_
_
_
_
Opinión
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

México o David con una honda

El apoyo popular de Sheinbaum, de 76%, eclipsa el 55% de su par estadounidense. Mejor ella que él. Ese respaldo es al tiempo autorización y guadaña

Claudia Sheinbaum
Claudia Sheinbaum, presidenta de México, durante la Conferencia de prensa del jueves 23 de enero de 2025.Daniel Augusto (Cuartoscuro)
Vanessa Romero Rocha

Hasta hace unas semanas, México —con la armadura hecha jirones tras años de jaloneos—, avanzaba con esperanza taimada hacia la implementación de sus populares y ensordecedoras reformas. Trabajos mayores.

Fue entonces cuando, del otro lado de la frontera, llegaron los alaridos: el gigante del norte había cambiado de parecer. Una flecha ardiente apuntaba hacia nuestra bandera.

¿Podrá nuestro país resistir el embate del titán?

Sostengo que México, como David —el muchachito de la honda—, no enfrentará a Goliat con espada ni fuerza bruta, sino con cinco piedras lisas que atesora en la bolsa. ¿Serán suficientes para derribar al gigante?

Piedra 1: el mundo observa

La beligerancia y pretensiones imperialistas de Trump, así como sus alianzas con figuras controvertidas —estoy siendo amable—, como Javier Milei e Elon Musk, han generado rechazo en buena parte de la comunidad internacional. En contraste, México despierta la empatía que suelen generar la desdicha de los oprimidos que, con armaduras parchadas, permanecen de pie ante los colosos.

La primera piedra ha sido lanzada. Esta semana, el periódico británico The Telegraph reveló que Gran Bretaña no reconocerá el nuevo nombre impuesto por Trump al golfo de México sino hasta que exista un reconocimiento legítimo y avalado internacionalmente. El mundo está alerta al agitado cencerro.

La presión internacional puede transformarse en una carga política para Trump, frenando su intento de avanzar su avalancha narrativa sin consecuencias. El mundo observa.

Piedra 2: un país guinda

De los 50 Estados que conforman el territorio estadounidense, el 54% está bajo el control de gobernadores republicanos, mientras que el 46% restante responde a mandatarios demócratas. Tal fragmentación política plantea un obstáculo significativo para Trump: la posibilidad de que los gobernadores no se alineen con sus políticas y urgencias.

Como muestra, ahí están los veintidós estados —el 44% del país— que han anunciado demandas contra la orden ejecutiva de Donald Trump que busca eliminar el derecho a la ciudadanía por nacimiento en suelo norteamericano. A tan solo unos días de su toma de protesta, se perfila una presidencia marcada por la confrontación y la pataleta interna.

Incluso entre los gobernadores republicanos, Trump no genera unánime algarabía. Phil Scott, republicano electo para gobernar Vermont, es un buen ejemplo. Scott, fiel a sus principios más que a la línea partidaria, votó el 5 de noviembre por Kamala Harris en las pasadas elecciones. —El país por encima del partido, dijo entonces.

Sheinbaum, por contrario, gobierna un país mayormente unificado por la —todavía fresca— memoria de Obrador. A diferencia de Trump, a Sheinbaum le sobra capacidad de maniobra en los Estados. Cuenta con, al menos, veinticuatro gobernadores de su bando; el 75% del territorio nacional.

Donald Trump se enfrenta a una federación que —lejos de ser ciega al color— es mayormente guinda.

Piedra 3: un congreso monolítico

Si bien el partido republicano logró hacerse en noviembre pasado de — casi— todo: la mayoría en la Cámara de Representantes y el Senado, esa mayoría no es holgada.

En la Cámara de Representantes, las elecciones de noviembre sentaron a 220 legisladores republicanos frente a 215 demócratas, una mayoría apenas visible. En el Senado, la situación es aún más ajustada: 53 republicanos contra 47 demócratas, siete menos de los necesarios para alcanzar la mayoría calificada requerida para asuntos clave. Salvo que Trump opte por continuar con la —cada vez más común— práctica de gobernar mediante decretazos u órdenes ejecutivas—, algunas negociaciones serán inevitables.

Además, cabe considerar que el heroísmo de Trump no siempre es unánime. Su palabra no siempre es bendita. El pasado 20 de diciembre, 235 congresistas republicanos rechazaron su propuesta de acuerdo de gastos durante el periodo de transición que buscaba una extensión de dos años del límite de la deuda. La autoridad de Trump no es indiscutible.

En cambio, Sheinbaum took it all. Morena y sus temporales aliados controlan el 73% de la Cámara de Diputados —más que suficiente para reescribir la Constitución de un plumazo— y 83 Senadores. Apenas tres abajo de la mayoría calificada, un obstáculo que fue rápida —y cuestionablemente— superado.

Piedra 4: un respaldo marabunta

El apoyo popular de Sheinbaum —76% la última vez que revisé—, eclipsa el 55% de su par estadounidense. Mejor ella que él. Ese respaldo —para quienes insisten que la política no es un concurso de popularidad— es al tiempo autorización y guadaña: le permite emprender acciones complejas y le abre paso entre el denso matorral.

Tal popularidad le ha dado a la Presidenta la fuerza para criticar, sin titubeos, las políticas migratorias del reciente reestrenado mandatario y para negar a un avión estadounidense el acceso a territorio mexicano. El mensaje retumba.

Por si fuera poco, no olvidar que el obradorismo —el movimiento, no el partido— crece y se amalgama frente a sus adversarios. Esos que hace un par de meses cayeron fulminados: el poder judicial, la oposición, los órganos autónomos.

Donald Trump ocupa la silla humeante que dejó Norma Piña.

Piedra 5: location, location, location

La posición geográfica de México —puente natural hacia el país del norte— lo convierte en dos cosas que Estados Unidos odia, pero de las que no puede escapar: somos regulador y somos puerta.

Regulador de la intensidad con la que China extienda su cadena de suministro sobre nuestro suelo. Puerta para el incesante flujo de migrantes de Centro y Sudamérica. Somos nosotros —no solo las fuerzas del orden norteamericanas— parte del sostén de su manoseada seguridad nacional.

Quizás las consideraciones anteriores, las razones económicas que tiene Estados Unidos para mantener buenas relaciones con México y los buenos oficios trotados recientemente por Sheinbaum, puedan mantener al gigante satisfecho.

Imposible saberlo. Lo cierto es que así venció David a Goliat. Con honda y piedras. Con puntería.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_