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Sheinbaum, un vacío sin casi precedentes en la inauguración de un Mundial

Los periodistas deportivos David Faitelson y Marion Reimers analizan con EL PAÍS las implicaciones de la separación de la presidenta del evento

Claudia Sheinbaum Mundial 2026
Verónica M. Garrido

Las expectativas políticas del Mundial 2026 están a la altura del tamaño del torneo, que será el más grande de la historia y el primero organizado por tres países, México, Estados Unidos y Canadá. Mientras el presidente estadounidense Donald Trump utiliza el evento como escaparate político, un arma contra sus adversarios y estrecha su relación con la FIFA, la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum ha decidido no asistir a una de las fechas más importantes del torneo, la ceremonia de inauguración del próximo 11 de junio en el Estadio Azteca. EL PAÍS consulta a los periodistas deportivos David Faitelson y Marion Reimers para analizar las implicaciones de la decisión de la mandataria. “Si no va, se equivoca. Un Mundial es una oportunidad histórica para enaltecer al país. Tendría que estar ahí”, apuntala Faitelson. “La posición está cargada de simbolismos que van de la mano con la agenda que maneja la presidenta”, considera Marion Reimers.

Anfitriones los ha habido de todo tipo. Desde presidentes y reyes, hasta emires, todos han dado el banderazo o asistido a los 22 mundiales que se han celebrado en la cita deportiva más vista del planeta. Sheinbaum podría convertirse entonces en la primera jefa de Estado en la historia en ausentarse de la inauguración de un Mundial. Desde 1930, los países anfitriones han contado con la presencia de su principal representante político, con una sola excepción, en Francia 1938, cuando el presidente Albert Lebrun no asistió al acto inicial, aunque sí entregó el trofeo a la selección campeona, en una época en la que las ceremonias de apertura aún no tenían el peso mediático y diplomático de hoy en día. Además, en esta ocasión no habría posibilidad de compensar la ausencia en la clausura, pues se celebrará en Estados Unidos. “No recuerdo un escenario en el que no estuviera el presidente o el primer mandatario de un país. Ni siquiera en el Mundial de 1978 en Argentina, cuando [Jorge Rafael] Videla estaba al frente del Gobierno y no aparecía mucho por razones obvias, faltó a la inauguración”, recuerda Faitelson.

Sheinbaum ha insistido en su decisión de no acudir y ceder su boleto 001 a una niña indígena aficionada al fútbol. Lo reafirmó este martes: “Es una oportunidad que transforma vidas. Yo ya había tomado la decisión hace tiempo”, dijo. La mandataria había anticipado su intención desde agosto, cuando el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, visitó México y le regaló el primer boleto emitido para el torneo. Este martes, al confirmar su postura, destacó además que aún no está claro si Donald Trump o el primer ministro canadiense, Mark Carney, estarán presentes en la inauguración. “Todavía no sabemos quiénes van a venir. El trato sería de jefes de Estado. Pero es temprano para saber qué recepción daríamos”, afirmó. Sheinbaum ha defendido su intención de ver el partido inaugural desde las pantallas que instalará en el Zócalo capitalino.

David Faitelson: “La imagen de un palco vacío sería muy triste y lamentable”

Faitelson, uno de los periodistas deportivos más reconocidos del país, considera que la ausencia sería un error y asegura que la presencia del jefe de Estado en una inauguración es un acto irrenunciable. “Yo esperaría que los tres presidentes de los países organizadores estuvieran presentes. Sería lo correcto. Lo primero que tendría que hacer la doctora Sheinbaum es extenderles una invitación formal”, sostiene. “La imagen de un palco vacío sería muy triste y lamentable. Incluso podría interpretarse como un vacío de poder”, zanja. “Tanto López Obrador como ella han sido figuras muy apegadas al pueblo. Se les ve en giras, en la calle, cerca de la gente. Es su estilo, forma parte de la corriente política que representan”, señala.

Para David Faitelson, la historia pesa y podría ser un factor que esté empujando la decisión de la mandataria. El periodista recuerda que los expresidentes priistas Gustavo Díaz Ordaz (1970) y Miguel de la Madrid (1986) fueron abucheados en el Estadio Azteca durante sus respectivas inauguraciones. Díaz Ordaz llegó al Mundial dos años después de la matanza de Tlatelolco, y De la Madrid un año después del terremoto. “Leo esta decisión como que no se siente confiada para presentarse públicamente porque históricamente los estadios han sido espacios donde se manifiesta la inconformidad contra los políticos. También le ocurrió al expresidente Andrés Manuel López Obrador el día que lanzó la primera pelota en el estadio Alfredo Harp Helú, a pesar de que el béisbol es su pasión”, explica Faitelson. “Les pasa a los futbolistas, les pasa a los mandatarios. Es parte del oficio”, apunta. Las mismas dudas recorren las redes sociales. “¿No tiene un porcentaje altísimo de popularidad? Seguramente no la van a abuchear, ¿verdad?”, ironizó el reportero Rodolfo Landeros en su cuenta de X.

Faitelson también cuestiona la posible asistencia de Sheinbaum al sorteo de Washington. “La FIFA la puede invitar como aficionada, pero no hay invitación oficial del Gobierno de Estados Unidos. Ella tendría que haber dicho hace tiempo: ‘No voy’. No hay congruencia”, afirma. Por otro lado, el periodista sí reconoce el poder simbólico de incluir a una niña indígena en el palco. “Sería una imagen muy buena, alineada con una época de inclusión. Aunque el impacto de que no esté la presidenta sería todavía más fuerte. Tienen que estar ambas cosas, la representación indígena y la presencia de la presidenta, elegida por voto popular”. También subraya que Sheinbaum tiene una oportunidad histórica: “Es una mujer inteligente, valiente, con mucha capacidad. Sería maravilloso enviar ese mensaje al resto del mundo, la primera mujer gobernando en Norteamérica, antes que Canadá y Estados Unidos”.

Faitelson apunta además que el campeonato será “muy politizado”. “Infantino ha pasado más tiempo en la oficina oval de la Casa Blanca que en sus oficinas en Zúrich. Y este viernes veremos cómo Trump se adueña del sorteo. Ya lo hace: decide quién va, quién no va, amenaza con quitar sedes. Los políticos mexicanos tienen que entender que esta es una gran oportunidad, no para un botín político, sino para beneficio del país”, concluye.

Marion Reimers: “La FIFA ha mostrado tibieza frente a la homofobia y el racismo”

Marion Reimers, periodista deportiva y especialista en análisis del deporte, ofrece otra lectura. Para ella, la decisión de Sheinbaum puede interpretarse como un gesto de coherencia ideológica y simbólica. “El fútbol ha dejado de ser cercano a las clases populares y se ha convertido en un deporte elitista”, sostiene. “Un evento muy machista y elitista, como lo han demostrado Infantino y Trump. La posición de la presidenta puede ir de la mano con la agenda que maneja”, afirma. Reimers considera que los Mundiales actuales están diseñados para un público privilegiado y responden a intereses que se alejan de la realidad social mexicana. “Este es un Mundial heredado, no impulsado por la 4T. Y la mandataria ha sabido manejarse muy bien con los simbolismos”, afirma. Para ella, gestos como renunciar al palco y ver el partido con la ciudadanía encajan con la estrategia política de Sheinbaum de mantenerse cercana a la población. Respecto al sorteo en Washington, Reimers no considera contradictorio que Sheinbaum decida asistir eventualmente. “Ir a Washington y tener una reunión con Trump tiene un doble significado que va más allá de acudir al sorteo. Tiene otras implicaciones políticas”, apunta.

La periodista también destaca el contexto social mexicano en el que se celebrará el torneo. “México tiene una oportunidad extraordinaria de mostrarse al mundo desde otra posición”, afirma. “El Mundial se llevará a cabo durante el mes del orgullo, cuando Ciudad de México planea acciones importantes de afirmación. Eso contrasta no sólo con Donald Trump, adversario abierto de la agenda de diversidad e inclusión, sino también con la FIFA, que ha mostrado tibieza frente a la homofobia y el racismo”, asegura. Según Reimers, el gesto simbólico de Sheinbaum podría interceptar esa narrativa. “Su propuesta de estar en las pantallas del Zócalo viendo el partido con la gente es coherente con el discurso que ha manejado. Sus gestos y actos han buscado desmarcarse en ocasiones del Mundial o llevarlo hacia su propio marco ideológico”, concluye.

A 190 días del Mundial y en medio de la incertidumbre, ambos periodistas coinciden en que es pronto para considerar como una decisión final la postura de la presidenta, que está a tiempo de recular si así lo quiere. Por ahora, la pelota sigue en la cancha de la presidenta.

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Sobre la firma

Verónica M. Garrido
Periodista de EL PAÍS México. Antes estuvo en la sección de Ciencia, Salud y Tecnología. Graduada en Comunicación Social por la UAM-Xochimilco y Máster de Periodismo UAM-El País. Escribe ocasionalmente sobre deportes y en los tiempos libres disfruta haciendo fotografías.
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