Temporeros de la fruta
Por el coronavirus hemos leído mucho sobre estas personas, su actividad, sus dramas personales y los potenciales problemas de salud asociados. Se presentaba la situación como si se tratara de un fenómeno inexplicable, repentino e inevitable, ineludiblemente unido a un drama humano sin solución. Y es algo que debería ser totalmente diferente en una sociedad moderna y civilizada a poco que se trabajara en ello. Es una actividad predecible y organizable, y no debería ser difícil estimar (aunque con margen de error) las necesidades de fuerza laboral por zonas y meses, y planificar con suficiente antelación la forma de cubrirlas con personal nacional o extranjero. Las organizaciones empresariales y sindicales, así como las administraciones públicas, tienen recursos y capacidad para estructurar esta actividad de forma responsable, impidiendo ilegalidades y dramas humanitarios.
Teresa Segovia Gómez. Madrid
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