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Columna
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Marine Le Pen, el falso “escudo” de los judíos en Francia

La líder ultraderechista, a través de sus redes sociales, busca instrumentalizar el ataque de Hamás a civiles israelíes para seducir a la comunidad judía, a la que quiere proteger del “antisemitismo islamista”

Marine Le Pen, líder de Reagrupamiento Nacional
La diputada y líder del partido ultraderechista Reagrupamiento Nacional (RN), Marine Le Pen, habla durante la sesión semanal de las preguntas al Gobierno en la Asamblea Nacional en París, este martes.CHRISTOPHE PETIT TESSON (EFE)
Carla Mascia

El pasado martes, en la Asamblea Nacional, los franceses asistimos a una escena que pese a repetirse constantemente no deja de ser vomitiva: vimos cómo Marine Le Pen intentaba aprovechar el abominable ataque de Hamás a civiles israelíes para seducir al electorado judío. Observamos cómo la líder de un partido fundado por excolaboracionistas y por antiguos miembros de las Waffen-SS, con todo el cinismo y la desfachatez del mundo, buscaba convencer a los franceses de confesión judía de que el Reagrupamiento Nacional es su mejor “escudo” frente al antisemitismo y el terrorismo islámico. Pero quizá lo más espeluznante fue constatar que sus palabras recibieron los aplausos no solo de los miembros de su partido, sino de casi todo el arco parlamentario de la derecha. Un discurso que explota hasta la náusea en sus redes sociales y que le ha permitido acaparar un espacio mediático siempre propenso a normalizar su formación y, por ende, a legitimarla.

Es como si después de habernos creído el cuento de la desdiabolización del partido ―una auténtica fábula discursiva que se desmorona con la simple lectura de un programa donde siguen apareciendo la preferencia nacional, las crítica a la UE o las conexiones entre inseguridad e inmigración―, ahora también tendríamos que tragarnos que han expurgado su antisemitismo histórico. El storytelling hoy desplegado por una mujer que hace poco negaba la implicación del Estado francés en la redada del Vel d´Hiv en la que más de 13.000 judíos fueron deportados a campos de exterminio nazi, que acudió en 2012 a una fiesta neonazi en Viena “prohibida a los judíos y a los periodistas”, criada en el antisemitismo primario de Jean-Marie Le Pen, quien consideraba que los campos de concentración eran “un detalle de la historia”, busca convencer a los electores de que ha enterrado su pasado.

Marine Le Pen, como explica la historiadora Valérie Igounet, especialista del RN, sabe muy bien que el antisemitismo es ya la única barrera que le queda para conquistar el poder en 2027. Por eso, desde que tomó el mando de la formación en 2011, no ha dejado de intentar evidenciar esa supuesta mutación con la participación del RN ―siempre entre abucheos― en las ceremonias en honor a las víctimas de actos antisemitas, la mediatización de encuentros del partido con asociaciones hebraicas totalmente desacreditadas en el seno de la comunidad judía, los intentos desesperados de Marine por hacerse invitar a la cena anual del CRIF, la institución judía de mayor importancia en Francia, o su insistencia en destacar la ascendencia judía de algunos de sus miembros, como Louis Alliot o David Rachline.

Pero no caigamos en la trampa. Esto no es más que lo de siempre: un lavado de imagen. Como demuestra la investigación de los periodistas Mathias Destal y Marine Turchi, Marine est au courant de tout (Marine lo sabe todo), el antisemitismo no es solo algo que los históricos del partido han dejado en herencia a la líder, sino que es una ideología que aún sigue irrigando la formación mediante sus alianzas en Europa ―con Orbán, un asumido antisemita, sin ir más lejos― y sobre todo a través de su entorno más cercano, conformado por notorios fascistas y nostálgicos de Adolf Hitler como Axel Loustau o Frédéric Chatillon. Otro libro va incluso más allá, y cuenta cómo, en realidad, ese intento de seducción del electorado judío, clave desde el punto de vista electoral a partir de los ochenta, ha sido una constante en el partido de los Le Pen. En el ensayo La main du diable: comment l’extrême droite a voulu séduire les juifs de France (La mano del diablo: cómo la extrema derecha intentó seducir a los judíos de Francia), Judith Cohen Solal y Jonathan Hayoun evidencian la esquizofrenia de un clan que intenta entablar relaciones con la comunidad judía a la vez que contenta a la franja más antisemita de sus votantes con salidas ultras en los medios de tanto en tanto.

Pese a la creación en 1986 del Comité Nacional de los Judíos de Francia, una organización sin ninguna representatividad, el padre Le Pen nunca consiguió ganarse el apoyo de la comunidad judía. Sin embargo, el contexto actual juega a favor de la primogénita. Cuando Marine compara la amenaza real que constituye el fundamentalismo islámico para los franceses de confesión judía y los ataques de Hamás contra los ciudadanos israelíes, su discurso, por muy demagógico que sea, cala en la opinión pública. Quizá no convenza a la comunidad judía que difícilmente va a creer que un partido xenófobo, y cuyo motor es el odio, les va a proteger, precisamente, del odio. Pero los aplausos recibidos en la Asamblea Nacional y la percepción para cada vez más franceses que el RN no es una formación peligrosa, como señala el último informe de la Fundación Jean Jaurés, demuestran que algo está cambiando.


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Sobre la firma

Carla Mascia
Periodista franco-italiana, es editora en la sección de Opinión, donde se encarga de los contenidos digitales y escribe en 'Anatomía de Twitter'. Es licenciada en Estudios Europeos y en Ciencias Políticas por la Sorbona y cursó el Máster de Periodismo de EL PAÍS. Antes de llegar al diario trabajó como asesora en comunicación política en Francia.

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