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Por qué los puertos africanos son un coladero para las vacunas anti-covid falsificadas

Fuentes policiales y analistas de la delincuencia, entre otros, han identificado las zonas de libre comercio (ZLC) como la mayor amenaza a la seguridad del suministro de dosis de inmunización contra el coronavirus en África. Mombasa, en Kenia, encabeza la lista de las principales vías portuarias de entrada. Tercer artículo de una serie de tres sobre la covid-19 y la delincuencia organizada

Vacunas Covid
Un hombre muestra un vial de la vacuna Covishield de AstraZeneca llegada a Ghana el pasado 24 de febrero.FRANCIS KOKOROKO (Reuters)


Serie Covid-19 y crimen organizado
Capítulo 1. El reto de Sudáfrica para proteger sus vacunas contra la covid-19 de la delincuencia
Capítulo 2. Las mafias acechan la llegada a África de las vacunas contra el coronavirus

Manchones verdinegros de moho cubren las fachadas de los edificios que en otro tiempo fueron blancos. La ciudad es un laberinto de callejuelas, algunas empedradas con cantos marinos compactados por los siglos transcurridos desde su colocación. El aire, siempre húmedo, huele a especias dulces y a pescado bañado en el agua salada del vecino mar. La cacofonía de los numerosos mercados y de los almuédanos que llaman a la oración se suma a una atmósfera de por sí desbordante para los sentidos.

El hervidero de la ciudad vieja tiene su ritmo, aunque sea poco convencional y hasta caótico.

Estamos en Mombasa, el quinto puerto más activo de África según un informe de la empresa de asesoramiento financiero Okan y el Foro CEO África. Por el principal puerto de Kenia circulan mercancías destinadas a toda la zona oriental del continente y a parte del centro. Debido a su posición estratégica, Mombasa ha sido un lugar de conflicto desde, al menos, el año 1300: árabes, persas, portugueses y turcos han librado guerras por ella. También ha servido tradicionalmente de refugio a toda clase de malhechores.

Puerto de Mombasa (Kenia).
Puerto de Mombasa (Kenia).Picasa

En la década de 1960 fue una de las guaridas preferidas del infame mercenario Mike Hoare El Loco y su tropa de Gansos salvajes. En época más reciente, Mombasa acogió a una de las sospechosas de terrorismo más buscadas del mundo: Samantha Lewthwaite. La viuda blanca, presunta miembro de Al Shabab, está acusada de cargos relacionados con varios atentados terroristas en África oriental, y ha estado implicada en la muerte de cientos de personas.

Hoy en día, la ciudad conserva su reputación de ser parte inseparable de los bajos fondos de África y uno de los principales puntos de entrada de las drogas de Oriente Próximo y los productos farmacéuticos ilegales procedentes de Asia. En los últimos 12 meses, el papel que puede desempeñar en la facilitación de envíos de vacunas contra la covid-19 falsificadas y que no cumplen la normativa ha estado cada vez más presente en las conversaciones en los círculos policiales y los servicios secretos de África oriental.

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Las numerosas bandas del crimen organizado de Mombasa nunca han tenido reparo en aprovechar nuevas oportunidades, algo que, desde luego, no escasea. Según un informe hecho público en septiembre por la iniciativa Enact contra la delincuencia, las fuerzas del orden kenianas cifran en 132 el número de grupos criminales organizados que operan en el país. La mayoría se dedica al tráfico de cocaína y heroína desde Asia y Latinoamérica.

Actualmente, el puerto va camino de convertirse en la principal vía de acceso de los suministros de vacunas procedentes de India y China a los países de África oriental que no tienen litoral, como Uganda, Ruanda y Burundi, además de a Sudán del Sur, Somalia y la República Democrática del Congo.

Más mercancías y menos inspección facilita la actividad de los delincuentes

El analista-investigador de Interpol en África Oriental, John-Patrick Broome, califica a Mombasa de “infraestructura clave” para el tráfico de medicamentos falsificados y que no cumplen la normativa. Según Broome, las inspecciones en el puerto de Mombasa y en otros puertos de la zona ya se han reducido notablemente. Se trata de un efecto secundario inevitable de la pandemia. El puerto tiene que recibir medicinas y apoyo de todo el mundo para que África oriental pueda hacer frente a la covid-19.

“Los regímenes de inspección se han reducido para facilitar que las mercancías destinadas a ser distribuidas a toda la zona se muevan con agilidad y sin complicaciones a través de la frontera”, explica el analista. Sin embargo, esto también permite a las organizaciones delictivas “facilitar el movimiento de medicamentos ilegales”, la mayoría procedentes de Asia. Un inspector del puerto que habló con los medios especializados en salud de Bhekisisa con la condición de permanecer en el anonimato, lo confirma. “Ahora solo inspeccionamos una pequeña parte de las mercancías que entran. Esto se debe a que nuestros sistemas están sobrecargados de productos. Llegan tantos cargamentos que hemos habilitado trenes capaces de transportar dos pisos de contenedores”.

Contenedores en el puerto de Mombasa (Kenia).
Contenedores en el puerto de Mombasa (Kenia).Fredrick_Omondi

“En los próximos meses van a empezar a llegar a África grandes remesas de vacunas, incluidas las compradas a través del mecanismo internacional de adquisición Covax. Es probable que los aviones de carga no puedan con esos volúmenes, así que se transportarán en barco a algunas de las muchas zonas de libre comercio del país, Mombasa entre ellas.

Según los analistas de actividades delictivas, las organizaciones internacionales de lucha contra el crimen y la policía, en esas zonas francas es donde la cadena de suministro de las vacunas estará más expuesta a que los delincuentes introduzcan en ella preparados fraudulentos o de baja calidad.

¿Qué es una zona de libre comercio?

La fundación estadounidense Global Financial Integrity (GFI), que analiza el crimen financiero en todo el mundo, ha denominado a las ZLC “caja de Pandora del dinero sucio” y “refugio de la delincuencia sin control”. Según GFI, las zonas de libre comercio, también conocidas como puertos francos, son “zonas económicas especiales que se benefician de exenciones fiscales. Si bien geográficamente están situadas dentro de un país, en la práctica se encuentran fuera de sus fronteras a efectos tributarios”.

La Asociación de Zona Francas de África informa de que, en 2019, el continente albergaba 189 áreas de libre movilidad de bienes en 47 de sus 54 países. Diez de ellas se encuentran en Sudáfrica. Si bien a menudo están situadas en los puertos, también pueden ser centros estratégicos localizados en el interior, como ocurre con la zona económica especial de Musina-Makhado de Limpopo, cerca de la frontera entre Sudáfrica y Zimbabue.

Los países en desarrollo son los que más promueven la existencia de zonas francas, ya que estas ofrecen atraer empresas exportadoras e inversión extranjera, y crear puestos de trabajo.

Pero el informe de Global Financial Integrity advierte de que “los delincuentes ven en ellas el lugar perfecto para producir y transportar bienes ilegales, ya que los controles y las comprobaciones de las autoridades suelen ser irregulares o inexistentes. Las autoridades apenas supervisan, o no supervisan en absoluto lo que ocurre en una zona de libre comercio, rara vez inspeccionan las mercancías y las empresas que operan en ella suelen beneficiarse de las escasas exigencias de declarar y ser transparentes”.

Sobornos a los agentes fronterizos tras la crisis económica por la covid-19

El 1 de enero, en plena pandemia, la Unión Africana (UA) puso en funcionamiento la Zona de Libre Comercio Continental Africana (AfCFTA, por sus siglas en inglés). Con 54 signatarios, es el mayor bloque comercial por número de miembros. Según el Centro Africano para la Transformación Económica, la AfCFTA podría constituir un conglomerado económico con un PIB conjunto de entre 3,4 y 4 billones de dólares, y aumentar el comercio interior del continente en un 33%. El acuerdo es algo más que un tratado de libre comercio. “Es el vehículo para la transformación económica de África”, señala el centro. “A través de sus diversos protocolos, facilitará la circulación de personas y mano de obra, la competencia, la inversión y la propiedad intelectual”.

Sin embargo, un antiguo traficante de medicamentos ilegales que ahora colabora con la policía investigando la delincuencia en África occidental, advierte: “Estoy seguro de que la Unión Africana tiene buenas intenciones al convertir el continente en una enorme zona de libre comercio, pero eso será el paraíso para las bandas que ya están introduciendo medicinas fraudulentas en el continente. Es como ponerles un cartel dándoles la bienvenida a África”.

Esto no quiere decir que antes de que se pusiera en funcionamiento el AfCFTA no hubiera riesgos. Como sostienen los abogados especialistas en propiedad intelectual Marius Schneider y Nora Ho Tu Nam, la plétora de zonas de libre comercio de África ya atraía antes a la delincuencia organizada dedicada al tráfico de medicamentos ilegales.

Schneider y Ho Tu Nam asesoran a algunas de las mayores empresas farmacéuticas el mundo, y en mayo publicaron un informe que alertaba de la posibilidad de que en África se estuvieran distribuyendo vacunas anti-covid falsificadas. “En puertos como Mombasa y otras zonas de libre comercio, los productos farmacéuticos se envasan y se vuelven a envasar de manera que su origen queda disfrazado”, explica Schneider. “No cabe duda de que la utilización de las ZLC facilita y fomenta el comercio de medicinas fraudulentas. Si me preguntan si estas zonas desempeñan un papel en la criminalidad que rodea a las vacunas contra la covid, rotundamente, sí. La razón es que, según nuestra experiencia, no están bien vigiladas y, además, están muy expuestas a la corrupción”.

Broome afirma que, desde que empezó la pandemia, las bandas organizadas intentan “corromper” a los funcionarios de los puertos de África oriental para que reciban envíos de equipos de protección individual falsos. “El desafortunado contexto de la covid-19 en lo que a impacto socioeconómico se refiere ha llevado a una situación en la que la gente teme por su empleo. Hemos visto cómo las bandas ofrecían dinero a algunas personas a fin de lograr acceder a los escasos recursos con que cuenta la inspección en los puertos en estos momentos”.

El final de la ruta de la seda y el posible principio de un oscuro viaje con vacunas falsas

Schneider afirma que Yibuti, que funciona como puerto de Etiopía, también es una posible fuente de preocupación. “Está al final de la ruta china de la seda, y constituye un importante punto de entrada de productos chinos en África”, explica. “Por eso, ocupa una posición muy estratégica. Forma parte de una de las rutas de comercio marítimo más transitadas del mundo, y enlaza Asia con África y Oriente Próximo”.

En 2018, este pequeño país del Cuerno de África abrió la que será la mayor zona de libre comercio de África. Sus diversas fases de desarrollo, financiadas por China, han tenido un coste de unos 3.500 millones de dólares.

Varias fuentes relacionadas con la obtención de información y la prevención de la delincuencia en África oriental expresan su preocupación por Yibuti. Según estas fuentes, al no disponer de un registrador aduanero oficial (un registro electrónico de las marcas comerciales que entran en un territorio nacional), el país es perfecto para que el crimen organizado se beneficie de los envíos de vacunas

“Las autoridades de Yibuti no registran las marcas. Esto significa que no hacen nada para avisar a la empresa cuando hay un cargamento sospechoso”, admite una de las fuentes, que pide que no se mencione su nombre. “Por supuesto, los delincuentes saben muy bien que hay puntos de entrada como este, con carencias de las que ellos pueden sacar provecho”.

Puerto de Yibuti, Etiopía.
Puerto de Yibuti, Etiopía.Sinny Pak (Flickr)

Los intentos de Bhekisisa de hablar con las autoridades aduaneras yibutianas fueron infructuosos, pero Schneider confirma que estas no tienen por norma avisar a las empresas en caso de sospecha sobre la autenticidad de las mercancías.

El letrado refiere que recientemente ha hecho averiguaciones con las autoridades de Yibuti. “Existe la posibilidad de firmar una especie de memorándum de entendimiento con su servicio de aduanas. Entonces, puede que se ocupen de los productos del firmante”, explica. “Pero no es algo que esté previsto ni que se ponga automáticamente en práctica. Por otra parte, en algunos países, como Sudáfrica y Mauricio, la cooperación con las aduanas para confiscar mercancías ilegales funciona muy bien”.

El pasado mes de julio, el informe de un estudio llevado a cabo por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc) identificaba también los puertos de Lomé (Togo) y Cotonú (Benín) como puntos clave para la entrada de productos farmacéuticos falsificados y de infracalidad relacionados con la pandemia de covid-19.

Según Mark Micallef, de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional, actualmente Libia es el “epicentro” del tráfico de productos farmacéuticos robados, falsificados y de baja calidad en el Norte de África y la región del Sahel. “El tráfico de medicinas en general creció exponencialmente en Libia a partir de 2011 [cuando el régimen de Muamar el Gadafi fue derrocado], con nuevos actores, el desarrollo de nuevos mercados, y los medicamentos de venta con receta y los productos farmacéuticos falsificados como un gran sector mercantil en crecimiento. El mercado interno, que antes de la revolución estaba controlado mucho más estrictamente por el régimen, también creció muy deprisa”.

Micallef observa que “en los puertos y en las zonas fronterizas estratégicas hay nodos clave perfectamente operativos para el negocio delictivo” que podrían funcionar sin problemas como conductos para introducir las vacunas contra la covid-19 falsificadas.

El abastecimiento de los países sin salida al mar somete a los puntos de entrada a una enorme presión

Al igual que otros funcionarios de aduanas con los que ha hablado Bhekisisa en varias zonas de África, un inspector de Mombasa declara que tiene “órdenes estrictas” de “concentrarse en los cargamentos que llegan de Asia” para intentar detectar posibles vacunas falsificadas.

Pero las instrucciones recibidas le generan frustración y desánimo. “Hoy en día todo llega de China”, constata. “No tenemos capacidad para inspeccionar todo lo que viene de Asia. Es imposible. Solo podemos revisar una pequeña parte, así que muchísima mercancía ilegal nos pasa por delante, pero no podemos hacer nada”.

Ho Tu Nam vaticina que si las vacunas se encuentran con obstáculos en los puntos de entrada a África, la delincuencia organizada intentará sacar provecho del caos. “Alrededor de un tercio del continente no tiene litoral, así que hay pocos puertos [como Mombasa y Durban] para dar servicio a muchos países”, señala.

Seis países interiores dependerán de los puntos de entrada de Sudáfrica para procesar y distribuir grandes remesas de vacunas, procedentes sobre todo de China e India: Botsuana, Lesoto, Malaui, Suazilandia, Zambia y Zimbabue. Según el Departamento de Transporte de KwaZulu-Natal, Durban es la terminal marítima más grande y con más volumen de tráfico de África subsahariana, y la cuarta terminal de contenedores del hemisferio sur, que enlaza “lejano Oriente, Oriente Próximo, Australasia, Sudamérica, Norteamérica y Europa. También funciona como centro de transbordo para África oriental y las islas del océano Índico”.

Playa de Durban, Sudáfrica.
Playa de Durban, Sudáfrica.Michael Jansen (Flickr)

Ho Tu Nam piensa que la delincuencia organizada podría aprovechar los puntos de entrada más concurridos para etiquetar fraudulentamente los cargamentos de medicamentos falsificados y de mala calidad como mercancías “en tránsito”.

“Hemos observado que muchos falsificadores marcan los productos que pasan, por ejemplo, por el puerto de Mombasa con destino a Sudán del Sur, como destinados a Ruanda. Los agentes de aduanas tienen tanto trabajo y están tan concentrados en los productos marcados para distribuir en su propio país que no comprueban los que llevan la etiqueta ‘en tránsito’. Una vez que los productos con marca falsa salen a la carretera, los desvían a los mercados locales”.

La amenaza del “pequeño farmacéutico”

En África Oriental, varios agentes de policía declararon a Bkekisisa que les preocupa que las vacunas anticovid falsificadas, irregulares y robadas puedan ser distribuidas por algunos de los miles de “farmacéuticos” sin título de la zona.

Según Interpol, tienen motivos para preocuparse. “El número de farmacias sin licencia ha aumentado en la zona durante la covid-19”, denuncia Broome. “Un ejemplo de ello es que durante este periodo hubo 56 detenciones en Uganda y se cerraron 1.526 establecimientos. En ellos se puede vender, por ejemplo, antivirales falsos procedentes de Asia”. El analista denuncia que los integrantes de las bandas organizadas intentan “franquiciar” farmacias ilegales por toda África oriental “para que les den mayor apariencia de legalidad”.

Sin embargo, según Micallef tanto las farmacias legales como las ilegales constituyen canales importantes para el flujo de medicamentos ilícitos en todo el Norte de África, y concretamente en los países del Magreb, a saber, Argelia, Libia, Mauritania, Marruecos y Túnez.

En todo el continente, negocios de una sola persona o de una familia que a menudo realiza su actividad en los suburbios o utilizando medios móviles, como la parte trasera de una camioneta, proporcionan una importante fuente de medicamentos auténticos más baratos a poblaciones que, de otro modo, no podrían permitirse el tratamiento. La policía informa de que los delincuentes suelen utilizar estas farmacias como “fachada” y “canal” para los productos farmacéuticos ilegales.

El analista e investigador de actividades delictivas Maurice Ogbonnaya, antiguo agente de seguridad de la Asamblea Nacional de Nigeria, declara: “Por desgracia, son difíciles de controlar, porque se mueven, y si la policía empieza a hacerles inspecciones, cierran una temporada y luego vuelven a abrir, o se van a otro sitio”.

Sin castigo, no hay miedo a producir medicamentos falsos

La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito admite que a lo largo de la última década se han hecho avances en el desarrollo de marcos para los productos médicos falsificados y de infracalidad. No obstante, “pocos países tiene un sistema legal y normativo adecuado y en funcionamiento para hacer frente a los delitos relacionados con los productos farmacéuticos de mala calidad y falsificados asociados a la covid-19”.

Además, según Schneider la experiencia dice que, en África, las personas sorprendidas distribuyendo vacunas falsas no recibirán un castigo severo. “En muchas partes del mundo, África entre ellas, los medicamentos falsos se suelen considerar una vulneración de los derechos de propiedad intelectual, pero no un delito”, precisa.

Cyntia Genolet, directora asociada de compromiso con África de la Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas, sospecha que precisamente esa es la causa que podría animar a la delincuencia organizada a invertir en vacunas falsificadas y de mala calidad. “Si no se impone un castigo [real], la persona sencillamente asume el riesgo. A lo mejor luego se pasa tres días en la cárcel, paga una pequeña multa, y ya puede seguir”, ironiza.

Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos publicado en 2018 identificaba a Egipto como plataforma continental para el tráfico y la producción de mercancías ilegales. Sin embargo, ese mismo año en el país solo hubo una detención por producir medicamentos falsificados.

Un dato preocupante es que esa única detención bastó para situar a Egipto entre los 10 primeros países en número de detenciones por ese delito. “Eso lo dice todo de la seriedad con que no solo África, sino todo el mundo, se han tomado el problema hasta ahora”, lamenta Schneider. “Si a alguien lo descubren vendiendo productos farmacéuticos en Comores, por poner un ejemplo, lo dejarán marchar con una multa y le permitirán que se lleve los productos fraudulentos”.

Una redada millonaria con libertad para los delincuentes

Andy Gray, un veterano farmacéutico de la Universidad de KwaZulu-Natal, en Sudáfrica, recuerda el que, por desgracia, probablemente sea el caso más famoso de tráfico de medicinas falsificadas en el que los perpetradores salieron muy bien librados: En 2000, la policía llevó a cabo una redada en un fábrica de Potchefstroom y confiscó productos farmacéuticos, muchos de ellos introducidos de contrabando desde India, cuyo valor de mercado se calculó posteriormente en 95 millones de rands, más de cinco millones de euros.

Al cabo de dos años, un juez concluyó que Derrick Adlam, Deon de Beer y Joham du Toit, tres farmacéuticos de esa ciudad de la provincia del Noroeste, habían dirigido una mafia que reenvasaba y distribuía medicamentos falsificados, robados y caducados. Los tres se declararon culpables, pero solo de infringir la ley de marcas. Se les impuso una condena de cinco años con suspensión de la pena, y tras pagar una multa, quedaron rápidamente en libertad.

Las vacunas falsificadas y de mala calidad tendrán un efecto inhibitorio

Según Ogbonnaya, algunos organismos gubernamentales, sobre todo de África occidental, intentan hacer frente al tráfico de productos farmacéuticos ilegales, pero la mayor parte de las medidas son adoptadas por gobiernos individuales que se centran solo en los delitos locales.

La delincuencia organizada, señala el analista, actúa a escala regional, continental y mundial. Por eso lo que se necesita es la correspondiente cooperación transfronteriza. “Ahora mismo, en algunos países africanos se producen redadas y detenciones cada pocos meses, o incluso años, y cierres de farmacias ilegales, por ejemplo. Luego, pasados unos meses, los delincuentes vuelven a su actividad”, lamenta.

“Es un sistema muy arraigado, y no se va a acabar con él con unas cuantas detenciones aquí y allá. Para acabar con él hace falta la cooperación a gran escala entre la policía, los gobiernos, los fabricantes de productos farmacéuticos y muchas otras partes implicadas. Y eso es lo que falta actualmente: coordinación. África y el mundo necesitan un sistema único centrado en el tráfico de medicamentos ilegales, y no lo tenemos”.

En 2010, el Consejo de Europa redactó y adoptó el Convenio Medicrime (sobre la falsificación de productos médicos y delitos similares que supongan una amenaza para la salud pública), el único instrumento legal internacional que proporciona los medios para penalizar la falsificación de productos médicos considerándola una amenaza para la salud pública. Sin embargo, por ahora solo 18 países lo han ratificado. Tres de ellos son africanos: Benín, Burkina Faso y Guinea. “Son los únicos tres [países] de África que realmente tipifican como delito la falsificación de medicamentos”, subraya Genolet. No obstante, se espera que otros no tarden en ratificarlo.

Ruona Meyer, productora de Sweet, Sweet Codeine, un documental sobre el tráfico ilegal de medicinas en Nigeria nominado a los premios Emmy, declara que le gustaría que se diera un escarmiento a la primera persona, o al primer grupo al que se atrapase distribuyendo en África vacunas anticovid falsificadas, robadas o que no cumplen con la normativa, dondequiera que el hecho haya tenido lugar. “Sería una gran ayuda que las autoridades policiales extinguiesen el fuego de las vacunas falsas en cuanto brotasen las primeras llamas”, declara. “Hay que llevar a estos traficantes ante los tribunales y a la cárcel lo antes posible para disuadir a la delincuencia organizada. Los procesos por las vacunas falsas deben agilizarse y tienen que ser absolutamente públicos”.

Salim Abdul Karim, copresidente del comité asesor ministerial científico de Sudáfrica, advierte por su parte de que la falsificación misma podría causar un “daño enorme” a la confianza de la gente en la seguridad de los preparados.

Algo parecido opina Andy Gray. El farmacéutico piensa que, en Sudáfrica, una oleada de vacunas falsificadas bastaría para tener “un verdadero efecto inhibidor de la fe y la confianza de la gente tanto en el Gobierno como en la autoridad reguladora”.

“En este país ya tenemos padres y ciudadanos en general reacios a las vacunas. Si queremos acabar vacunando al 70% de la población, no podemos permitirnos que un tercio o una cuarta parte rechacen la inyección. Cualquier cosa que quiebre la confianza, ya sea el tratamiento inadecuado de los efectos adversos tras recibir una vacuna auténtica o el contacto con una vacuna falsificada, o que de repente se encuentre lugares inesperados donde se vacuna a la gente en las aceras, llegará de inmediato a la prensa, y creo que eso podría ser verdaderamente perjudicial”.

Este es el último de una serie de tres capítulos dedicada a investigar la delincuencia organizada relacionada con la covid-19. Cuenta con el apoyo de una beca de la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional (GI-TOC). Puede leer aquí el primer reportaje y el segundo.

Artículo publicado en inglés originalmente en Bhekisisa, publicación sudafricana especializada en salud. Se puede consultar la newsletter Bhekisisa Centre for Health Journalism aquí.

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