Érase un hombre a una mascarilla pegado
La llamada nueva normalidad ha catapultado de forma meteórica e inesperada a una prenda otrora restringida a un pequeño ámbito profesional a una cuota de popularidad nunca vista. Me refiero obviamente a la imprescindible mascarilla a la que todos nos vemos obligados a ir pegados por imperativo legal, sanitario y moral. Las hay de todos los colores, texturas y formas, habiéndose sin duda convertido en la protagonista inesperada en lo que a complementos de moda se refiere. Me imagino que de haber sido Quevedo contemporáneo a la covid-19, el más famoso de sus sonetos no hubiese tenido a la nariz como protagonista sino a la prenda de marras. Espero, con vistas a la nueva temporada otoño-invierno, que el contexto favorable permita desenmascarar nuestros rostros.
Martí Gassiot Garriga. Barcelona
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