El partido xenófobo de Anglada quintuplica su resultado en Cataluña
CiU y la izquierda se conjuran para evitar que gobierne Plataforma per Catalunya
Cataluña 2011. Unas jóvenes juegan alegremente a la comba en plena calle. Cataluña 2025. Las mismas chicas siguen jugando pero con una diferencia: sus minifaldas han sido sustituidas por un burka. Es el vídeo electoral que ha causado furor durante la campaña electoral catalana. La xenófoba Plataforma per Catalunya (PxC) lo ha utilizado como buque insignia para denunciar las "catástrofes" de la inmigración y, a tenor de los resultados, le ha sacado todo el jugo. La plataforma del antiguo militante de Fuerza Nueva Josep Anglada ha multiplicado por cinco sus apoyos, ha conseguido 67.000 votos y hasta 67 concejales. Municipios tan importantes para la izquierda como L'Hospitalet o Santa Coloma de Gramenet, han visto entrar en sus Ayuntamientos a concejales de este partido, lo que ha contribuido a romper la mayoría absoluta del PSC.
Plataforma per Catalunya basa todo su programa en el control de la inmigración. Su líder, Josep Anglada, fue el pionero en utilizar el lema Primero los de casa, copiado después por el PP en algunos municipios. Este movimiento, iniciado en poblaciones de la Cataluña interior poco acostumbradas a la llegada continua de inmigrantes, se ha ido extendiendo y el domingo alcanzó buena parte del área de Barcelona. En Vic (40.000 habitantes), epicentro del partido, y con Anglada como candidato, la formación ha crecido hasta consolidarse como segunda fuerza. El alcalde, Josep Maria Vila d'Abadal (CiU), admite el fracaso de su lucha de cuatro años para evitar el crecimiento de la plataforma. "No hemos hecho bien nuestro trabajo", reconoció la noche electoral. Ayer, Vila, incluso se planteaba dimitir los próximos días. En cualquier caso, CiU y los partidos de la izquierda se han conjurado para evitar que PxC toque poder en ningún municipio.
Los populares han copiado el lema 'Primero los de casa'
El PP ha frenado a PxC donde más ha criticado la inmigración
Pero los electores catalanes críticos con la inmigración no solo han premiado la plataforma. Los partidos contrarios a la llegada de extranjeros han obtenido buenos resultados, sobre todo en aquellos municipios con altas cotas de inmigración y donde el candidato ha hecho bandera de este fenómeno. El PP ha seguido este perfil en varios municipios y Badalona, tercera ciudad catalana, es el caso más claro. El candidato del PP, Xavier García Albiol, con un discurso mucho más radical del que tiene el partido a nivel nacional en temas de inmigración, lleva camino de convertirse en alcalde. Lleva cuatro años culpando de todos los males a los gitanos rumanos que viven en la población. Y, aunque CiU y PSC se conjuraron para cerrarle el paso a la alcaldía, la victoria inapelable de García Albiol y la necesidad de contar con el PP en otras localidades ha hecho que CiU se plantee dejarle gobernar en minoría. Un mal necesario, creen los nacionalistas.
Los socialistas han sido las grandes víctimas del ascenso del voto antiinmigrante. La ejecutiva del PSC admitió ayer que los 205.000 votos perdidos el domingo respecto a las municipales del 2007 han ido a parar, por este orden, a CiU, PP y Plataforma per Catalunya, además de a la abstención. Se aprecia en las grandes ciudades alrededor de Barcelona, pero también en municipios pequeños. Un ejemplo: Torelló (14.000 habitantes). El PSC ha perdido 900 votos y tres concejales. Exactamente los mismos ediles que ha conseguido la Plataforma con poco más de 800 votos.
Pero en algunos municipios el PSC también se ha apuntado al discurso duro sobre inmigración para taponar vías de escape. Y le ha resultado. El caso más claro es Lleida, donde su alcalde, Àngel Ros, disfrutará de una cómoda mayoría absoluta tras un mandato de cuatro años en el que Lleida ha sido noticia por la clausura de un oratorio musulmán que vulneraba reiteradamente la normativa sobre aforo. El alcalde también ha sido el primero de España en prohibir el uso del burka en los locales municipales.
El candidato de la mano dura
Xavier García Albiol llegó al Ayuntamiento de Badalona como candidato a la alcaldía en 1991. Como él mismo señaló en la noche del domingo, por aquel entonces no podía ni imaginar que llegaría el día en el que el Partido Popular estuviera en disposición de asumir la alcaldía de la tercera ciudad catalana más poblada. Hace un par de legislaturas, sin embargo, y tras comprobar que el discurso antinacionalista catalán no le daría rédito electoral, forjó una estrategia de campaña: subrayar las carencias de los barrios más desfavorecidos y vincular inmigración e inseguridad ciudadana.
Desde los comicios de 2003 ha pasado de obtener cinco representantes en el Consistorio a conseguir 11, y alzarse como la fuerza más votada. En sus polémicas campañas, ha recurrido a panfletos ilustrados con fotografías de inmigrantes en los que se planteaba: "¿Tu barrio es seguro?"; ha asegurado que daría prioridad a los ciudadanos autóctonos en la concesión de ayudas sociales y en las últimas semanas ha declarado que haría la vida imposible a los extranjeros que cometieran delitos. "Sé que eso no es solucionar el problema, sino trasladarlo, pero a mí lo que me importa es Badalona. Que el resto de Administraciones hagan sus deberes", ha llegado a declarar.
Ese discurso le ha dado repercusión mediática y ha conectado con un electorado que consideraba que el gobierno municipal (PSC, CiU y ERC) ignoraba el deterioro de los barrios del sur de la ciudad y no daba con soluciones eficaces, pero también le ha enfrentado al resto de partidos, de modo que le resultará difícil alcanzar pactos con ellos.
Fermín Robles
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.