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Tribuna
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Hay que sincronizar el poder de la colaboración mundial

La covid-19 es una prueba de estrés para el mundo, la unión de esfuerzos para buscar una vacuna es la mejor cara de la globalización

Un operario trabaja en un contenedor frigorífico en el que se transporta la vacuna de la covid-19.
Un operario trabaja en un contenedor frigorífico en el que se transporta la vacuna de la covid-19.YVES HERMAN (Reuters)

En la pasada década se ha achacado a menudo a la globalización y el capitalismo la culpa de los problemas a los que nos enfrentamos. Sin embargo, el esfuerzo mundial de investigación para desarrollar una vacuna eficaz contra la covid-19 ha dejado muy claro lo que estas fuerzas pueden lograr cuando tienen la sincronía y los incentivos necesarios. Es la mejor cara de la globalización.

Con su combinación de intensa colaboración internacional e intercambios inmediatos de datos, esta campaña no solo está ofreciendo testimonio vivo de que estamos conectados globalmente, sino que es la prueba fehaciente de que el “viejo juego” —culpar a otros o a conceptos abstractos como la globalización y el capitalismo—, por conveniente que resulte, no nos ayuda en absoluto a resolver los arduos problemas que afrontamos.

También estamos aprendiendo que una verdadera calamidad —el estallido de la pandemia— puede crear oportunidades inesperadas. Por ejemplo, aunque la construcción de aviones se ha interrumpido, varios fabricantes están intensificando su investigación sobre aparatos de hidrógeno. Esta tecnología podría reducir enormemente la huella de carbono de los aviones. Un fabricante prevé que puede haber en el mercado aviones movidos por hidrógeno —inicialmente, aviones de alcance regional— ya en 2035.

También está habiendo grandes avances en el terreno de las energías. En particular, las tecnologías llamadas Power to X —diversos procesos fundamentales para que el mundo deje atrás los combustibles fósiles mediante la conversión de energías renovables de bajo coste en calor, hidrógeno o combustibles sintéticos— pueden contribuir a que la industria mundial funcione de manera sostenible. Algo impensable hace solo 10 años. Para que estas y otras tecnologías innovadoras tengan éxito son fundamentales los poderes de la colaboración y la sincronicidad.

Como pone de relieve la campaña mundial que está en marcha para distribuir la vacuna, el sector mundial de la logística es el eje del que dependen muchos de estos esfuerzos pioneros, así como la eficiencia económica en general. El establecimiento de estructuras operativas resilientes y cuidadosamente ordenadas en una secuencia temporal para organizar de la mejor forma posible cadenas de suministro de bienes —ya sean de enfoque y ámbito mundial, regional o nacional— constituye un ejemplo diario y práctico del poder de la sincronicidad.

Como es natural, cualquier intento de avanzar hacia la integración para fomentar la eficiencia entraña riesgos. Unos riesgos que hay que gestionar con prudencia. Muchas empresas han aprendido la lección mientras tenían que lidiar con las tremendas perturbaciones causadas en sus negocios por la epidemia.

Un hecho que debe servirnos a todos de aliento es que, a diferencia de la situación de hace más de una década, tras la crisis financiera mundial de 2008-2009, en esta ocasión el mundo se ha adaptado a toda velocidad a la pandemia. La mayoría de la gente sigue dispuesta a comerciar, colaborar y estar conectada. Salvo que estamos descubriendo maneras distintas de mantenernos en contacto.

En consecuencia, si bien no es extraño que el nivel de globalización vaya a disminuir ligeramente este año, se ha visto que tiene una resiliencia y una solidez asombrosas. Como demuestra la edición de 2020 del Índice DHL de Conectividad Global, el comercio mundial, después de un descenso breve pero marcado, se ha recuperado de forma notable. En este periodo de crisis, el comercio y los intercambios digitales de información están contribuyendo de manera fundamental a mantener conectado el mundo e impulsar los avances.

La necesidad de distanciamiento debida a la pandemia ha producido, como es lógico, un declive sin precedentes de la circulación de personas entre unos países y otros. Los viajes internacionales están a punto de descender a unos niveles que no se veían desde hace 30 años. Sin embargo, la circulación de datos ha experimentado un enorme crecimiento debido al increíble aumento del tráfico en Internet, las llamadas de teléfono y las comunicaciones por vídeo que han permitido a la gente mantenerse en contacto.

Para tener éxito en el futuro es fundamental centrarse en el poder de la colaboración. Por supuesto, la forma concreta de traducir una colaboración perfectamente sincronizada a la realidad varía para cada campo de investigación y cada problema específico. Pero todas las soluciones prometedoras, ya sean en relación con la salud mundial, el cambio climático, las desigualdades, las migraciones de masas o el hambre, exigen esfuerzos coordinados con inteligencia que atraviesen las fronteras y las regiones. En este sentido, resulta especialmente estimulante el hecho de que el nuevo Gobierno de Estados Unidos parece tener una fe fundamental en el poder de la colaboración.

Para hacer frente a todos estos retos hacen falta diferentes modos de combinar a actores del sector público y del privado. La colaboración que están desplegando los investigadores públicos y privados, las instituciones científicas y las empresas de todo el mundo en la carrera para tener una vacuna que contenga la pandemia nos enseña el camino de la manera en que podemos y debemos proceder en el futuro. Mientras todos estos esfuerzos estén en consonancia, hay pocas cuestiones que la imaginación y la determinación humanas no puedan resolver

Estamos, sin duda, en un momento trascendental. El mundo de la política puede multiplicar fuerzas —y esperemos que lo haga—, pero el mundo empresarial tiene que estar a la altura de sus propias aspiraciones y responsabilidades. Las empresas debemos aprovechar la iniciativa para convertir unos retos patentes desde hace tiempo en soluciones prácticas y oportunidades cargadas de promesas.

A la hora de la verdad, la solución a muchos de nuestros problemas consiste en revisar la globalización y el capitalismo para que aborden las necesidades más acuciantes de la población mundial de manera más resiliente. A veces, es posible que haya que recurrir a formas sorprendentes de propiedad. ¿Recuerdan lo que respondió el inventor de la vacuna de la polio, Jonas Salk, cuando le preguntaron de quién era la patente?: “Supongo que de la gente. No hay patente. ¿Acaso se puede patentar el sol?”

John Pearson es director ejecutivo de DHL Express.

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