_
_
_
_
COLUMNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Topuria o revienta

Quizá ya no funcione hacer como que ciertos fenómenos no existen cuando están en boca de todos por otros medios

Ilia Topuria, campeón mundial de UFC en la categoría de peso pluma.
Ilia Topuria, campeón mundial de UFC en la categoría de peso pluma.Armando Arorizo (EFE)
Luz Sánchez-Mellado

El domingo, David, un chaval madrileño de 19 años, se puso la alarma del móvil a las seis de la mañana habiéndose acostado a las tres tras salir de fiesta con los colegas. Quería ver en directo una pelea televisada desde California antes de tener que salir escopetado a su currillo de fin de semana como pollero en un supermercado. El responsable de semejante milagro es Ilia Topuria, un joven de 27 años, nacido en Alemania de padres georgianos y afincado en España desde los 15, que se jugaba el título de campeón del mundo de peso pluma de la UFC, una violenta especialidad de lucha en la que vale casi todo menos “morder y pegar en la nuca y en los huevos”, según me explica David con paciencia de santo ante la ignorancia de la boomer de turno. Él y sus amigos, y una legión de chavales y no tanto en todo el mundo, son fans de Topuria. Un tipo que se autodenomina El Matador, se declara más español que el toro de Osborne y ha retado al grito de “no hay pelotas” al rey de su disciplina a batirse con él en Madrid, a lo que el otro ha contestado que las tiene “enormes”. Bravuconadas y testosterona a chorro. Nada nuevo en ciertos deportes. Lo inédito es que a tantos jóvenes, como a David, les “motive” que Topuria no tenga “miedo a nada, se esté forrando y logre cuanto se propone”.

David es mi sobrino y asesor en asuntos de la generación Z, esos marcianos que habitan entre nosotros y a los que tantas veces les perdonamos la vida sin saber cómo viven. Le pregunté quién era Topuria al ver que todo el mundo hablaba de él en las redes. No me entero de nada, de acuerdo, pero hago por enterarme. En un mundo en que los adolescentes venden su iris, o sea sus datos, o sea su vida, por 70 euros en criptomonedas, y les flipa ver a dos tíos reventarse a hostias, es lo mínimo. Topuria, hamaquero de playa y portero de discoteca en Alicante antes que ídolo planetario, ganó 400.000 dólares por ganar el combate y el título mundial el domingo. David, 650 euros al mes por filetearles las pechugas de pollo a las “marujas del barrio”. Este diario no informa de boxeo para no contribuir a la difusión de un deporte violento. Pero desde que se fundó ha pasado medio siglo y quizá ya no funcione el hacer como que ciertos fenómenos no existen cuando están en boca de todos por otros medios. Igual habría que abrir ese melón antes de que nos corran a melonazos por estar a por uvas. David ya me ha corrido.


Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.
Tu comentario se publicará con nombre y apellido
Normas
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_