Mantequilla y felicidad en Los Tulipanes: las mejores galletas de limón para los chilangos
Los postres nos llenan de endorfinas, y quizás no hay nada que grite felicidad tanto como un pastel, los de Los Tulipanes tiene 34 años llenando de memorias dulces a los chilangos
Varios metros antes de llegar a Los Tulipanes huele a mantequilla, ese delicioso olor impregna todo el local y provoca que la boca comience a salivar. Carmen Boullosa, la creadora de esta pastelería, junto con su madre, doña Carmen Fernández, lo tenía y lo sigue teniendo claro: “En todas nuestras tiendas horneamos porque ese olor atrae a las personas y es la prueba de que todo es del día”.
Así es, las personas entran una tras otra en la más reciente sucursal ubicada en el Parque La Mexicana, en Santa Fe. Esta es la cuarta de Los Tulipanes, un proyecto familiar que nació hace 34 años en Avenida Toluca, en la colonia Olivar de los Padres. Boullosa —la pastelera, no la escritora, que sí es su pariente— recuerda cómo comenzó: “Mi esposo construyó unos locales y compramos uno, y como estaba embarazada pensé en hacer un negocio propio. Elegí los pasteles al azar, nada más porque mi mamá hacía diario y eran tan buenos que los vecinos iban en las tardes a probarlos”.
Boullosa retrata aquella Ciudad de México donde los vecinos se conocían y se juntaban a conversar, mientras los niños jugaban en la calle. Doña Carmen, su madre de 90 años, al principio dudó cuando su hija le propuso emprender juntas, recuerda que “era buena para la repostería, pero no era chef”. Finalmente accedió y abrieron en agosto de 1990 con una batidora y un horno para pizzas —que consiguió el marido de Boullosa—. “Solo cabían cuatro charolas”, las dos se carcajean y aceptan que fueron aprendiendo sobre la marcha.
Para la navidad de ese año no daban abasto para cubrir las ventas. Sus galletas de limón y naranja se volvieron icónicas, así como sus pasteles. Doña Carmen cuenta que algunos tienen los nombres de sus nietas; su favorito es el “Sofía”, pastel de chocolate con betún de chocolate semiamargo.
Sofía Múñoz es la nieta mayor —de quien estaba embarazada Boullosa cuando se convirtió en repostera— y traía la torta bajo el brazo, como decimos en México cuando un bebé trae buena suerte. Dio sus primeros pasos en ese local, donde más tarde haría sus tareas, y dice que, su relación con la pastelería es “muy íntima” porque pasan “más tiempo ahí que en la casa”. Sofía y Regina, su hermana menor, son la nueva generación detrás de Los Tulipanes. “Es bonito pensar que es transgeneracional, no solo por nosotras, también porque vienen papás jóvenes con sus hijos y le dicen a mi abuela: ‘Señora, usted me regalaba galletas de niño’”, concluye Sofía Múñoz.
Este sitio ha mantenido la calidad porque la familia no se aleja del horno, sigue empolvada de harina, tras el mostrador o en la entrada, recibiendo a los compradores. Su objetivo es ofrecer sabor casero, la cercanía va más allá de “un buenas tardes”. Boullosa asegura que “el mercado de lágrimas en Los Tulipanes es maravilloso” y la psicóloga es “su mamá”. Doña Carmen se ríe y asiente: “Me dijeron que iban a poner un letrero que solo daba consulta de lunes a viernes”. Sin duda tiene la mejor medicina: un “Príncipe Alberto”, pastel delgado de chocolate con mousse y ralladura de chocolate, porque nunca es suficiente chocolate; una bomba de endorfinas que alivia cualquier pena.
Tras el éxito, un hermano de Boullosa se quiso unir al proyecto y abrió la segunda sucursal en Lomas de Chapultepec, luego vino la de Vista Hermosa y ahora la de Santa Fe, regentada por Sofía y Regina. Aunque si quieres terapia con doña Carmen tienes que visitar la de Avenida Toluca, la original y la más concurrida, que a veces hasta provoca caos vial.
Después de tantos años al mando, doña Carmen dice que su mayor orgullo es “haber podido dar tantas fuentes de trabajo”: “De verdad se me hace increíble que tanta gente viva de esto”. Por su parte, Boullosa no se arrepiente de haberse aventurado: “Jamás nos ha pasado por la cabeza que no podemos más, somos felices, a mi mamá hay que rogarle para que no vaya a la tienda”.
Ambas crearon o reformularon las recetas, aprendieron a ser administradoras, pasaron horas adornando galletas de pascua y haciendo moños con cordones para empacar brownies en bolsas de celofán. Hoy siguen atendiendo a los clientes, a veces hasta inventan formas para complacerlos. Doña Carmen cuenta otra de sus anécdotas: “Vinieron dos jovencitas que querían un pastel vegano, ¡claro que no teníamos algo así! Pero ellas se lo habían prometido a una amiga. Lo único parecido es nuestra hogaza de higo, así que la acomodé en un plato y le puse velitas, y se fueron felices con su ‘pastel vegano’”.
Los Tulipanes son más que postres, son una memoria dulce para muchos chilangos. Yo crecí en Guadalajara y mi nostalgia sabe distinta, llegué a esta pastelería por un amigo que me dijo: “Para mí Los Tulipanes es mi infancia, todos los pasteles de mi vida siempre eran de ahí, le tengo mucho cariño”.
El cariño es recíproco, Regina asegura que lo mejor es ver lo que provoca un postre: “Vienen familias completas solo por un pastelito, entre todos deciden cuál comprar para el cumpleañero y salen contentos. A veces se te olvida lo importante que es el pastel para alguien que está celebrando”.
Aunque algunos lo nieguen, ese ritual meloso de apagar las velitas mientras un grupo de familiares o amigos cantan las mañanitas desentonados, sabe a gloria, igual que el primer bocado de un pastel embetunado de tres leches con cajeta (por lo menos en mi caso).
Los tulipanes
Dirección: Parque La Mexicana, Luis Barragán 505, Local 18, Colonia Santa Fe, Ciudad de México
Sucursales: Av. Toluca, Vista Hermosa y Lomas de Chapultepec
Precio: 300 - 400 pesos
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