Comunicar una derrota, comunicar una victoria
Expertos en comunicación creen que a los discursos electorales les sobró contención
Los expertos en comunicación política escuchaban atentos los discursos de la noche del 22-M en Ferraz y Génova. José Luis Rodríguez Zapatero comparecía para reconocer la derrota del PSOE en su última legislatura como presidente del Gobierno, rodeado de parte de su equipo. Mariano Rajoy recibía la victoria popular flanqueado por Alberto Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre. Las palabras se retransmitieron al instante. Los gestos, los silencios -todo lo que no constaba en el guión oficial- todavía resuenan, y los especialistas los analizan.
El presidente de la Asociación de Directivos de Comunicación (DIRCOM), José Manuel Velasco, defiende que Zapatero no evitó enfrentar en su discurso lo espinoso de la derrota,aunque mientras habla "sí elude la responsabilidad del Gobierno que preside y también del partido que dirige en la gestión de la crisis, porque culpa directamente a la crisis de los resultados electorales". Velasco cree que al mensaje le habría hecho falta "cierta dosis" de autocrítica para resultar más eficaz. El presidente es un buen comunicador, asegura este experto, pero ha perdido mucha credibilidad. ¿Sus gestos? "Acordes con la magnitud de la derrota", según Velasco.
"Queríamos comprender más qué sentía el presidente. Su cuerpo lo estaba diciendo, pero él no", dice Gutiérrez-Rubí
El asesor de comunicación Antoni Gutiérrez-Rubí subraya, por su parte, que Zapatero no explotó la faceta emocional. "En una situación de derrota, los ciudadanos quieren ver los dos planos: el emocional y el profesional". Las expresiones "acreditan que te importa lo que ha pasado", según Gutiérrez-Rubí, algo que faltó en el caso de Zapatero. Pero su lenguaje corporal revelaba lo que sentía. "El cuerpo habla. Los espectadores se llevan mucha información a través de la comunicación no verbal. El 75% de las impresiones que sacas de un discurso tienen que ver con la gestualidad, los movimientos, el tono de voz…".
¿Y qué decía el cuerpo del presidente del Gobierno? A pesar del discurso contenido, la mirada, "entre perdida y dirigida al suelo" denota "perplejidad, temor y sentimiento de culpa", sostiene Gutiérrez-Rubí. Los espectadores lo notaron. "Dijera lo que dijera, lo estaban viendo". El formato tampoco ayudaba. El poco tiempo, la escenografía con demás lideres a su lado… faltó emoción. "Queríamos comprender más qué sentía el presidente. Su cuerpo lo estaba diciendo, pero él no".
¿Y Rajoy? "Comedido" es el adjetivo que se repite más. El presidente de DIRCOM asegura que "fue el que es", un líder de imagen tranquila que no "juega a generar entusiasmo". Velasco cree que en la prudencia del discurso de Rajoy pesó el hecho de que intentase "gestionar la ansiedad" de una posible victoria en las generales de 2012. "Un año en política cuando tienes prisa es un tiempo que se puede hacer eterno", subraya Velasco.
Francisco Roldán, presidente de la Asociación Española de Consultores Políticos, incide también en el discurso comedido, aunque con "cierto tinte de euforia" que solo denota su media sonrisa. "No sabemos lo que siente Rajoy", destaca Antoni Gutiérrez-Rubí. El líder del PP mostró una vez más que tiene "pocos registros faciales" y parece tener siempre la situación "bajo control", algo que le hace emocionalmente inaccesible. Su rigidez "no permite ver y comprender lo que siente. Le sucede en situaciones difíciles o extraordinariamente positivas, como la victoria en la noche electoral".
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