¿Dividendos bancarios? No, provisiones
La idea gubernamental de subir impuestos a los bancos es absurda. Han dejado de ser negocio
Un artículo de hace muchos años planteaba si la banca sería la siderurgia del futuro. Vista la crisis de 2007 y la actual del coronavirus, su autor parece un visionario.
Porque la cuenta de resultados de los bancos no hay por dónde cogerla. Los tipos de interés negativos condicionan y minimizan la generación de ingresos. El volumen de negocio ha deparado tasas negativas de crecimiento del crédito durante nada menos que 10 años. Y ahora aumenta, pero solo por el programa gubernamental de avales, y ya veremos cómo acaba. Las ratios de eficiencia han empeorado y no queda más remedio que actuar sobre los costes de explotación. Lo favorecen el teletrabajo y la operativa digital, pero, desde luego, sobran bastantes oficinas.
Y lo peor es la morosidad que viene. Partimos ya de una tasa muy superior a la que se registraba en el momento de estallar la anterior crisis. Los riesgos clasificados como dudosos han empezado a subir en algunas entidades. Y, aunque las moratorias y avales han retrasado el golpe de los impagos sobre el sector, el tsunami llegará, a finales de este año y el próximo, y puede ser devastador. El pico de mora rebasará sin duda el de la crisis de los noventa (9% en 1994) y podría hacerlo también con el de 2014 (13,5%).
Las entidades financieras españolas han dotado importantes provisiones crediticias en la cuenta de resultados, tanto en el primer trimestre como en el segundo. Pero es difícil calcular el impacto en un shock externo como este y en una economía como la española, que, por su estructura (alto peso de los servicios, muchas pymes…), se ve mucho más afectada que otras de su entorno. Y donde las deficiencias que mostramos frente al virus (el Estado, las comunidades autónomas, todos nosotros…) están agravando la situación.
Por cierto, que los cargos contables no se han producido solo en la cuenta de resultados, sino también directamente contra Patrimonio, y esto suele pasar desapercibido para muchos. Se han debido a las diferencias de conversión (por la intensa depreciación de las divisas de algunos países donde están presentes nuestros bancos) y a las minusvalías de participaciones accionariales (por ejemplo, TEF).
En cualquier caso, no me cabe ninguna duda de que serán necesarias más provisiones.
En la crisis de 2007, las entidades diversificadas en emergentes, como el Santander y el BBVA, encontraron cierta protección frente a la crisis. En esta ocasión quizás ocurra lo contrario. Santander ha tenido la mala suerte de que su actividad ha ido a coincidir en países tremendamente afectados por el virus (sus seis mayores negocios están en Brasil, EEUU, el Reino Unido, España, México y Chile, que están entre los 12 con mayor número de infectados del mundo…). Algo completamente imprevisible. BBVA paga la factura de su elevado perfil de riesgo, demasiado dependiente de negocios muy expuestos. Además, la crisis reduce el valor de sus negocios, por lo que ambas entidades han recordado aquello de “de perdidos al río” y aprovechado para sanear buena parte de los fondos de comercio (y algunos créditos fiscales en el Santander). Acertado.
El resto de entidades nacionales tienen un alto porcentaje de su actividad en nuestro país. Unas han hecho más provisiones que otras. Hasta ahora, solo Santander y BBVA, con prestigio en los mercados, se han atrevido a publicar pérdidas, pero no creo que acaben siendo los únicos. En cualquier caso, la idea gubernamental de subir impuestos a los bancos es absurda ante la realidad de pérdidas o reducción de beneficios generalizados.
Los supervisores no paran de pedir fusiones en el sector bancario, de donde cabe inferir lo mal que deben estar viendo el futuro del sector y sobre todo de algunas entidades. Yo no creo que estén cercanas las integraciones internacionales, por la diferencia de regulaciones entre países y por el escaso ahorro de costes que depararían. Y tampoco que asistamos ahora mismo a integraciones en España, porque las prioridades de las entidades son otras. Pero, dando suficiente tiempo, sin duda, los 12 bancos españoles actualmente supervisados por el BCE acabarán quedándose en una cifra de un dígito. Siendo los más pequeños, y los de peor situación financiera, los máximos candidatos a resultar protagonistas. Junto con Bankia, que no es ninguna de esas dos cosas.
Los bancos han dejado de ser negocio. Su rentabilidad sobre el mucho capital que se les exige es inferior al coste del mismo y cada vez la brecha es mayor. Lo que provoca que el mercado los valore por debajo de su valor contable, en algunos casos con ratios casi ridículas. De momento ni siquiera están autorizados a pagar dividendos, para que así hagan más provisiones. Ya veremos cuándo son capaces de mejorar la ratio de rentabilidad, pero elevando bien la cifra de beneficio, no solo por haber disminuido el denominador (patrimonio contable).
Carmelo Tajadura es economista.
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