_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Irreversible

Mi amigo parece entender completamente su deseo. Eso me admira porque yo sigo siendo un misterio para mí misma

Reloj con el cristal roto.
Reloj con el cristal roto.Wirestock (Getty Images/iStockphoto)
Leila Guerriero

Voy a encontrarme con mi amigo querido. Regresé enferma de un viaje y él se ocupa de buscar un café donde podamos conversar sin aturdirnos. Al llegar, nos abrazamos sin cautela, hundidos en el lujo del cariño. Me une a él un filamento de ternura, de tristezas sin mucha tragedia. Hablamos a diario, nos contamos casi todo lo que hacemos. Es como si viviéramos juntos pero con la precaución de la distancia. Me gusta la manera que tiene de decir “Estoy para”: “Estoy para ver una película”, “Estoy para quedarme en casa”. Parece entender completamente su deseo. Eso me admira porque yo sigo siendo un misterio para mí misma. Él pide hibiscus, yo té negro. Me siento laxa, con esa flojera sensual que dan los padecimientos leves, el cansancio del trabajo terminado, el ardor de la escritura que cesó (la obligué a cesar y eso se paga caro: lo estoy pagando). Lo escucho mientras pienso qué agradable es estar ahí con él, en condición dulce y fraterna. Hablo poco porque nada de lo que diga hoy podría entenderse. Vivo un desarreglo que no va a terminar, así que me acomodo en torno al silencio. Nos despedimos tres horas después, me acompaña a tomar un taxi. Al llegar a casa le escribo. Responde de inmediato. Cito de memoria: “Estabas tan linda. Esa luz, el pelo, las manos. Me dieron ganas de hacerte un retrato pero me pareció anticlimático”. Tengo un pensamiento crudo acerca de lo irreversible, de esa foto que ya no tomará: “Todo el tiempo en que no estés conmigo, corazón, es un tiempo en el que no estarás conmigo para siempre”. Los amigos ven cosas dentro de nosotros. Las que me habitan están hechas de una luz oscura. No son secretas sino algo peor: son invivibles. Hay un poema de Robert Creeley: “¿Cuál será la verdad/ que hace tan infelices a los hombres?/ Los días de morir/ son especiales:/ la vida es invivible separados/ de aquello que debemos perdonar”. Versos enigmáticos que, al menos hoy, entiendo completamente

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Sobre la firma

Leila Guerriero
Periodista argentina, su trabajo se publica en diversos medios de América Latina y Europa. Es autora de los libros: 'Los suicidas del fin del mundo', 'Frutos extraños', 'Una historia sencilla', 'Opus Gelber', 'Teoría de la gravedad' y 'La otra guerra', entre otros. Colabora en la Cadena SER. En EL PAÍS escribe columnas, crónicas y perfiles.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_