Deconstruyendo a Aguirre

Esperanza Aguirre es supersticiosa. Para ella Valdemoro se ha convertido en una suerte de talismán, al que regresa cada campaña electoral porque, dice, que le da suerte. Ayer, la plaza de toros del pueblo del sur de Madrid estaba a reventar. Valdemoro es el pueblo del secretario general del PP, Francisco Granados, que fue alcalde del municipio hasta 2004. No le resultó difícil organizarlo todo para que Aguirre se diera un baño de masas. Hace un par de semanas, un miembro de la dirección del PP alardeaba del magnífico resultado que le daban las encuestas en Valdemoro. Y allí, acudió la aspirante del PP, acompañada de su perrito de nombre Pecas, para insistir en los dos argumentos en los que insiste durante la campaña electoral: el desempleo y la defensa de España ante el riesgo de ETA.

A la dirigente popular le resulta más fácil hacer la oposición al Gobierno socialista que medirse con su principal adversario madrileño, Tomás Gómez. En el PP consideran que cada vez que la presidenta regional se refiere al candidato del PSM le da más protagonismo. Además, a los socialistas les cuesta trabajo defenderse cuando Aguirre ataca a Zapatero por cuestiones como el paro y la unidad de España. Donde ella se siente cómoda, sus contrincantes se encuentran a disgusto.

Aguirre recibió el apoyo del portavoz del PP en el Parlamento Europeo, Jaime Mayor Oreja, que acusa con vehemencia al Gobierno de negociar con ETA. También la acompañó la portavoz del PP en el Congreso, Soraya Sáez de Santamaría, quien acusó a los socialistas de los cinco millones de parados.

Con esa cuadrilla, Aguirre solo tuvo que repasar su discurso de los últimos días. Lo hizo rápido, porque, como dijo, apretaba el calor. Pero también arengó a los militantes porque "no se puede perder ni un solo voto por exceso de confianza".

Un antitaurino irrumpió en el escenario del mitin del PP en Valdemoro, mientras intervenía Mayor Oreja. El activista mostró un cartel con el lema: "Tauromaquia abolición".