Ustedes, elles… y nosotres
Traicionamos el compromiso con la precisión y el manejo del lenguaje cuando nos referimos a una persona de género no binario con pronombres en masculino y femenino
Nos gusta pensar que se han inventado todas las palabras, que se ha nombrado todo y que la lengua está encasquetada en lo que un diccionario o alguna academia dictan. Pero la realidad nos evidencia. La semana pasada, Demi Lovato publicó un video en el que se identifica como una persona de género no binario, como ya lo hicieron Sam Smith y Elliot Page. ¿Y qué es ser una persona de género no binario?
Para muchas personas, tanto la identidad como la expresión de género son una cuestión solo de masculino y femenino. Pero hay muchos matices en medio y, para otras personas, el género es fluido, está entre lo masculino o lo femenino, o es completamente diferente a lo masculino y lo femenino. Son estas últimas las que se identifican como personas de género no binario o genderqueer.
Pero ¿por qué todo este revuelo con los pronombres y los anuncios alrededor de ellos? En su libro What is your pronoun?, Denis Baron señala el comienzo de esta práctica en septiembre de 2017 cuando una maestra en Florida envió un mensaje escolar para decir que usaba el pronombre they (acompañado del pronombre them: les). En ese año en muchas escuelas estadounidenses se empezó a pedir que las personas explicitaran cuál es el pronombre con el que quieren ser nombradas. Esta medida se ha extendido a firmas de correos, a bíos en redes sociales, a tarjetas personales y presentaciones en conferencias.
En inglés —la lengua de las personas mencionadas— se ha recurrido a un uso de hace 600 años: they (la tercera persona del plural) empleado en singular para no hacer una marca de género, es decir, para no hablar de femenino o masculino como se hace con he (él) o she (ella). El debate sobre la falta de una forma neutra en ese idioma tiene más de doscientos años y apenas en 2017 se retomó entre diversos círculos. Su adopción ha sido tal que en octubre de 2019 la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) lo admitió y fomenta su uso: “APA promueve el they singular porque es incluyente con todas las personas y evita que quien escribe haga suposiciones de género”.
Nuestra lengua, como el inglés, está dividida en dos géneros gramaticales. Sí, es cierto que tenemos algunas palabras neutras, pero ninguna nos sirve como un pronombre personal para referirnos a una persona sin hacer una marca de género.
Ya que en español no existe un antecedente como sí lo había con they, hay que crear alternativas neutrales (como hicieron en Suecia en 2015 con el pronombre personal neutro hen) para expresar esta realidad de las personas no binarias que quizá se siente lejana pero existe y debe nombrarse. Ya en 1976 en España había quien encontraba en las palabras terminadas en -e una alternativa neutral, no binaria, para referirse a alguien sin hacer mención explícita del género con el que se identifica. Para ello, muchas personas empleamos el pronombre personal elle —así en singular— que no es ni masculino ni femenino, sino neutro. Su empleo ha permeado más en algunas zonas que en otras y en Argentina, por ejemplo, ya hay ocho universidades en las que se admiten textos y presentaciones orales usando la -e.
Es una sorpresa notar la desconexión de quienes somos periodistas con los cambios lingüísticos. Traicionamos el compromiso con la veracidad, la precisión y el manejo del lenguaje cuando nos referimos a una persona de género no binario con pronombres, artículos y adjetivos binarios, en masculino y femenino, pues es justo lo que están enunciando que no quieren. ¿Qué hacer? Considerando cómo funciona el español, la concordancia del pronombre o sustantivo debe hacerse con los artículos y los adjetivos que lo acompañan. En lugar de escribir: “Demi Lovato se siente orgullosa de compartir que es no binaria”, lo que correspondería es: “Demi Lovato se siente orgullose de compartir que es no binarie”.
El respeto a la manera en que alguien desea que se le nombre debe ser tan tajante como la fidelidad que tenemos con las cifras o la información que presentamos, aunque ello requiera de crear palabras, modificar la gramática y buscar una lengua más neutra.
Paulina Chavira (@apchavira) es periodista y asesora lingüística. Conduce el podcast El café de la mañana y fue editora de The New York Times en Español, en donde estaba encargada de escribir el manual de estilo.
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