La catalana que podía hacer nacido en cualquier sitio
Hoy, en sus mitines, no hay más gritos que los de “¡guapa!” porque ha calado la idea de que hay que mitigar el desastre del domingo
No hay ni un grito de “¡presidenta, presidenta!”, pero en el ambiente está que la mujer que avanza lentamente hacia el interior del auditorio de Guadalajara tiene intención de ser candidata a las posibles primarias que se celebraran en el PSOE tras las elecciones del 22-M
“¡Ya nos toca a nosotras!” , “eres la mejor”, le dicen algunas mujeres que la abrazan y besan. “¡Aupa el socialismo y el Barça!”, le dice un efusivo militante.
Carme Chacón avanza esforzándose en no dejar a nadie sin besar, sin saludar o sin dirigirle la mejor de sus sonrisas. A punto está de perder el equilibrio al intentar besar a una mujer de la tercera fila que le grita “¡guapa!” y que literalmente la estruja mientras le planta el carmín en la cara.
No hay más gritos entre los casi 500 asistentes que el tímido de “¡guapa, guapa!”, porque entre los militantes y simpatizantes del PSOE parece haber calado la idea de que primero hay que competir el domingo en las municipales y autonómicas y mitigar el desastre y luego ya habrá tiempo de elegir al sustituto de José Luis Rodríguez Zapatero. Nadie habla de primarias, aunque esté latente en el ambiente y en las frases que le dicen algunos mientras la saludan para animarla a presentarse.
Fue la primera mujer ministra de Defensa y la primera miembro del Gobierno con baja maternal y aspira a ser la primera mujer en liderar el PSOE, aunque nadie hable de ello
Con Chacón no está José María Barreda, porque de todos es sabido que en esta campaña hay tantas peculiaridades como que los candidatos que se juegan el futuro del partido en toda España prefieren estar solos. Y la ministra de Defensa intenta tirar del carro en la comunidad donde se juega el futuro de su partido, en el que ella pretende tener un papel destacado. Viaje a la Alcarria, camino de otras metas.
En el último tramo de los besos y abrazos le queda aún el efusivo saludo del militante Juan Palomeque, de 87 años, que no la suelta el brazo e insiste en darle una pequeña bolsa con documentos que, según dice, “son papeles de Juan Negrín”. “A mi me gusta mucho más esta”, dice el veterano militante cuando se le pregunta si prefiere a Chacón o a Rubalcaba.
Abre una telonera enfatizando una de las características obvias de su personalidad y que le diferencian de posibles oponentes, la de ser mujer: “Te debemos mucho todas las mujeres de este país después de verte con la tripa bajar del helicóptero o saludar a las tropas”. Fue la primera mujer ministra de Defensa y la primera miembro del Gobierno con baja maternal y aspira a ser la primera mujer en liderar el PSOE, aunque nadie hable de ello.
Al fin sube al estrado, saca de una carpeta transparente las notas que irá leyendo en su discurso y arranca con una referencia velada a su otra característica obvia: que es catalana. Sería la primera catalana que encabeza uno de los grandes partidos en unas generales y esa condición está también presente en el arranque de su discurso, porque coge al vuelo una referencia previa a Juan Manuel Serrat. “El domingo diremos hoy puede ser un gran día” y “Serrat podía haber nacido en cualquier sitio”, asegura, reivindicando a la vez su catalanidad y la compatibilidad con otras identidades.
Enfatiza con el dedo cada vez que enumera algunas de las medidas antipopulares o incumplimientos del alcalde del PP de Guadalajara. Eleva las palmas bien abiertas cuando ironiza con frases de Rajoy y Cospedal y se lanza contra ambos una vez que cumple con el rigor de las referencias a la política municipal y autonómica.
Teatraliza el discurso, gesticula más de lo que se recordaba y empieza con una voz tomada que va ganando fuerza según avanza. En el texto incluye notas de humor e ironía sobre los sueldos de Cospedal, pero tono grave cuando se centra en la política antiterrorista y la reivindicación de la gestión del Gobierno de Zapatero frente a ETA.
Y al acabar, otro baño de besos y abrazos. Más de media hora hasta que consigue llegar al coche oficial y abandonar el estrado. Antes de irse, le queda el nuevo saludo del veterano Juan Palomeque que, al fin, consigue entregarle la bolsa con los documentos sobre Negrín que se lleva una asesor de la ministra.
“Es emocionante tanto cariño y tantas ganas de que se les anime”, asegura la ministra a la salida. Y, como se niega a hablar de nada parecido a primarias, asegura que Rubalcaba vive escenas similares en sus mítines.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.