zapatero. Y también para discutir a fondo, en un debate abierto pero sereno, qué camino debe emprender el PSOE para el futuro, antes de ponerse a discutir sobre quién lo debe comandar.
En una comparecencia pública en la sede del PSE en Bilbao, en la que ha analizado los resultados del 22-M, López ha considerado que las primarias "no pueden ser la única respuesta" a las elecciones del domingo, que supusieron la mayor pérdida de poder autonómico y municipal para los socialistas. Según su propuesta, si un nuevo secretario general resulta elegido en un congreso, la aclamación para que sea el candidato o candidata será mucho más sencilla porque contará ya con el apoyo del máximo órgano interno del partido. López no ha precisado ni si el congreso debe ser ordinario ni extraordinario, tampoco si debe convocarse ya, antes del verano, o en el otoño.
Si el lehendakari, una de las figuras más respetadas ahora en el partido pese a los malos resultados del PSE en las votaciones municipales del domingo, consigue apoyos a su propuesta, que ayer fue aprobada por la Comisión Ejecutiva del PSE y que formalizará el sábado ante el comité federal, hay tiempo suficiente para convocar el congreso de manera ordinaria y que este se celebre antes de que termine el mes de julio. Los congresos del PSOE suelen celebrarse tradicionalmente en julio. El anterior, el XXXVII, se convocó el 4, 5 y 6 de julio de 2008. El XXXV congreso, el que encumbró a Zapatero tras ganarle la partida a José Bono, también se resolvió en julio de 2000. Si se quisieran acortar esos plazos, la ejecutiva del partido puede fijar en menos tiempo la celebración de un congreso extraordinario.
Patxi López explicó en rueda de prensa su posición, que surgió tras varios días de reflexión personal pero también compartida con otros líderes regionales y nacionales del PSOE. Fuentes cercanas al dirigente vasco apuntan que la respuesta que recibió López en esos contactos fue muy positiva. Hay una sensación general, en amplios sectores del partido, de que el PSOE no está viviendo precisamente los mejores momentos para meterse de lleno en una lucha fratricida, y menos aún con el complicado panorama económico en el que está España en estos momentos.
La elección de un secretario general del PSOE lleva aparejada una mecánica muy diferente a la del proceso de primarias para elegir a un candidato electoral. Sí hay participación de las bases pero mucho menos que para la elección de un candidato en la que el universo electoral lo componen todos los militantes, los 220.000 actualmente al corriente de pago en el partido. En cambio los protagonistas de un congreso, entre un mínimo de 500 delegados y un máximo de 2.000, son elegidos en las asambleas territoriales y con un mayor control de los aparatos y sus federaciones. Siempre hay lugar para la autonomía de tal manera que, en efecto, cada delegado tiene el poder de su voto cuando llegue el momento del congreso, pero previamente es más fácil llegar a los delegados que a 200.000 militantes.
Fue precisamente por esta vía por la que llegó José Luis Rodríguez Zapatero en el mes de julio de 2000 a la secretaría general del PSOE, también después de un enorme batacazo electoral. El congreso fue reñido, con cuatro candidatos y venció Zapatero por solo nueve votos de diferencia con José Bono, que partía como ganador. Durante varias semanas Zapatero visitó las federaciones socialistas proponiendo una renovación total del proyecto socialista con ayuda de un grupo de fieles entre los que estaba en primera fila José Blanco, Trinidad Jiménez, Jesús Caldera, Consuelo Rumí, Jordi Sevilla y Juan Fernando López Aguilar. En ese primer grupo no estuvo la otra posible candidata ahora a las primarias, Carme Chacón, que sí se sumó luego a las personas en las que se apoyó más el presidente para formar sus primeros equipos. Alfredo Pérez Rubalcaba propició el apoyo a la candidatura de José Bono pero siempre persiguió que Zapatero se uniera a la candidatura de Bono. No lo consiguió porque Zapatero prefirió ir solo.
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