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Harfuch se hace fuerte en Sinaloa ante la amenaza arancelaria de Trump

El fin de la moratoria para que EE UU grave un 25% las importaciones de sus vecinos se acerca. El presidente estadounidense dijo el fin de semana que no estaba ‘contento’ con México

operativo seguridad gobierno mexico
Ricardo Trevilla Trejo y Omar García Harfuch, en un operativo en los municipios de Culiacán y Cosalá, en Sinaloa, el 14 de febrero de 2025.@OHarfuch
Pablo Ferri

Termina febrero y se marchita la frágil calma instalada en América del Norte, un receso de cuatro semanas, los púgiles en las esquinas, tomando aire, y sus equipos al lado, dando ánimos. La amenaza arancelaria planea de nuevo sobre México y Canadá. A principios de mes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció impuestos del 25% a las exportaciones de ambos países. A última hora reculó y dijo que retrasaría unas semanas la implementación de su plan, tiempo en el que valoraría, argumentó el mandatario, los esfuerzos de sus socios contra el fentanilo y la migración. Pero el plazo se acaba y Trump, según dijo el domingo, no está contento.

No queda claro qué ha disgustado al republicano en estas semanas, si ha sido más México o Canadá; si ha sido un tema relacionado con la migración, o las drogas, o una mezcla de ambos. Y, sobre todo, si esa molestia será suficiente para colocar los aranceles de vuelta sobre la mesa. El próximo fin de semana concluye la moratoria que impuso el mismo Trump y sus vecinos ya miran de reojo. El zar de seguridad mexicano, Omar García Harfuch, viaja constantemente a Sinaloa, un mensaje al norte. Nadie dice nada de momento, pero los nervios agarran posiciones en el escenario. No es para menos. En el caso de México, su intercambio comercial con EE UU asciende a 800.000 millones de dólares al año.

Marzo pinta complicado. A la amenaza arancelaria de América del Norte se suma otra, de naturaleza global, enfocada en las importaciones de acero y aluminio. Trump dijo que a partir de mediados de marzo gravaría la entrada de los dos metales un 25%, incluyendo los envíos desde México y Canadá, posibilidad que pinta de negro el futuro. Este mismo lunes, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) señalaba que la implementación de esta medida supondría un golpe de más de 29.000 millones de dólares a la economía mexicana, una afectación muy superior a la prevista en 2018, cuando el país sufrió la primera temporada de amenazas de Trump.

Tampoco queda claro con qué margen de maniobra cuenta en este caso el Gobierno de México, que preside Claudia Sheinbaum. Desde hace días, su secretario de Economía, Marcelo Ebrard, mantiene reuniones en Washington con funcionarios del Gobierno de Trump, incluido el secretario de Comercio, encuentros que el funcionario ha calificado de positivos. “Como resumen, fue un muy buen diálogo de acercamiento. Estamos construyendo una relación, en la que voy a trabajar mucho”, dijo Ebrard, sin dar más detalles de lo que viene, ni alumbrar qué nudos quedan por aflojar.

El Gobierno de México inicia así una semana y media de negociaciones al límite, situación que ya deja de sorprender. Sheinbaum toma aire y busca espacio para recolocarse. La mandataria ha transitado narrativas periféricas estos días, enraizadas igualmente en la relación con EE UU, pero tangenciales a los omnipresentes aranceles. La carta que Ismael El Mayo Zambada publicó la semana pasada, exigiendo su repatriación a México, por ejemplo, le ha servido para mostrarse segura, sólida. Más allá de la identidad del firmante, Sheinbaum ha defendido el debido proceso, ante la sospecha de que Zambada llegó a EE UU secuestrado.

En busca de pisos estables, en un tablero donde las reglas las dicta el republicano, la presidenta se agarra a la frontera norte, escenario principal de la tragedia binacional, con el permiso de Sinaloa. Este lunes, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, que comanda García Harfuch, ha actualizado los resultados del Operativo Frontera Norte, implementado a principios de mes, como parte del acuerdo de la moratoria con Trump. El despliegue de 10.000 guardias nacionales y el reenfoque del aparato de seguridad, en general, se ha saldado de momento con “746 detenidos”, “el aseguramiento de 705 armas de fuego, además de 80.000 cartuchos” y el decomiso de 11 toneladas de droga.

El Día de la Bandera ha abierto la semana en el país, refugio simbólico ante el fuego de Washington. Mientras Sheinbaum agarra fuerza y afila argumentos contra su homólogo, García Harfuch ha viajado de nuevo a Sinaloa, enésima visita del zar de seguridad a la región, laboratorio principal de la estrategia que lidera. Ejército, Armada, Guardia Nacional y agencias de seguridad en general tratan de desmantelar a los grupos criminales en pugna en el Estado, facciones del viejo Cartel de Sinaloa, que algunos expertos dan por extinguido. La pelea, en todo caso, arrecia. Batallan los facciones y las autoridades con ellos, particularmente contra una de las dos, Los Chapitos, liderada por los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, visiblemente más afectada que la otra.

En materia de detenciones y decomisos, la estrategia parece que funciona, argumento ideal para esgrimir ante Trump. Solo la semana pasada, las autoridades detuvieron a dos integrantes de alto nivel de Los Chapitos, al menos así lo dijo el mismo Harfuch. A uno de ellos, José Ángel Canobbio, lo buscaba el Departamento de Justicia desde noviembre. Pocas obsesiones más visibles tiene la justicia estadounidense que los narcotraficantes sinaloenses. Pero son más cosas las que hay en juego. Trump ha dicho que no está contento. En México, esta semana, el gabinete trata de pensar cómo convencerle de lo contrario.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).
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