¿Cambio estratégico o huida hacia delante?
Cayetana Álvarez de Toledo fue la apuesta personal de Casado para defenderse de la amenaza que representaba Vox
El PP continúa buscando su identidad en la era pos-Rajoy, y la pandemia amenaza con hacerla aún más dura. En estos momentos, los populares se han encontrado con una tormenta perfecta. Por un lado, las conocidas luchas internas entre el ala más moderada y los más conservadores capitaneados por un Pablo Casado sintonizado con FAES. Una pugna intensificada por el fracaso electoral de Carlos Iturgaiz en Euskadi, frente a la victoria del moderado Feijóo en Galicia tras una campaña donde se cuidó de distanciarse de la marca del partido. Por otro, una sociedad española que si ya antes de la aparición de la covid-19 empezaba a estar cansada de la política de la crispación, ahora, directamente, la castiga.
Estos dos factores han provocado un tsunami en los populares, de forma que, en pleno agosto, han anunciado una remodelación de su dirección, cambiando a las figuras más polémicas por perfiles que en principio exhiben mayor capacidad de diálogo y acuerdo.
Un golpe de timón de este calado plantea, al menos, dos interrogantes: De una parte, hasta qué punto responde a la voluntad común del conjunto de la dirección o es una huida hacia delante —otra más desde que Casado optó a la presidencia del partido— ante un curso que comienza con todas las incertidumbres encima de la mesa y tras la victoria del ala moderada el pasado 12-J en Galicia. De otra, si el partido corre el riesgo de haber hecho un movimiento tan rápido que la consistencia del buque corra peligro y empiecen a abrirse vías de agua. El tiempo lo dirá.
Especialmente relevante es la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo, quien fue la apuesta personal de Casado para defenderse de la amenaza, en votos y en protagonismo mediático, que representaba Vox. A la luz de encuestas, resultados electorales y a poco que se quiera ver lo que está ocurriendo en otros países europeos con los partidos de extrema derecha, es obvio que la estrategia era errónea. Pero además de esto, concurre en la destitución de Álvarez de Toledo un elemento de fondo que no se debe olvidar: el difícil encaje de fichajes con perfiles independientes en la dinámica institucional y en las complejas relaciones entre los grupos parlamentarios y las sedes de las formaciones políticas. Máxime si estos, fichados por su tirón mediático, adquieren, a consecuencia de su cargo, mayor visibilidad y protagonismo que históricos militantes.
El Partido Popular inicia una nueva etapa en su búsqueda de una identidad propia en un escenario pluripartidista y con la derecha fragmentada. El alcance de esta operación, tanto en la moción de censura anunciada por Vox como en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, está por ver, pero en política nada es ajeno a nada.
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